1. Martes 23/10: Revisión de la investigación microeconométrica "Fuerza A,B" con el equipo multidisciplinario de la Fundación CFI. Lugar Edif. Seniat, Plaza Venezuela, Caracas. 10.00 AM.
2. Miércoles 24/10:
2.1. Reunión con el equipo político de INTEVEP a fines de generar acciones de difusión ideológica por el sector Laguneta de la Montaña y Pozo de Rosas. Lugar Distrito Social, Intevep. Los Teques, 11.00 AM.
2.2. Sesión Final del Curso No. 4 para Difusores Ideológicos del Proceso Revolucionario. Lugar Auditorio Intevep. Los Teques. Desde 1 PM a 6 PM.
3. Jueves 25/10:
3.1. Conferencia didáctica al personal militar de la Comandancia General de la Aviación, "El Proceso Revolucionario y la geopolítica mundial". Lugar Auditorio de la FAV, Base Aérea Francisco de Miranda, La Carlota, Caracas. 10.00 AM.
3.2. Primera reunión con equipo de estudio e investigación (Grupo de Pensadores) del Banco del Tesoro, a fin de generar líneas de acción para crear dentro del SSXXI la Banca Socialista. Lugar Banco del Tesoro, El Rosal, Caracas. 4.00 PM.
3.3. Sesión Final de los Cursos No. 1 y No. 2 para Difusores Ideológicos del Proceso Revolucionario. Lugar Sala de usos Múltiples del Colegio Universitario de Caracas (CUC), La Floresta, Caracas. 6.00 PM.
4. Sábado 27/10:
4.1 Conferencia didáctica en ENELVEN, Maracaibo "La Revolución Bolivariana y el Cambio de Estructura". Lugar Hotel del Lago, Maracaibo. 9.00 AM
4.2. Conferencia didáctica para Brigadistas, Propulsores, Comisionados, Delegados Electos, Consejos Comunales y Fuerza Estudiantil en Barquisimeto. (Sitio por confirmar, 0414- 247-9687). Hora 5.00 PM.
5. Domingo 28/10:
5.1. Conferencia didáctica para Brigadistas, Propulsores, Comisionados, Delegados Electos, Consejos Comunales y Fuerza Estudiantil en Sanare, Edo. Lara. Casa de la Cultura. Hora 10.00 AM.
5.2. Reunión con campesinos y productos agrícolas en Tamboral. Montañas Dintas de Sanare/Montecarmelo, Edo. Lara. Hora 3.00 PM.
6. Lunes 29/10: Conferencia en Montecarmelo con motivo de la celebración del "Día de la Semilla Campesina" en Montecarmelo. Edo. Lara Hora 11.00 AM.
Para más información llamar a (0414) 247-9687 / (0412) 247-9687 / izarraw@cantv.net
domingo, 21 de octubre de 2007
El Contrarrevolucionario
El Contrarrevolucionario
De nuevo en coyuntura. La de ahora apunta al cambio de estructura. Cambio del Estado como estructura del sistema político y cambio en los instrumentos de participación popular. Ahora se aproximan dos eventos contundentes: (i) el Congreso Fundacional del PSUV y (ii) la aprobación de las modificaciones estructurales a la Constitución Bolivariana. Ambos eventos tienen sus opositores. Adversarios al Proceso Revolucionario, quienes una vez más, ejecutarán con fuerza sus planes para minimizar los efectos transformadores de la Revolución. En ambos eventos operará el mimetismo del contrarrevolucionario, disfraz que ataviado de rojo se oculta en la membrana todavía permeable de la Revolución.
A esos encubiertos hay que definirlos bien, para diferenciar su acción contraria a la revolución. Muchos de ellos ya han tomado posiciones de mando dentro de las estructuras del Estado. Por eso es que tenemos que asumir posturas políticas muy claras, ponderadas, densas, contundentes, a fin de neutralizar a quienes se enrolan en el saboteo del avance de la revolución venezolana.
¿Cómo identificamos a los contrarrevolucionarios? Antes que nada comprobemos las raíces políticas de ese elemento. Cuál ha sido su pasado más reciente. Si viene de la IV República y se pasó al chavismo, y ahora pregona el amor a la Revolución cuando antes condenaba el 4F. Pero también hay que examinar a quienes se autoproclaman revolucionarios de siempre.
La contrarrevolución es la gestión archienemiga de la revolución. Son polos opuestos, antagónicos, contrarios. Se repelen. El método de la contra-revolución se sustenta en la acción cupular, sostenedora de la estructura establecida por la democracia representativa. El agente de la contra-revolución no se detiene a aplicar los mandatos constitucionales para transferirle el poder al pueblo. Su objetivo es usufructuar el poder y así acaparar beneficios para sí mismo y para los suyos, dejando solo migajas, lo residual, lo insignificante, para el colectivo.
El agente contrarrevolucionario es portador de la cultura neoliberal capitalista. Consciente o inconscientemente asume la racionalidad del capital, basado en leyes de la acumulación y la maximización del beneficio, como la base de su gestión. Se acopla a la cultura social que engendran esas leyes, las cuales no buscan cambiar la estructura sino mantenerla. Por eso la acción de mando es solo reforma, reparos inocuos, sin cambio estructural. Por lo tanto, la acción reformista que emprende es generadora de alienación. Busca mantener la estructura heredada del puntofijismo, contribuyendo a que el colectivo pierda su conciencia crítica. Que no sepa que el poder es del pueblo, porque se vería obligado a entregarle el mando. Contrariamente a la leyes revolucionarias, el contrarrevolucionario engendra el clientelismo para que el pueblo no se ilustre, no cultive su capacidad de análisis creativo, sino que mantenga su nivel de pasividad y tolerancia. Que se conforme con los bienes materiales que recibe, por la vía del clientelismo, para satisfacer sus necesidades mínimas pero nunca capacitarlo para que asuma la dirección de la sociedad. Para que dirija la República.
Para el agente contrarrevolucionario, el pueblo no es un fin sino un medio. Su objetivo es satisfacer sus propias expectativas de poder y alcanzar riquezas individuales, haciendo uso de ese pueblo. No es su meta crear nuevas leyes que eliminen el clientelismo, ni fomenten la transferencia del poder al pueblo, ni que el gobierno sea instrumento de ese pueblo. El contrarrevolucionario es reformista. No rinde cuentas. No apoya el libre ejercicio de los Consejos Comunales ni que la comunidad ejerza la Contraloría Social, ni mucho menos sustentar la toma de decisiones bajo el método de las asambleas de ciudadanos. El contrarrevolucionario no entiende que ya es hora de que el PSUV no es clientelismo, sino instrumento al servicio de la comunidad para empujar y acelerar la emancipación popular en todas sus dimensiones. El contra-revolucionario no quiere trabajar por el cambio del Estado. No quiere que el pueblo sea quien tenga el poder. El contrarrevolucionario es un oportunista. Defiende al Presidente por conveniencia. No sigue la prédica de fomentar el poder popular, ni atender a los excluidos y desposeídos.
Por todo esto, después de reflexionar al respecto y sacar sus propias conclusiones, el pueblo tiene que saber quienes son los contrarrevolucionarios. Tenerlos en la mira para que no se deje meter gato por liebre.
De nuevo en coyuntura. La de ahora apunta al cambio de estructura. Cambio del Estado como estructura del sistema político y cambio en los instrumentos de participación popular. Ahora se aproximan dos eventos contundentes: (i) el Congreso Fundacional del PSUV y (ii) la aprobación de las modificaciones estructurales a la Constitución Bolivariana. Ambos eventos tienen sus opositores. Adversarios al Proceso Revolucionario, quienes una vez más, ejecutarán con fuerza sus planes para minimizar los efectos transformadores de la Revolución. En ambos eventos operará el mimetismo del contrarrevolucionario, disfraz que ataviado de rojo se oculta en la membrana todavía permeable de la Revolución.
A esos encubiertos hay que definirlos bien, para diferenciar su acción contraria a la revolución. Muchos de ellos ya han tomado posiciones de mando dentro de las estructuras del Estado. Por eso es que tenemos que asumir posturas políticas muy claras, ponderadas, densas, contundentes, a fin de neutralizar a quienes se enrolan en el saboteo del avance de la revolución venezolana.
¿Cómo identificamos a los contrarrevolucionarios? Antes que nada comprobemos las raíces políticas de ese elemento. Cuál ha sido su pasado más reciente. Si viene de la IV República y se pasó al chavismo, y ahora pregona el amor a la Revolución cuando antes condenaba el 4F. Pero también hay que examinar a quienes se autoproclaman revolucionarios de siempre.
La contrarrevolución es la gestión archienemiga de la revolución. Son polos opuestos, antagónicos, contrarios. Se repelen. El método de la contra-revolución se sustenta en la acción cupular, sostenedora de la estructura establecida por la democracia representativa. El agente de la contra-revolución no se detiene a aplicar los mandatos constitucionales para transferirle el poder al pueblo. Su objetivo es usufructuar el poder y así acaparar beneficios para sí mismo y para los suyos, dejando solo migajas, lo residual, lo insignificante, para el colectivo.
El agente contrarrevolucionario es portador de la cultura neoliberal capitalista. Consciente o inconscientemente asume la racionalidad del capital, basado en leyes de la acumulación y la maximización del beneficio, como la base de su gestión. Se acopla a la cultura social que engendran esas leyes, las cuales no buscan cambiar la estructura sino mantenerla. Por eso la acción de mando es solo reforma, reparos inocuos, sin cambio estructural. Por lo tanto, la acción reformista que emprende es generadora de alienación. Busca mantener la estructura heredada del puntofijismo, contribuyendo a que el colectivo pierda su conciencia crítica. Que no sepa que el poder es del pueblo, porque se vería obligado a entregarle el mando. Contrariamente a la leyes revolucionarias, el contrarrevolucionario engendra el clientelismo para que el pueblo no se ilustre, no cultive su capacidad de análisis creativo, sino que mantenga su nivel de pasividad y tolerancia. Que se conforme con los bienes materiales que recibe, por la vía del clientelismo, para satisfacer sus necesidades mínimas pero nunca capacitarlo para que asuma la dirección de la sociedad. Para que dirija la República.
Para el agente contrarrevolucionario, el pueblo no es un fin sino un medio. Su objetivo es satisfacer sus propias expectativas de poder y alcanzar riquezas individuales, haciendo uso de ese pueblo. No es su meta crear nuevas leyes que eliminen el clientelismo, ni fomenten la transferencia del poder al pueblo, ni que el gobierno sea instrumento de ese pueblo. El contrarrevolucionario es reformista. No rinde cuentas. No apoya el libre ejercicio de los Consejos Comunales ni que la comunidad ejerza la Contraloría Social, ni mucho menos sustentar la toma de decisiones bajo el método de las asambleas de ciudadanos. El contrarrevolucionario no entiende que ya es hora de que el PSUV no es clientelismo, sino instrumento al servicio de la comunidad para empujar y acelerar la emancipación popular en todas sus dimensiones. El contra-revolucionario no quiere trabajar por el cambio del Estado. No quiere que el pueblo sea quien tenga el poder. El contrarrevolucionario es un oportunista. Defiende al Presidente por conveniencia. No sigue la prédica de fomentar el poder popular, ni atender a los excluidos y desposeídos.
Por todo esto, después de reflexionar al respecto y sacar sus propias conclusiones, el pueblo tiene que saber quienes son los contrarrevolucionarios. Tenerlos en la mira para que no se deje meter gato por liebre.
miércoles, 17 de octubre de 2007
Congreso Fundacional 1
Lo histórico del PSUV no solo está definido por su intención de constituirse en una macro-organización popular por la manifestación expresa de quienes lo conciben. Se requiere además de la concreción teórica de sus postulados, factibles de materializarse en la práctica revolucionaria del ahora 2007 y en el futuro más inmediato del 2008. Para ello, para que el PSUV se convierta en esa herramienta histórica del pueblo, considero que sus miembros tienen que reflexionar acerca de 4 elementos primarios, básicos y fundamentales. Éstos son: (i) el rol de miembro del Congreso como pensador; (ii) el Bien Común como esencia del proceso revolucionario; (iii) el cambio de estructura a partir de un nuevo Estado; y, (iv) la sustitución de la categoría partido político por una nueva que denote la ruptura de paradigma.
Cada miembro del Congreso Fundacional tiene que ser un pensador nato. Activo intelectualmente. Un estudioso de los puntos que se van a tratar. No puede ser un estéril o incapacitado para discernir y emitir sus propios juicios. No puede ser pusilánime sumiso que actúa de manera autómata para hacer lo que los demás le indiquen. Tiene que partir siempre de su capacidad para relacionar datos y realidades que le permita construir su propio modelo político. Pasar de lo abstracto a lo tangible y verificable. Si no tiene el hábito del estudio tiene que adquirirlo y desarrollar su energía para procurarse la voluntad de un revolucionario de base, de un individuo crítico, de un venezolano que está inventando la estructura popular de los próximos 100 años.
A partir de la postura crítica que asuma el miembro del Congreso dada cómo un hecho ético y moral, se requiere entonces considerar como el norte del Congreso, como la meta-objetivo de la nueva estructura el Bien Común del colectivo. La estructura a crearse no puede nacer viciada con la herencia del clientelismo y pretender que su acción se circunscriba a servir de aparato de poder a cúpulas o individuos de poder. Esa era la razón de ser de los partidos políticos reformistas del período de la Democracia Representativa. Ahora lo que mueve a esta naciente estructura es la satisfacción de las expectativas del colectivo nacional en todas sus dimensiones existenciales. El usufructo de poder, rasgo predominante del puntofijismo, no puede seguir vigente. El Bien Común es la esencia del Proceso Revolucionario y por lo tanto las decisiones que adopte el Congreso deben estar basada en este postulado definitorio de lo histórico del PSUV.
Si así se hace, entonces todo lo que se derive de esas decisiones irá en la dirección del cambio de estructura. Así como la Reforma Constitucional, a ser aprobada el 2 de diciembre, acelera directamente la Revolución e incide en la transformación del Estado reformista en Estado revolucionario y comunitario, así mismo el Congreso Fundacional debe materializar lo que implica la aceleración directa en la concepción de un instrumento que se coloque al servicio de la comunidad. No es que esa estructura sea empleada por sus dirigentes para promocionar sus expectativas y alcanzar un cargo de elección popular. De ninguna manera. El PSUV tiene que colocarse al servicio de la comunidad para impulsar su emancipación plena; y tiene que considerar el acto electoral como revolucionario, es decir tomar el poder para transferirlo al pueblo y no como acto burocrático para ser usufructuado por grupitos y líderes manipuladores de la masa alienada. El cambio de estructura tiene que asumirse al introducir la virtud “humildad” como condición imperante en el liderazgo de sus dirigentes. El líder revolucionario es humilde y enseña a su comunidad a serlo también y a romper con la alienación cultural virus del pueblo que lo somete y lo hace acrítico y autómata.
El Congreso Fundacional tiene que ser perseverante en cambiar la categoría de partido político por instrumento popular o su equivalente. Partido político es similar a clientelismo. No es revolución, ni Bien Común, ni emancipación. Por el contrario es sometimiento y alienación. Revolución es cambio de paradigma y nueva cultura política. Por lo tanto, si el Congreso Fundacional es revolucionario y gestor de rupturas de paradigmas, teniendo un conjunto de miembros pensadores, sensibilizados por los postulados de Socialismo del Siglo XXI y con visón histórica, entonces lo que debe generar al final de sus deliberaciones es una estructura popular radicalmente diferente u opuesta a lo que hasta ahora hemos conocido como partido político.
Cada miembro del Congreso Fundacional tiene que ser un pensador nato. Activo intelectualmente. Un estudioso de los puntos que se van a tratar. No puede ser un estéril o incapacitado para discernir y emitir sus propios juicios. No puede ser pusilánime sumiso que actúa de manera autómata para hacer lo que los demás le indiquen. Tiene que partir siempre de su capacidad para relacionar datos y realidades que le permita construir su propio modelo político. Pasar de lo abstracto a lo tangible y verificable. Si no tiene el hábito del estudio tiene que adquirirlo y desarrollar su energía para procurarse la voluntad de un revolucionario de base, de un individuo crítico, de un venezolano que está inventando la estructura popular de los próximos 100 años.
A partir de la postura crítica que asuma el miembro del Congreso dada cómo un hecho ético y moral, se requiere entonces considerar como el norte del Congreso, como la meta-objetivo de la nueva estructura el Bien Común del colectivo. La estructura a crearse no puede nacer viciada con la herencia del clientelismo y pretender que su acción se circunscriba a servir de aparato de poder a cúpulas o individuos de poder. Esa era la razón de ser de los partidos políticos reformistas del período de la Democracia Representativa. Ahora lo que mueve a esta naciente estructura es la satisfacción de las expectativas del colectivo nacional en todas sus dimensiones existenciales. El usufructo de poder, rasgo predominante del puntofijismo, no puede seguir vigente. El Bien Común es la esencia del Proceso Revolucionario y por lo tanto las decisiones que adopte el Congreso deben estar basada en este postulado definitorio de lo histórico del PSUV.
Si así se hace, entonces todo lo que se derive de esas decisiones irá en la dirección del cambio de estructura. Así como la Reforma Constitucional, a ser aprobada el 2 de diciembre, acelera directamente la Revolución e incide en la transformación del Estado reformista en Estado revolucionario y comunitario, así mismo el Congreso Fundacional debe materializar lo que implica la aceleración directa en la concepción de un instrumento que se coloque al servicio de la comunidad. No es que esa estructura sea empleada por sus dirigentes para promocionar sus expectativas y alcanzar un cargo de elección popular. De ninguna manera. El PSUV tiene que colocarse al servicio de la comunidad para impulsar su emancipación plena; y tiene que considerar el acto electoral como revolucionario, es decir tomar el poder para transferirlo al pueblo y no como acto burocrático para ser usufructuado por grupitos y líderes manipuladores de la masa alienada. El cambio de estructura tiene que asumirse al introducir la virtud “humildad” como condición imperante en el liderazgo de sus dirigentes. El líder revolucionario es humilde y enseña a su comunidad a serlo también y a romper con la alienación cultural virus del pueblo que lo somete y lo hace acrítico y autómata.
El Congreso Fundacional tiene que ser perseverante en cambiar la categoría de partido político por instrumento popular o su equivalente. Partido político es similar a clientelismo. No es revolución, ni Bien Común, ni emancipación. Por el contrario es sometimiento y alienación. Revolución es cambio de paradigma y nueva cultura política. Por lo tanto, si el Congreso Fundacional es revolucionario y gestor de rupturas de paradigmas, teniendo un conjunto de miembros pensadores, sensibilizados por los postulados de Socialismo del Siglo XXI y con visón histórica, entonces lo que debe generar al final de sus deliberaciones es una estructura popular radicalmente diferente u opuesta a lo que hasta ahora hemos conocido como partido político.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)