La Carta Interamericana de
USA para Venezuela
William E. Izarra
La Carta Democrática
Interamericana, aprobada en la Asamblea General de la OEA en septiembre del
2001, es el instrumento para la región que sostiene el modelo político de la
democracia representativa. La Carta es el soporte de la democracia
representativa como sistema político "…indispensable para la paz y el
desarrollo de la región". Es también, el sostén del "…ejercicio
efectivo de la democracia representativa como base del estado de derecho de los
regímenes constitucionales de los Estados miembros de la OEA".
Por lo tanto, de su texto se infiere que el modelo político adoptado por la OEA para ser acatado por latinoamérica es la democracia representativa. Conclusión que nos permite emitir dos juicios. El primero, se refiere a la naturaleza de la OEA. Partiendo de su concepción doctrinaria y razón existencial como engendro de EE.UU., el modelo político sustentado en la Carta es una imposición directa y manipulada del imperio. El segundo juicio es la concepción misma de democracia. No es precisamente la representativa, la que garantiza los principios y valores expresados en esa Carta. En Venezuela, se está sustituyendo el sistema político de Democracia Representativa por haber fracasado como modelo de prosperidad y derechos del pueblo. La democracia representativa procreó representantes del colectivo que devinieron en cúpulas usufructuarias del poder. Se convirtieron en grupos cerrados que solo acudían al pueblo en tiempos de campaña electoral para que los eligieran. Pero, alcanzado su objetivo, le daban la espalda. Cúpulas que se apropiaron de lo que al pueblo le pertenecía. Hicieron del modelo político un instrumento clientelar para satisfacer sus expectativas grupales e individuales. Nunca se empleó para alcanzar el bien común. Los resultados, a la vista del mundo, es que este modelo político sirvió para el 10% de la población venezolana (oligarquía y acólitos) pero no resultó satisfactorio para el 90% restante (clase media y pobres). Una copia del método que impuso el imperio por la vía del NOI que funciona para el mundo norte, pero no para el mundo sur.
Por lo tanto, de su texto se infiere que el modelo político adoptado por la OEA para ser acatado por latinoamérica es la democracia representativa. Conclusión que nos permite emitir dos juicios. El primero, se refiere a la naturaleza de la OEA. Partiendo de su concepción doctrinaria y razón existencial como engendro de EE.UU., el modelo político sustentado en la Carta es una imposición directa y manipulada del imperio. El segundo juicio es la concepción misma de democracia. No es precisamente la representativa, la que garantiza los principios y valores expresados en esa Carta. En Venezuela, se está sustituyendo el sistema político de Democracia Representativa por haber fracasado como modelo de prosperidad y derechos del pueblo. La democracia representativa procreó representantes del colectivo que devinieron en cúpulas usufructuarias del poder. Se convirtieron en grupos cerrados que solo acudían al pueblo en tiempos de campaña electoral para que los eligieran. Pero, alcanzado su objetivo, le daban la espalda. Cúpulas que se apropiaron de lo que al pueblo le pertenecía. Hicieron del modelo político un instrumento clientelar para satisfacer sus expectativas grupales e individuales. Nunca se empleó para alcanzar el bien común. Los resultados, a la vista del mundo, es que este modelo político sirvió para el 10% de la población venezolana (oligarquía y acólitos) pero no resultó satisfactorio para el 90% restante (clase media y pobres). Una copia del método que impuso el imperio por la vía del NOI que funciona para el mundo norte, pero no para el mundo sur.
USA que es el gestor
primario de la aplicación de la Carta a Venezuela a través de su criado, el
Secretario General de la entidad Luis Almagro, carece de moral política cuando
no cumple, por ejemplo, lo que sostiene el artículo 15 de esa misma Carta sobre
preservación y manejo adecuado del medio ambiente. Se ha demostrado las
intencionadas guerras a otros países por recursos naturales como el petróleo,
generando impacto ambiental, económico y social en estos desdichados países;
históricamente de manera reiterada se han negado a firmar acuerdos, tratados y
convenios internacionales relacionados a la protección del ambiente, como lo
fue en su momento el Protocolo de Kioto. Los suelos de su territorio están
contaminados por la no aplicación de las normas de conservación del medio
ambiente. La práctica del fracking es un detractor de los ecosistemas del
continente. La inversión en biocombustibles es la gran amenaza a inmensas
extensiones de tierra de la Amazonía, y otras regiones, por la destrucción de
los ecosistemas y convertir en tierras improductivas gran parte de este pulmón
natural e importante productor de agua
para Venezuela y las regulaciones climáticas del planeta en general. USA se
niega a aceptar el cambio climático, tanto sus causas como sus consecuencias, y
por lo tanto no aceptan un cambio en su modelo de vida y de consumo para el
cual se requiere de cinco planetas tierra por el impacto de la huella ecológica
que deja. Y no se puede olvidar la contaminación de variedades nativas de maíz en
mesoamérica con la imposición de maíz transgénico, afectando la diversidad
biológica global, y el derecho de futuras generaciones. Como es entonces que quiere
aplicar la Carta a Venezuela, si es el primer violador a la misma Carta que
anuncia aplicar, con tono amenazador, a Venezuela.
La Carta impone la democracia representativa como si fuera el único modelo político que sustentara los derechos y la prosperidad del pueblo. El sistema de la Revolución Bolivariana, opuesto al modelo que exige el imperio para la región, se basa en la democracia participativa, cuyos fundamentos filosóficos y principios políticos son propios de la democracia directa. Todo el poder para el pueblo es lo que sintetiza la meta de la democracia directa. Modelo que no promueve representantes sino voceros ya que, desde el fundamento teórico, el poder lo ejerce directamente el pueblo. Los representantes deciden por el pueblo, mientras que en una revolución los voceros no toman ninguna decisión. Sólo elevan la voz del colectivo. Para la Revolución el poder es emancipación, lo que implica que el poder real lo debe tener el pueblo. En esa dirección va el camino de construcción del socialismo. La democracia directa es mucho más de lo que enuncian los preceptos considerados en esa Carta.
Como proceso, la Revolución se ubica todavía en una fase de transición. No ha reemplazado a la democracia representativa. La confrontación con los gestores del modelo representativo se ha radicalizado. Los representantes no quieren perder su poder. No quieren ser sustituidos por el pueblo. Por eso es que acuden fervorosamente a la OEA a apelar por la aplicación de la Carta. Cualquier acto que se de en la escena política venezolana y que no favorezca a sus intereses, acuden de inmediato a la OEA a rogar piedad. Imploran al imperio su intervención para aislar al gobierno de la Revolución Bolivariana. Pero aún así, aunque el imperio los apoya, no han podido someter a la Revolución. Todos las acciones del Gobierno Bolivariano están enmarcados dentro de la Constitución Bolivariana de Venezuela, con apoyo del pueblo y respaldo de las FANB.
No obstante, aunque USA favorezca a la Contra-revolución como vocero imperialista de la derecha mundial e invoque los artículos de la Carta, la Revolución Bolivariana no dará marcha atrás. La Unión Cívico Militar, binomio de la Revolución, rechaza la manipulación de las normas racionales de los pueblos de Latinoamérica. El Proceso Bolivariano sigue de pie y ni Almagro ni miles de Almagros, sujetos sumisos al Imperio, mercaderes de sus principios y dignidad, no podrán reducir, ni aniquilar a la Revolución Bolivariana.
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