Energía Morfogenética

Energía Morfogenética
Fuerza de los Revolucionarios para luchar de manera inquebrantable por consolidar la Revolución Bolivariana

III Curso para Difusores e Investigadores del Socialismo Bolivariano

III Curso para Difusores e Investigadores del Socialismo Bolivariano
Se iniciia el 31.05 a las 08.30am en la UBV de Caracas, Los Chaguaramos, Piso 10, Sala Cruz Diez

Hacia la Capilla ardiente de 10 días

Hacia la Capilla ardiente de 10 días
Fueron cientos de miles quizás millones...no se sabe cuántos desfilaron frente a Chávez para darle su adiós

El Comunismo en Venezuela en 2017

El Comunismo en Venezuela en 2017
El comunismo hoy en día en el siglo XXI lo interpreto como el modo de vida que se fundamenta en la espiritualidad (razón política de energía morfogenética para luchar por transformar el mundo) del ser para organizar a la sociedad en componentes comunitarios que buscan alcanzar el Bien Común (racionalidad de justicia), la producción socialista y el poder popular expresado por vía del autogobiernC

Táctica y Estrategia de la Revolución Bolivariana en la coyuntura del 12 de Octubre

Táctica y Estrategia de la Revolución Bolivariana en la coyuntura del 12 de Octubre
Quienes creen en el Socialismo Bolivariano (Revolución), como otro modo de vida diferente al capitalismo, buscan la realización de actos dirigidos a transformar el capitalismo y generar una nueva estructura de relaciones humanas que invente el otro mundo posible.

El MNOAL y el Socialismo Bolivariano

El MNOAL y el Socialismo Bolivariano
La coyuntura en que se encuentra Venezuela al realizarse la Cumbre de los Países del MNOAL es una oportunidad, para el país que sigue de manera inexpugnable alcanzar la viabilidad de construir el Socialismo Bolivariano

La Revolución Bolivariana es un paradigma que guía a los movimientos emancipadores del mundo

La Revolución Bolivariana es un paradigma que guía a los movimientos emancipadores del mundo
La fuerza interior se crece para transformarse en ímpetu imbatible al dominar las ideas que proyectan el modo de vida sustentado en el socialismo, razón del reto contra las fuerzas de USA, de la derecha mundial y la globalización universal.

Talento, Bien Común y Virtud vs Fascismo, Odio y Destrucción

Talento, Bien Común y Virtud vs Fascismo, Odio y Destrucción
El Bien son los principios, la ética, la moral de la justicia, la razón del espíritu. El Bien es el amor al prójimo y la Buena Voluntad. El Mal es el odio, la devastación consciente, la intención de hacer daño, la negación de la idea, del pensamiento y de la Revolución.

La Carta Democrática Interamericana, instrumenrto de USA para mantener su hegemonía

La Carta Democrática Interamericana, instrumenrto de USA para mantener su hegemonía
No puede uno de sus miembros (OEA) invocar la aplicación de la Carta cuando se carece de moral política por ser violador de su articulado.

El Partido Político tiene que transformarse en estructura para la emancipación

El Partido Político tiene que transformarse en estructura para la emancipación
Democracia Directa es el nuevo estadio que tiene que asumir la Revolución Bolivariana una vez que el pueblo venza a la GNC, a la desestabilización, a la derecha mundial, al Comado Sur, al Departamento de Estado, a los gobiernos de la derecha mundial y al Presidente de USA.

viernes, 7 de diciembre de 2012

El Movimiento por la Democracia Directa: Concepto, Organización y Acción.


I. Concepto


El Movimiento por la democracia directa es una organización política que promueve y fomenta la participación de las comunidades para que de forma directa, activa, responsable y organizada asuman la toma de decisiones y la gestión de su entorno cultural, económico, social y político en la comunidad, parroquia, municipio, estado y en todo el país, con el objeto de:
(i)             elevar la calidad de vida del individuo hasta alcanzar el Buen Vivir;
(ii)            difundir la ideología del Socialismo Bolivariano a los fines de crear un nuevo
modelo de sociedad;
(iii)            formar políticamente al ser revolucionario para alcanzar los niveles de conciencia crítica;
(iv)           estimular el saber como la vía para generar el cambio de estructura en el marco de la autogestión;
(v)            desarrollar  el pensamiento craedor para mantener en permanente inventiva el poder constituyente del pueblo;
(vi)           fortalecer la espiritualidad del ser para que desarrolle su fuerza integral interna y genere la conciencia del Amor al Prójimo, la Buena Voluntad y el Bien Común.


 

II. Organización del MDD


Primera Etapa

El MDD retoma su organización originaria, conjuntamente con la acción de producción intelectual, para la fundamentación teórica y desarrollo de la práctica creadora en el escenario político de la Venezuela del Siglo XXI. Tres aéreas de acción gerencial nos proponemos consolidar en esta primera etapa de rehabilitación en tres niveles: (i) dirección, (ii) operativo y (iii) comunitario.

Nivel de dirección
El nivel de dirección comprende dos aspectos: el estratégico y el tàctico. El Estratégico se aboca a la elaboración de los planes de acción y a evaluar su ejecución. El Táctico tiene por objeto materializar esos planes. El nivel operativo abarca la vinculación directa con las comunidades del Distrito Capital y los Estados del país. Su misión es enlazar la dirección del MDD con los líderes de las comunidades. Finalmente, el nivel comunitario comprende el establecimiento de organizaciones locales con miembros de una comunidad determinada, para la resolución de problemas, tramitación de requerimientos y concretar los objetos del MDD establecido en el Concepto arriba señalado.

El máximo órgano de liberación, decisión y dirección nacional es la Asamblea Nacional del MDD, la cual deberá reunirse al menos una (1) vez al año en forma ordinaria; así como podrá hacerlo de manera extraordinaria. La Asamblea Nacional se integrará con todos los miembros del MDD a nivel nacional de acuerdo a lo que determine el reglamento interno de funcionamiento.

La Dirección  Política Nacional (DPN)  es el órgano de planificación estratégica del Movimiento. Se integrará con los miembros de la Dirección Ejecutiva Nacional (DEN) y los miembros de las Direcciones Ejecutivas de los Estados (DEE). Tendrá a su cargo el diseño de estrategias, líneas y orientaciones políticas generales. Se reunirán al menos una vez cada tres (3) meses.

La Dirección Ejecutiva Nacional (DEN) es el órgano de dirección estratégica y táctica a nivel nacional para la aplicación y ejecución de los planes elaborados a nivel de DPN. Estará constituida por el Grupo Estratégico (GEST) y el Grupo Operativo (GO). Tendrá a su cargo la atención ejecutiva de los problemas y tareas del momento político. Esta estructura deberá ser flexible, de manera que se adapte a los requerimientos funcionales de los planes estratégicos, tácticos y operacionales del Movimiento.

El GEST es el órgano de planificación táctica de la Dirección Ejecutiva Nacional (DEN), teniendo por misión planificar y evaluar las actividades que se derivan de los planes estratégicos emanados de la Dirección Política Nacional. El GEST lo forman once (11) personas que tienen voz y voto por igual. Este número de miembros puede ampliarse en la medida de avance del Movimiento y en atención a las necesidades específicas que se vayan dando durante el proceso de su estructuración y consolidación. El GEST se organiza con base en una estructura compuesta por un (1) director, cinco (5) comisiones de trabajo y un (1) secretario. Al director del GEST, le corresponderá ejercer las funciones de director ejecutivo nacional y coordinador nacional del Movimiento. El secretario del GEST será designado por el director. Las comisiones de trabajo son: Política; Organización; Ideología; Investigación y Producción Intelectual; y Logística. Cada una deberá organizarse con dos (2) miembros del GEST como mínimo, quedando uno de ellos como coordinador de su área específica. La designación de los coordinadores de las comisiones de trabajo serán decididos por votación simple de los miembros del GEST.

El Grupo Operativo (GO) es el órgano de ejecución de la Dirección Ejecutiva Nacional (DEN), teniendo por misión desarrollar los planes operativos que elabore el GEST. Sus miembros pertenecen al GEST. Su acción es permanente y sus miembros deben estar disponibles las veinticuatro (24) horas del día durante los 365 días del año. El GO lo forma un (1) Secretario Ejecutivo y cinco (5) miembros, quienes tienen la responsabilidad de activar todos los planes del GEST. El GO cuenta con la autonomía necesaria de acción política, pudiendo conformar tantos equipos de especialistas o asesores como la situación lo exija. Le corresponderá ejercer las funciones de secretario ejecutivo del GO al director del GEST. Los miembros del GO son elegidos por el GEST.


La Dirección Ejecutiva Estadal (DEE) es el órgano de dirección táctica de cada estado nacional. Estará constituida por un (1) Secretario Estadal y cinco (5) miembros que actuarán como coordinadores de las comisiones de trabajo. Estas son: Política; Organización; Ideología; Investigación y Producción Intelectual; y Logística. El cargo de secretario estadal, asi como el de miembro de la dirección, se alcanzan por la vía de la elección popular mediante la realización de la asamblea para tal fin, la cual contará con todos los miembros del Movimiento en el Estado.

El Grupo Operativo Municipal (GOM) es el órgano de coordinación y ejecución operativa a nivel municipal, cuyo funcionamiento estará circunscrito a uno (1) o más municipios de cada estado nacional. Estará constituido por un (1) Secretario Municipal y cinco (5) miembros, quienes actuarán como coordinadores de las comisiones de trabajo. Estas son: Política; Organización; Ideología; Investigación y Producción Intelectual; y Logística. El cargo de secretario municipal, asi como el de miembro del GOM, se alcanzan por la vía de la elección popular mediante la realización de la asamblea para tal fin, la cual contará con todos los miembros del Movimiento en el Municipio.

El Grupo Operativo Parroquial (GOP) es el órgano de coordinación y ejecución operativa a nivel parroquial, cuyo funcionamiento estará circunscrito a una (1) o más parroquias de cada municipio. Estará constituido por un (1) Secretario Parroquial y cinco (5) miembros que actuarán como coordinadores de las comisiones de trabajo. Estas son: Política; Organización; Ideología; Investigación y Producción Intelectual; y Logística. El cargo de secretario parroquial, asi como el de miembro del GOP, se alcanzan por la vía de la elección popular mediante la realización de la asamblea para tal fin, la cual contará con todos los miembros del Movimiento en la parroquia.

Las Unidades Básicas de Acción (UBA)  son los órganos de acción primaria del Movimiento. Tienen por misión desarrollar la tesis de la democracia directa en las bases del pueblo venezolano. Estarán integradas por un mínimo de tres (3) y un máximo de siete (7) personas, en su lugar de trabajo, vivienda, estudio o cualquier otra área de la comunidad nacional. Cada Unidad Básica de Acción (UBA) reproducirá en su seno las actividades del Movimiento dando respuesta a las exigencias de lo organizativo, lo político, lo doctrinario, lo referente a la calidad de vida, lo deportivo, lo cultural, los derechos humanos y ciudadanos, y cualquiera otra realidad social de su entorno comunitario.


Todos los cargos de dirección, secretaría, coordinadores de comisiones y cualquier otro que se creara será electo por la vía democrática de las asambleas populares en su ámbito respectivo. Así tenemos que una vez creadas las Unidades Básicas de Acción (UBA), éstas elegirán por medio de la asamblea parroquial al Grupo Operativo Parroquial (GOP). Igualmente el Grupo Operativo Municipal (GOM), será electo por todos los miembros del Movimiento reunidos en asamblea en su municipio respectivo. La elección de la Dirección Ejecutiva Estadal (DEE), se hará a través de las asambleas de todas las UBA de todo el estado. Finalmente, la Dirección Ejecutiva Nacional (DEN), será electa en la Asamblea Nacional del Movimiento. A los efectos de normar todo el proceso de elecciones internas del Movimiento, la DEN elaborará el reglamento respectivo.


Nivel Operativo

El Nivel Operativo abarca la vinculación directa con las Comunidades del Distrito Capital y los Estados del país. Su misión es enlazar la dirección con los líderes de las comunidades.



Nivel Comunitario

El Nivel Comunitario comprende el establecimiento de organizaciones locales (UBA) con miembros de una comunidad determinada, para la resolución de problemas, tramitación de requerimientos y concretar los objetos del MDD establecido en el Concepto arriba señalado.

Tanto el Nivel Operativo como el Nivel Comunitrario se concretan con la ejecución de los planes tácticos que teien por misión desarrollar la GEST y el GO.


III. La Acción Política del MDD


El accionar político del MDD se centra en el Colectivo Nacional (comunidades organizadas o no) asumiendo el rol de instrumento político para serle útil a fin de satisfacer sus expectativas. Los fundamentos teóricos que sustenta el MDD, le obligan a cumplir sus tareas partiendo de un nuevo concepto de política, el cual la considera como la participación directa de la comunidad, actuando como poder constituyente a fin de alcanzar las metas del Bien Común del Colectivo Nacional (Sociedad Comunitaria) y de cambio de estructura a fin de crear un nuevo modelo de sociedad sustentado en el Socialismo Bolivariano.  Por este motivo es que el MDD renace para llenar los vacíos orgánicos e ideológicos que han dejado las organizaciones políticas que no se han adentrado en la ideología y el conocimiento como factores fundamentales de un nuevo modo de vida impulsado por la Revolución Bolivariana.
El MDD impulsará la participación directa del Colectivo Nacional ante las nuevas realidades del Proceso Revolucionario que exige profundizar su acción para llevar a cabo el cambio de estructura reflejado en la transformación, sustitución y nueva génesis en las relaciones de poder, sociales y de producción.

El MDD como estructura política de estímulo a la creación e inventiva populares y fomento intelectual de participación directa del colectivo (sin intermediación de entes clientelares) renace para adaptarse de manera flexible, dinámica y colectiva  a los tipos de organización comunitaria que aparecerán en la sociedad como consecuencia de las nuevas relaciones que se establecen entre la sociedad, el estado y el gobierno.


Democracia Directa: Sustentos filosóficos y existenciales

El individuo como centro de desarrollo

La democracia directa parte del concepto que considera al hombre como el centro de desarrollo. El hombre como factor primario al cual se le debe estimular para otorgarle valores que le permitan alcanzar la prosperidad, la riqueza y altos niveles existenciales en el orden moral y espiritual. La democracia directa asume al hombre como centro primordial de su atención, promoción y evolución y, por lo tanto, es éste quien debe tomar las decisiones que le permitan definir el modelo de desarrollo socio económico de su comunidad. La democracia directa conduce y estimula la participación individual para que domine su entorno en base a sus  creencias, hábitos, costumbres y expectativas de vida.

Valores de hombre
Como parte de los valores que proclama la democracia directa los cuales deben otorgárseles al individuo y a reconocérselos como un derecho a poseer está la propiedad de la tierra como valor primario. La posesión de la tierra es fundamental  e indispensable para llegar a las metas del cambio profundo que busca la sociedad. La democracia directa incentiva la participación de todos sin excepción y promueve que cada quien exprese sus ideales, manifieste lo que busca en la vida y ejecute los acuerdos de creación o transformación de su hábitat, medio natural de subsistencia o entorno material.



Principios fundamentales de la democracia directa
Tres principios fundamentales definen el carácter democrático y revolucionario de la democracia directa: la comunidad organizada, la toma de decisiones por parte de la comunidad y el bien común.

El principio de la comunidad organizada se traduce en una búsqueda de la disciplina social del colectivo, para alcanzar estadios de autosuficiencia a fin de generar los medios y canales de producción más apropiados para la comunidad.  La comunidad organizada permite establecer las vías para aprender a dominar la técnica, los oficios y las habilidades que se necesitan poseer para crear o inventar
los instrumentos teóricos y prácticos que conduzcan a esa comunidad a la satisfacción de sus necesidades políticas, sociales y económicas.

La toma de decisiones por parte de la comunidad  es el método que permite canalizar las inquietudes del pueblo ante los organismos intermediarios del poder público, entre ellos el gobierno nacional, para que éste actúe en base a las decisiones adoptadas por ese colectivo.

El bien común  es la satisfacción de las expectativas del colectivo en sus niveles más elevados de lo espiritual, lo material y lo moral. El bien común induce al individuo a convertirse en un ser terrenal de buena voluntad. Por lo tanto, el bien común es el ejercicio más sublime de la manifestación espontánea del amor por el prójimo. Es la búsqueda por dignificar la condición humana. Es la generación de canales para que el hombre pueda ser próspero y rico en todos los aspectos de la vida. El bien común es llevar la felicidad al individuo, al grupo y a la sociedad.

Razón existencial
Cuando creemos en los más nobles ideales que identifican la razón de nuestra lucha política, nada podrá detenernos.  Más allá de la expresiones teóricas y manifestaciones formales, tales como la dirección de una organización política o ser electo para un cargo de representación popular, se ubican los ideales y las expectativas por alcanzar las metas que trascienden lo establecido. Más democracia para el pueblo es uno de esos ideales, convertido también en una consigna revolucionaria de corte universal. La participación auténtica del pueblo, otro de los ideales, se convierte en el objetivo que sintetiza la conducta de quienes hemos sido forjado en la lucha por alcanzar la transformación y cambio radical de la sociedad. La democracia directa,  principio rector de esa lucha, pasa a ser la meta ulterior que guía a los guardianes del destino de Venezuela. Quienes así nos consideramos debemos hacer del cambio revolucionario la fuerza de contención a los reformistas, oportunistas y demás desviadores del proceso que no quieren darle paso a las innovaciones de una nueva sociedad. La conducta puesta de manifiesto por los que representan el statu quo o reformismo,  significa todo lo contrario al proyecto de reconstrucción nacional. Proyecto que plantea la real participación del colectivo en el proceso de toma de decisiones y cuyo objetivo es transferir, por vez primera en la historia de la República, el poder al pueblo. La meta a alcanzar es la revolución de la democracia directa. A todo esto se opone la reforma. El statu quo, lo establecido, el puntofijismo o los imitadores del cogollo, estén ubicados en cualquier espacio de la escena política, son categorías similares que significan antidemocracia, que niegan la participación de la sociedad organizada en la toma de decisiones. La reforma siempre se opondrá a la participación democrática del individuo y de los grupos que se organizan para ejercer ese derecho. La reforma nunca incentivará la participación del colectivo ni del hombre común en la toma de decisiones.  La reforma es todo lo contrario al desarrollo autónomo de las decisiones por parte de la comunidad organizada. La realización de asambleas, por ejemplo, pero de asambleas auténticas del pueblo representa la genuina participación del colectivo en la gestión de dirección de la sociedad. No obstante, esto no cabe en la reforma. La reforma es el  cogollo. La reforma agotó su tiempo y resquebrajó su espacio. Lo hizo crujir y por lo tanto permitió el colapso del sistema por usurparle el poder al pueblo y enquistarse en la estructura cupular del mando de la sociedad. Vernos en ese ejemplo es una recomendación a los que se identifican con la revolución. Aprender de los errores autocráticos de la reforma es un deber de quienes queremos poner en práctica la democracia directa. La revolución de la democracia directa representa la auténtica lucha popular por construir los caminos de los nuevos tiempos de Venezuela. Asi tiene que ser entendido por quienes quieren ser protagonistas de los cambios. El hombre que aspira a escribir la historia de la Patria, indistintamente del sitio que le corresponda protagonizar,  lo hará  colocándose al servicio del pueblo. Haciéndolo así, obtendrá su recompensa cuando actúe pensando en serle útil a la sociedad y dejando sin efecto las ambiciones personales que lo tientan a caer en las perversiones del poder. Si la prédica por alcanzar los cambios verdaderos se identifica con la participación del colectivo, los que tienen la responsabilidad de dirigirlo nunca deben actuar en sentido opuesto. Su obligación es luchar a su lado, buscando el consenso de todos. Mantenernos en los caminos de la defensa por la democracia del pueblo más que una prerrogativa individual es una obligación de nuestro destino. De igual manera, la comunidad tiene que asumir su firme participación y su plena disposición a hacer valer la libertad de conciencia en la toma de decisiones. Solamente así justificará su condición de pueblo con plenos derechos al servicio de la causa revolucionaria y al proyecto de reconstrucción nacional.

Para derrotar a la reforma debemos ser consecuentes con los postulados que invocamos. Debemos ser humildes al administrar el poder. Tenemos que mantenernos firme en enfrentar a la reforma y no dejarnos llevar por la fascinación de convertirnos en cúpula y caer en la tentación de imponer el mando estilo cogollo del statu quo. Son nuevos tiempos los que han llegado para nuestro país. Es el momento estelar del pueblo y su protagonismo. Todos los que nos sentimos revolucionarios debemos cumplir nuestro exacto rol como instrumento del pueblo. De esta manera nos entenderemos todos y nos reubicaremos en el justo camino que ha guiado una lucha imperecedera de tantos años invertidos y llenos de esperanza.


La lucha política

Ya lo hemos dicho, la lucha política es infinita. Nunca se agotan las batallas, ni jamás se alcanzan los objetivos como previamente se han definido. La lucha política no tiene fronteras, ni territorio específico de confrontación. Es abierta y despiadada. Sin escrúpulos, ni moral. Seduce a sus actores y subyuga a quienes la protagonizan. La lucha política no tiene lógica, ni induce a quienes la soportan al sentido común. La lucha política es inagotable y puede ser asumida tanto para hacer el bien, como para hacer daños al adversario. La lucha política es un vehículo del accionar del hombre y de los pueblos para consolidar el poder. Gesta que puede ser entendida, de acuerdo al marco referencial del actor, como justificable de los medios empleados. La lucha política es entonces un medio para alcanzar el poder. Poder que puede tener dos significativas interpretaciones. Una primera interpretación: aquella que lo emplea  para decidir democráticamente en beneficio del colectivo, aceptando y respetando, el juicio de los miembros de la sociedad. Aquí estamos ante una práctica del poder como factor e instrumento de los cambios que demanda la mayoría. En este sentido, el ejercicio del poder es positivo. Otra interpretación es el poder que se asume, consciente o inconscientemente, como vicio ambicionado por una persona o grupo, el cual les da el privilegio de dirigir a la sociedad de una manera arbitraria, para usufructuarlo. Ese poder autoritario genera en quienes lo ostentan, un halo de superioridad sobre el colectivo nacional que estimula al ego, alejándolos de lo que realmente se busca con las transformaciones políticas. Desde esta perspectiva, el ejercicio del poder resulta negativo para la aceptación de la mayoría. En consecuencia, generará frustración y reacciones de oposición por parte de la sociedad. Pero la administración de ese poder es lo que nos va a proyectar como verdaderos constructores de la nueva República.

La democracia directa puede ser entendido como un sistema político que genera luchas para obtener el poder y así alcanzar las transformaciones más justas del desarrollo de la sociedad. No debemos olvidarnos que los hombres de buena voluntad tenemos por misión lograr el bien común para todo el colectivo nacional. Por eso la lucha de quienes creemos en la democracia directa se fundamenta en serle útil a la sociedad para satisfacer las expectativas individuales y colectivas del pueblo. Expectativas que buscan obtener los estadios más elevados de prosperidad de la Patria. Prosperidad que se fundamenta en  velar por el bien de todos los venezolanos y en cultivar en los ciudadanos  la conciencia de ser dueños de su destino y de asumir la dirección de los procesos sociales en que se ve envuelto diariamente. De allí que la democracia directa postule el Poder Constituyente como expresión ideológica que permita transferir la toma de decisiones al colectivo en su conjunto. El poder constituyente es el poder del pueblo. Esta es la auténtica lucha popular por construir caminos que se abren a los nuevos tiempos. Así tiene que ser entendida y practicada por los que quieren ser protagonistas de los cambios. Así tiene que asumirse en los gestores del pueblo, por los luchadores políticos, quienes se convertirán en ejecutores del poder.


Pragmatismo e ideología
La práctica de la política es la audacia del pragmatismo. El pragmatismo de la onda política. El ejercicio del qué hacer para mantener una línea consecuente con las ideas que enmarcan un proyecto de acción social, estará siempre determinado por las decisiones que debemos tomar en los momentos más inesperados. Decisiones que significan la gloria del triunfo o el infierno de la derrota. En política siempre se estará muy cerca de este flujo ondulante. Y asi mismo, los vínculos que se generan como consecuencia del pico de la onda en que nos encontremos, determinarán el sitio que ocuparemos en la escala del poder y de los que nos acompañarán a nuestro lado. Hoy podemos estar arriba, en estrecha relación con la fuente que dimana ese poder, por lo tanto nos veremos rodeados de supuestos leales; pero, mañana por errores, omisiones o por la misma dinámica de las decisiones, podemos vernos en la caldera del fuego infernal, y asi, aquella lealtad se esfumará. Se desvanecerá por ausencia del halo que genera la fuerza del poder. Entender que es asi el juego político nos conduce a asumir la lucha en términos más serenos. Nada fluye con la lógica que hemos construido en nuestro pensamiento. Todo es resultado de los intereses que prevalecen para mantener la línea ascendente hacia la consecución de las metas propuestas.  Sin embargo existe la nobleza de los principios humanos que, indistintamente del sitio en que nos encontremos dentro de ese flujo ondulante del poder, deben mantenerse vigentes y muy firmes por alcanzar su realización plena. En los actuales momentos nos podemos ver envueltos en muchas situaciones que nos llevan a estar hoy arriba, pero mañana abajo. En esos casos, los que mantienen vigentes los principios que animan su lucha, no deben desmoralizarse. El puesto que se ocupe es irrelevante en cuanto a las metas que se buscan por implantar un proyecto de cambio y de verdadera transformación. Cualquier espacio es vital. La derrota no cabe en los hombres audaces. La lucha continúa y nunca estará ausente de quienes nos consideramos guardianes del destino de Venezuela. Esa es la misión que debemos cumplir. Por lo tanto, ni estando abajo o arriba, nada podrá cambiar la fuerza espiritual que tenemos profundamente arraigada a nuestra alma y nuestro corazón. El pragmatismo debe ser lo circunstancial del hecho concreto. Los ideales, los sueños, la lucha acumulada en  tantos años de feroz guerra contra un sistema político determinado, debe ser la pauta que defina nuestra verdadera conducta. Y esto debe ser un estímulo constante que nos revitalice para continuar creyendo en el proyecto de vida que hemos construido para ver nacer una patria diferente y más próspera. El talento, la creatividad, la inventiva, todas estas virtudes que siempre estarán de parte de los hombres de buena voluntad, tienen que hacerse presente para que podamos cambiar ese flujo ondulante que nos fustiga y nos arrolla cuando la fortuna nos pretende abandonar. La fortuna siempre ayudará a los audaces y los hombres de buena voluntad.


La necesidad de una estructura ideológica.
La lucha política demanda espacios en la estructura intelectual del hombre de hoy que necesitan ser llenados con ideales. Con sueños, sentimientos y emociones que le den sentido a la vida y a la razón que garantiza su lucha. Espacios que están vacíos, sedientos de motivaciones concretas que justifican su inserción en el proceso de cambios que comienza a vislumbrarse en la escena política. El hombre de la revolución tiene que sentar su acción de combate en la ideología. Entendiendo por ideología al conjunto de preceptos y principios políticos, fuertemente emocionales, que nos permite legitimar un orden social establecido o por establecer.  Ejemplo de ello es la democracia directa que además de ser un sistema político también es un sistema ideológico. Como ideología la democracia directa facilita la integración de los conceptos y la interpretación del modo de vida y del mundo. Permite también asumir posiciones políticas ante el cambio. Es por ello que la elaboración de la plataforma ideológica viene a llenar el vacío que hoy en día presenciamos en las organizaciones políticas que actúan en la escena nacional. La ideología es un factor de unidad y de coherencia organizativa. Es además, un elemento integrador de los talentos de la nación, ya que induce a la producción intelectual y a la creación de nuevos valores y patrones culturales, para retomar las virtudes que garantizan la manutención de la condición humana. Es vital para cualquier proceso de cambio histórico, pues hace que se promueva por encima de todas las circunstancias que dimanan del poder, los paradigmas que sirven de referencia para sostener una honrosa moral política. La dignidad, la autenticidad y el honor, son elementos ideológicos, fundamentados en los nuevos paradigmas, que revitalizan la condición humana y que enaltecen la lucha política. Cuando estos elementos se hacen presente en las discusiones ideológicas y se ponen en evidencia en el accionar político diario, se crecen los ideales y se eleva la calidad moral para incidir en los resultados de los modelos de sociedad que se intentan implantar.

Generalmente cuando poseemos el fundamento ideológico, la lucha política se humaniza. La lucha política se encuadra en la valoración espiritual y moral de los protagonistas de esa lucha. Se amplía el espectro de confrontación y se entra en las dimensiones del sentimiento humano. Podría decirse que se penetra al marco del amor. Cuando luchamos por ideales, no existe el tiempo por alcanzar las metas, ni obstáculos que nos impidan darle rienda suelta a nuestros más profundos sentimientos. Cuando luchamos por los más auténticos ideales nos llegan, inesperadamente, los motivos más transcendentales de inspiración. Pero, además, los ideales se enriquecen ya que comienza a nutrirse de ese sentimiento agudo que nos vincula a nuevas visiones e interpretaciones de un mundo político inmerso en el pragmatismo absoluto. Necesitamos la ideología para derrotar al que pretende hacerse del poder a través de la revolución. Necesitamos la ideología para enfrentar a los adversarios y para volver a darle sentido a nuestra razón de ser. Vamos en esa dirección y ante la nueva situación política en que se haya todo el país, la sistematización de la plataforma ideológica es una de las grandes macro tareas que necesitamos elaborar. La lucha no se detiene. Sin tregua ni pausa.


Conceptualización de la democracia directa.

Causas y razones de la democracia directa

Creemos firmemente que el pueblo quiere sentir que decide. Saber que se le toma en cuenta en las relaciones de poder que se establecen entre gobierno y sociedad civil. Históricamente la experiencia de los pueblos enseña que las sociedades crecen en la medida en que aumentan los niveles de participación política de sus ciudadanos. Esta búsqueda ha determinado la evolución social de las naciones. Europa está plagado de estos ejemplos que muestran el paso hacia sistemas socioeconómicos más incluyentes y participativos, a los cuales América Latina no ha sido ajena.

En Venezuela, con el triunfo de Hugo Chávez en 1998 y del inicio del Proceso Revolucionario en 1999 estamos  entrando en una nueva era de participación popular. No es nada fácil lograr consolidarla debido, entre otras variables, a las diferencias ideológicas y a los desniveles culturales de los entes que generan opinión en el país y en el mundo. No obstante, debemos mantenernos firmes ante el objetivo de más democracia, más participación para todos, más poder popular, más ejercicio directo de ese poder; convencidos como estamos de que esto se traduce en más libertad, prosperidad y felicidad para todos. Los venezolanos, progresivamente, hemos venido concientizando la necesidad de participar directamente en las decisiones político-económicas que todavía pretener ser exclusividad de los centros de poder y, por ello, luchamos por obtener una parte más activa en ese proceso. En el pueblo se afianza el convencimiento de que su poder inalienable e intransferible se concreta con su participación directa cuando alcanza niveles de conciencia crítica basadas en el conocimiento y el saber.

Creemos y estimulamos el surgimiento del nuevo liderazgo del pueblo organizado, legitimado por su propio poder de toma de decisiones, su trabajo político y el inventar una nueva sociedad. Por lo tanto, creemos firmemente en contribuir a canalizar la participación directa del pueblo, de la comunidad organizada en crear y desarrollar un sistema político que le permita el ejercicio directo de las toma de decisiones  para dirigir su propio destino. Eso es democracia directa.

Los Principios de la democracia directa
Hasta ahora, todo lo descrito como parte de la reflexión de los nuevos tiempos, nos conduce a asumir la democracia directa como la vía para alcanzar los niveles de prosperidad de todos los venezolanos. Definimos a la democracia directa como la plataforma política, ideológica y económica que puede otorgar el poder real al pueblo, al ciudadano, al vecino, y al individuo en particular. La democracia directa como sistema político nos permite llevar a la práctica que la comunidad, de manera organizada, elabore sus planes de desarrollo, administre sus recursos económicos, estimule la autogestión y establezca sus propias normas de convivencia social. La democracia directa incentiva la participación de todos sin excepción y promueve que cada quien exprese sus ideales, manifieste lo que busca en la vida y ejecute los acuerdos de creación o transformación de su hábitat, medio natural de subsistencia o entorno material. La democracia directa es un sistema político de participación ciudadana. La democracia directa es lo más cercano al método más justo de consideración del ser humano. El ejercicio real del sistema político de democracia directa se fundamenta en tres principios que definen su carácter democrático y revolucionario. Principios universales que reivindican la condición más justa y humana del hombre dentro de su entorno sociopolítico. Principios que no dejan duda de la clara intención a estimular la participación del colectivo en todos las actividades propias de su vida en sociedad. Los principios que caracterizan a este sistema político son: la autogestión, la comunidad organizada, y el bien común.

El principio de la autogestión  asume al hombre como centro primordial de su atención, promoción y evolución y, por lo tanto, es éste quien debe tomar las decisiones que le permitan definir el modelo de desarrollo socioeconómico de su propia comunidad. El hombre es el  factor primario al cual se le debe estimular para otorgarle valores que le permitan alcanzar la prosperidad, la riqueza y altos niveles existenciales en el orden moral y espiritual. Como parte de esos valores que deben otorgárseles al individuo y a reconocérselos como un derecho a poseer está la propiedad de la tierra como valor primario. La posesión de la tierra es fundamental e indispensable para llegar a las metas del cambio profundo que busca la sociedad.

A diferencia del sistema de democracia representativa, en donde solamente se participa cada 5 años en el proceso de escogencia de las autoridades públicas y nunca más se convoca al colectivo para permitirle expresar su opinión sobre los asuntos propios del accionar social, ni generar iniciativas propias de participación colectiva, en el sistema de democracia directa el principio de la autogestión conduce y estimula la participación individual y del grupo para que luche y domine su entorno en base a sus propias creencias, hábitos, costumbres y expectativas de vida. La autogestión es el método de acción que canaliza las inquietudes más auténticas del pueblo hacia el gobierno nacional para que éste actúe en base a las decisiones adoptadas por ese colectivo. En este escenario, el gobierno interviene como instrumento del pueblo. Como instrumento del colectivo, de todo el grupo, de la sociedad que aspira a ser satisfecho en sus decisiones. El gobierna actuará como intermediario entre la sociedad y el Estado. Y lo hará bajo el precepto del justo respeto a las decisiones soberanas del pueblo.

La democracia directa como sistema político no es excluyente y, por encima de los intereses particulares o grupales de las diferentes tendencias ideológicas, la democracia directa incita a que, en conjunto, todos sin excepción expresen sus ideales, manifiesten lo que buscan en la vida y ejecuten, consensualmente, los acuerdos de creación o transformación de su hábitat, medio natural de subsistencia o entorno material. La democracia directa no es, entonces, un aparato ideológico de sometimiento autocrático ni mucho menos tumultuario de las masas enardecidas. Es, como se dijo, el sistema más plural y genuino de participación popular. Es lo más cercano al método más justo de consideración del ser humano como ente biológico y miembro de un colectivo nacional.

Por su parte, el principio de la comunidad organizada se refiere al orden que debe establecer la comunidad en sus relaciones intracomunitarias, para que se pueda poner en práctica la democracia directa. El principio de la comunidad organizada se traduce en una búsqueda de la disciplina social del colectivo, para alcanzar estadios de autosuficiencia a fin de generar los medios y canales de producción más apropiados para la comunidad.  La comunidad organizada permite establecer las vías para aprender a dominar la técnica, los oficios y las habilidades que se necesitan poseer para crear o inventar los instrumentos teóricos y prácticos que conduzcan a esa comunidad a la satisfacción de sus necesidades políticas, sociales y económicas. La comunidad organizada asume los nuevos roles que la sociedad participativa le impone como consecuencia del ejercicio de la democracia directa. Entre ellos, administrar sus propios recursos. El gobierno, asumiendo su  papel de instrumento o intermediario, tiene ahora que suministrar directamente al órgano que la comunidad ha creado para tal fin, los recursos materiales estipulados en los programas para el mantenimeinto y desarrollo de esa comunidad. El principio de la comunidad organizada, aplicado en forma ingenua o intencionalmente,  es una vía concreta para derrotar la corrupción, ya que las alcabalas que actualmente existen en las instituciones del Estado y que cobran el peaje de la comisión viciada, deben ahora desaparecer. Los presupuestos lo ejecutarán los mismos miembros de la comunidad. La comunidad organizada es sinónimo de armonía, equilibrio y evolución de los hombres que viven en sociedad. para alcanzar metas trascendentales en su vida.

El tercer principio es el bien común.. Principio político del sistema de democracia directa cuya concepción filosófica se ubica en el cristianismo primitivo y en los postulados de los pensadores más avanzados de la socialdemocracia y del socialcristianismo. Aunque también podemos señalar que cabría en alguna interpretación marxista. El bien común es, conceptualmente, la satisfacción de las expectativas del colectivo en sus niveles más elevados de lo espiritual, lo material y lo moral. El bien común induce, a quien lo práctica, a convertirse en un ser terrenal de buena voluntad. Por lo tanto, el bien común es el ejercicio más sublime de la manifestación espontánea del amor por el prójimo. Es la búsqueda por dignificar la condición humana. Es la generación de canales para que el hombre pueda ser próspero y rico en todos los aspectos de la vida. El bien común es llevar la felicidad al ser individual, al grupo y a la sociedad.

Estos tres principios básicos son los que sirven de marco teórico para interpretar en una dimensión más acertada la construcción teórica que fundamenta a la democracia directa como sistema político. El elemento ideológico del sistema permite, entonces, invalidar las interpretaciones erradas que ha querido dársele a lo que se entiende por democracia directa. Además, es oportuna esta definición general para que se inicie una profundización conceptual en el orden teórico del incipiente paradigma ideológico a establecerse. Definiciones que van a enriquecer los preceptos que constituyen la génesis del nuevo sistema político que va a reemplazar al colapsado sistema de democracia representativa.



El ser revolucionario

Por otro lado, la democracia directa es también un sistema político revolucionario. En este sentido se categoriza a la revolución como el proceso de transformación de la base política y jurídica de la nación, a fin de crear un nueva institucionalidad y una nueva base estructural de soporte a un nuevo sistema político , para incentivar los cambios necesarios en las relaciones de producción y darle viabilidad al poder constituyente del pueblo.

La nueva institucionalidad permitirá crear un nuevo ordenamiento político, cuyo accionar permanente sobre la sociedad deberá estimular al modelo capitalista que domina al mundo global de hoy en día, para orientarlo hacia una función social que permita el ejercicio de los principios de la democracia directa. Las relaciones de producción, predominantemente capitalistas, concebirán el modelo económico autogestionario, como una alternativa objetiva y concreta para disminuir progresivamente los niveles de pobreza e incorporar a la población improductiva a la generación de riqueza tanto individual como colectiva, para que así pueda impulsarse la prosperidad nacional.

Como sistema político revolucionario, la democracia directa define a sus hombres como guardianes del destino de Venezuela, quienes tienen que asumir el rol de verdaderos revolucionarios. Ante esta definición, el concepto de revolucionario es el siguiente: un revolucionario es un ser transparente. Que mira a los ojos, asume su compromiso y mantiene sus creencias con firmeza. El revolucionario puede cometer errores, pero nunca traiciona. Jamás ejecuta actos de deslealtad. El revolucionario lucha por ideales sin dejarse cegar por la utopía. El revolucionario no abandona al colectivo. Su razón de ser justifica la paciente espera, aunque su enérgica vitalidad le empuje a cumplir la acción de inmediato. El revolucionario nunca deja de aprender, siempre está dispuesto a recibir un consejo que le ayudará en su práctica diaria. Nunca se deja llevar por la autosuficiencia, ni se deja cegar por la fascinación del poder. El revolucionario proyecta su esperanzas con actitudes de amor al prójimo. El revolucionario es un luchador social  que emplea la estrategia política, para consolidar objetivos de serle útil a la sociedad. En síntesis, ser revolucionario significa asumir la lucha infinita por la transformación y reivindicación de un objeto de vida. Hoy, para satisfacción de los revolucionarios, estamos iniciando una nueva era en Venezuela. Estamos en el comienzo de un proceso revolucionario. Proceso que conducirá a la generación de la nueva base estructural de soporte al nuevo sistema político: el sistema de democracia directa. Sistema que va a sustituir al sistema de democracia representativa.

Los Guardianes del destino de Venezuela

Todas las acciones que en política hacemos tienen que estar impregnadas de espontaneidad. Nada de lo que nos proponemos alcanzar puede asumirse como algo impuesto, obligado o fuera del contexto de nuestras expectativas más sinceras. Lo espontáneo esta íntimamente ligado a la dosis de felicidad que nos produce hacer lo que verdaderamente anhelamos. Lo espontáneo induce a cultivar el amor hacia la vida. La lucha por lograr las metas trazadas es un acto humano de sacrificio y manifestación de talento que nos demuestra la capacidad de perseverancia que poseemos. Cuando asumimos una línea de conducta determinada, la cual se fundamenta en lo que creemos,  no podemos expresar queja alguna ya que lo hemos hecho por que así lo quisimos. Si en el trayecto de la concreción de esas líneas de acción las fuerzas adversas se imponen, no nos queda otra alternativa que reestructurar la estrategia y retomar la acción por las  nuevas vías que surjan. Los que creemos en la reconstrucción de la Patria, no nos detiene ningún tropiezo ni siquiera la caída más estrepitosa que nos ocurra. Por eso somos revolucionarios. Por eso somos Guardianes del Destino de Venezuela. Y eso es suficientemente alentador para sentirnos eternamente victorioso.

El concepto de guardianes del destino de Venezuela, tiene una amplia implicación humana que permite la relación constante entre teoría y práctica. El guardián es una persona que pasa a ser vigilante permanente de las leyes y de la conducción del país, dentro de un marco de honestidad y de cuidado permanente de la soberanía, de los bienes patrimoniales y de la calidad de vida de los habitantes de la República. Las metas de los guardianes del destino de Venezuela van más allá de alcanzar el poder político. Quienes nos sentimos comprometidos con la rectificación del rumbo que ha tomado nuestra patria, nos debemos convertir en vigilantes persistentes por hacer cumplir los compromisos adquiridos ante el colectivo nacional y para que la República construya su nueva historia basada en la libertad, la justicia, la paz y la prosperidad. Pero no se trata solamente de autocalificarnos de guardianes y asumirlo como tal. El concepto tiene una fundamentación ideológica que se define no sólo por los elementos implícitos en su propio objeto de vigilar a la nación. Sino, además, en la interpretación del mundo, de la vida y del hombre bajo la óptica del pensamiento de Bolívar, de Zamora, de Simón Rodríguez y de otros tantos más que contribuyeron a forjar la Patria, la nacionalidad y el valor combativo para defender al pueblo. Ideas que siguen vigentes y que se mezclan con las de otros pensadores contemporáneos del Siglo XX, para facilitar la elaboración de modelos de explicación de nuestra realidad. Lo ideológico también va cargado de un conjunto de enunciados principistas que enriquecen la concepción global del ser humano en su búsqueda existencial: los principios rectores de la democracia directa. Principios que definen la forma en que el hombre debe participar en la sociedad para satisfacer sus expectativas en lo moral, lo material y lo espiritual.

Todos estos fundamentos filosóficos, permiten construir la base que sostiene la acción concreta de quienes se asuman como guardianes. Son seres revolucionarios, quienes asumen su capacidad de desprendimiento y de amor al prójimo. Y en esto hay mucha afinidad con los postulados del cristianismo que predican la hermandad de los hombres y de hacer el bien para el beneficio del colectivo. El guardián es un ser que no puede doblegarse ante cualquier placer cotidiano. Su clara percepción de su meta a cumplir le debe llevar a mantener sus principios por encima de las intenciones de fascinación pasional. En eso, sus principios morales, su ética y su entereza de carácter, sobresalen por encima de los ciudadanos comunes. El guardián es un privilegiado. Un escogido por el destino de la patria. Los que sientan que son guardianes y puedan identificarse de esa manera, al descubrirse internamente, pasan a constituir la legión de vigilantes de la Patria.

Guardianes del Destino de Venezuela  es un concepto nuevo que está en construcción todavía. Por lo tanto debemos continuar desarrollándolo con todos aquellos elementos que permitan reforzar su base de sustento. Los revolucionarios tienen que estudiar su significado en toda su dimensión y asumirlo con verdadero sentido de vocación política y de servicio a la nación. Sólo asi podemos crear una clara diferenciación auténtica del resto de actores en la escena política. Sólo asi el colectivo nacional creerá en la revolución y no perderá nunca sus esperanzas y su fe en los postulados por los cuales luchamos. El destino soberano de Venezuela estará asegurado mientras existan sus guardianes. Tremenda responsabilidad que tenemos con esta generación de compatriotas y con las venideras. Pero no le tememos a ese reto cuando nos acompaña la conciencia limpia, la voluntad de acero templado y la sensibilidad social impregnada de amor. Por todo esto nos sentiremos siempre triunfadores. Por eso somos los guardianes de la democracia directa.

Las Virtudes de los revolucionarios


Lealtad y confianza

Además de las condiciones fundamentales de la personalidad del revolucionario y de los valores personales del guardián, las virtudes del hombre honesto que se incorpora a la lucha por el bien común tienen que destacarse como una condición indispensable del individuo para soportar la onda del pragmatismo político, enfrentar toda clase de adversidad que trae la lucha contra los adversarios y oponentes y para no desfallecer ante traiciones, deslealtades y soledades. Lealtad, confianza y perseverancia, son entre otras virtudes que también debemos desarrollar, las que destacan como de primer orden de importancia para cultivarlas y orientarlas en nuestro quehacer diario. Los revolucionarios de la democracia directa tenemos que aprender a cosechar estas virtudes.

La lealtad y la confianza son virtudes que el hombre debe depositar en las personas que se encuentran más cercanas a su entorno. Sea por el amor hacia la pareja o bien por la relación política que se establece entre superior o subalterno, en cualquiera de estos casos que se citan como ejemplo la confianza nunca debe perderse. Hay que creer en la buena voluntad de los seres que amamos y tener la necesaria paciencia para aceptar promesas o explicaciones a las situaciones que nos han resultado no del todo lógicas. Las interpretaciones de los hechos que se dan a nuestro alrededor no siempre se ajustan a la verdad. Prejuicios propios, comentarios de terceras personas, intrigas descaradas, todos estos elementos desdibujadores de la realidad nos hacen crear fantasmas inexistentes. Cuando el hombre leal mantiene su trayectoria ajustada a los más auténticos principios sostenedores de la verdad, se hace muy difícil que su práctica sea alterada por la intromisión de odios, rencores, bajas pasiones, envidias y demás factores destructores de la integridad humana. Lealtad y confianza son valores que le pertenecen a los hombres que luchan por alcanzar el bien común del colectivo. Por lo contrario, quienes atentan contra toda manifestación de la  ética, la moral y la justicia son los que desvirtúan las grandes brechas que han logrado abrir los audaces con sus retos por alcanzar las metas del bien y de la buena voluntad. Siempre hay que saber escuchar. No debemos permitirnos cometer la injusticia de aceptar los juicios que provienen de un sector y, así, construir conclusiones parciales. Cuando nos aislamos de los seres a quienes los hemos considerado leales, como consecuencia de supuestos, comentarios o intrigas, se hace necesario que  reflexionemos acerca de nuestra conducta sesgada. El hombre íntegro no lleva temores ocultos en su alma, por lo que fácilmente se le pueden descubrir sus más fieles intenciones a través de la mirada y de la transparencia de sus ojos. He allí un buen indicativo para comprobar la lealtad.  Además, el hombre leal tiene una característica particular que le permite diferenciarse de los otros: el hombre leal no se marchita. Su frescura le hace trascender lo transitorio y circunstancial, para ubicarse en un lugar  privilegiado de la verdad. Frescura que se manifiesta por la claridad de sus ideas, su disposición al trabajo, su voluntad para seguir en la lucha por muy poderoso que sea el adversario y, principalmente, porque mantiene el amor en su más profunda intensidad. Los leales merecen ser tomados en cuenta cuando el entorno está viciado, lleno de hojas de otoño. No debemos finalizar el juicio sin escuchar las reflexiones y penas de los que se la han jugado por causas trascendentales.

Lealtad y confianza se conjugan cuando la sinceridad es una de las condiciones para la selección de la amistad verdadera. Sin la amistad de los leales nos vemos inmerso en una gran soledad. El apoyo que nos potencia e imprime energía a la fuerza espiritual radica en la palabra de aliento del amigo verdadero. Sin esto la soledad invadirá nuestra vida, haciéndonos desdichados y sumamente infeliz. La soledad nos lleva a perder la vitalidad necesaria para responder a los actores que nos adversan o, simplemente, a emitir respuestas adecuadas y contundentes a los que se colocan en el medio ambiente y que replican a nuestra aciones. En la vida no se puede caminar sin el respaldo de quienes han demostrado lealtad. Y esto es de mutua reciprocidad. La felicidad solamente se logra cuando la conciencia, el alma y el espíritu de lucha van  marchando a la par de la confianza y la lealtad.


La Perseverancia.
Por su parte, la perseverancia es otra virtud vital para cosechar durante el camino de la lucha revolucionaria. Aún más necesaria si lo hacemos por imponer la democracia directa.

Mantenerse firme en una actitud, en una búsqueda, en la consecución de los más altos ideales soñados por nosotros, en consolidar posiciones ante los nuevos retos que se nos presentan en la vida, en fin, conservar la lucha de lo posible es lo que vamos a entender como perseverancia. Arriba hemos reflexionado acerca de la lealtad y de la confianza. Ahora lo hacemos sobre una de las cualidades que demanda mayor sacrificio de la conducta humana: La perseverancia. Esta representa la fuerza de voluntad y la energía que disponemos para marcar conductas y alcanzar metas viables y factibles. Recalco lo de la viabilidad ya que no todo, a pesar de ser perseverante, puede obtenerse en la concreción de los fines esperados. Por eso la racionalidad, como expresión de la inteligencia humana, marcará las pautas que permitan definir aquellos asuntos de la realidad objetiva que ameritan el esfuerzo de la perseverancia. Pensar, por ejemplo, que podemos caminar sin mover las piernas aunque lo deseemos con toda nuestra voluntad, es algo imposible. Asi como, insistir en rescatar los sentimientos ya agotados que fenecen por cumplimiento de su ciclo vital, es un esfuerzo inútil por muy noble que sea la actitud de perseverar. Sin embargo, hacer un trabajo político para convertirnos en líder en una determinada región es perfectamente posible. En este caso sí cuenta la perseverancia como factor determinante para obtener el éxito.

La perseverancia es una cualidad que debe estar siempre presente en los hombres que se consideran revolucionarios. La perseverancia, con sus altos y bajos en nuestro estado anímico, tiene que convertirse en una fuerza que estimule positivamente a la de autoestima.  Ser perseverante es luchar por alcanzar las metas que parecen inalcanzables. La perseverancia es una de las más significativas cualidades humanas que debe estar siempre presente en los  hombres de buena voluntad. Las metas políticas que son en extremos complejas por lograr, con la perseverancia que nos anima dentro del marco de los valores éticos y morales y con una gran dosis de sensibilidad social podremos  hacerlas parte de nuestra victoria.




El nuevo sistema político

La fase actual de transición.
En Venezuela se inició el proceso constituyente en 1999 (poder del pueblo para tomar decisones y dirigir la Repñublica). Esto nos ha obligado a entrar en la nueva era de participación popular. No es nada fácil alcanzar estas metas debido, entre otras variables, a las diferencias ideológicas y a los desniveles culturales de la comunidad nacional. No obstante, debemos mantenernos firmes ante el objetivo de más democracia, más participación para todos, más poder popular, más ejercicio directo de ese poder; convencidos de que esto se traduce en más libertad, prosperidad y felicidad para todos. Los venezolanos, progresivamente, hemos venido concientizando la necesidad de participar directamente en las decisiones político-económicas que hoy son exclusivas de los centros de poder y, por ello, reclamamos una parte más activa en ese proceso. Por lo tanto, creemos y estimulamos el surgimiento de un nuevo sistema político, en base a un nuevo liderazgo, más auténtico, legitimado por su propio poder de convocatoria, su trabajo político y su coherencia e integridad con los principios del Bien Común del Colectivo Nacional.

No obstante, y a fin de ordenar la interpretación de este proceso y de los resultados a que se pueda llegar, se hace necesario establecer modelos de análisis de la situación actual y de  los nuevos escenarios que comienzan a  aparecer en la escena. Considero conveniente que quienes participamos activamente en la política, asi como quienes se lanzan a la construcción de nuevos movimientos políticos y quienes asumen la ciencia social con rigurosidad, tenemos que aproximarnos a identificar esos nuevos actores y sus tendencias ideológicas, para que pueda hacerse viable tanto el proceso constituyente como la configuración del nuevo sistema político. Estimo que a pesar de encontrarnos en una fase de transición, el sistema político adquiere otros rasgos que exigen una nueva categorización de los elementos que comienzan a ocupar sus espacios. Nuevo cuadro, de actores y tendencias ideológicas, el cual podría asemejarse o diferenciarse radicalmente al que surja una vez consolidada la Revolución Boivariana.

En primer lugar vamos a entender por sistema político de transición  al conjunto de entes, actores y sus relaciones que forman la escena política actual y buscan la toma del poder con respaldo de alguna organización o agrupación de la comunidad, fundamentados en una determinada concepción ideológica y cuya finalidad es hacer prevalecer los objetivos de dirección de la sociedad por los cuales luchan y deben confrontarse. El sistema político de transición se transforma cuando se profundice la Revolución Bolivariana, se acelere la traslación de poder hacia las comunidades, se masifique la conciencia colectva con base en la ideología del Socialismo Bolivariano, se cambie la estructura social, se desasrrolle el cambio en las relaciones de producción, se asuma el autogobierno por parte de las comunidades organizadas y se establezca la autogestión como nuevas relaciones en el Colectivo Nacional.

Mientras tanto, y con base en lo que observamos, identificamos tres grandes elementos, o conjunto de actores, que forman este sistema de  transición: el chavismo o revolucionarios, los oponentes y los sectores sociales permanentes.  

Adicionalmente a los elementos ya identificados y previamente a su definición, estimamos oportuno asumir la vigencia de las siguientes categorías de orden político que establecen los parámetros en que se mueven los actores del sistema. Estas categorías son: revolución, reacción, izquierda y derecha..

En este sentido se categoriza a la revolución como el proceso de transformación de la base política y jurídica de la nación, a fin de crear un nueva institucionalidad y una nueva base estructural de soporte a un nuevo sistema político y económico, que permita la consolidación del poder constituyente como pueblo orgaizado, el Bien Común y la Democracia Directa. El poder constituyente es el poder del pueblo. Es la toma de decisiones de manera soberana por parte de la comunidad organizada, para decidir su propio destino. El poder constituyente es el ejercicio de la democracia directa.

Por su parte, la reacción es la concepción global y el ejercicio práctico de todo lo opuesto al concepto de revolución.

Izquierda y derecha son categorías que, a raíz de los cambios mundiales que impusieron una nueva era de unipolaridad y globalización mundial, perdieron vigencia y generaron confusión en el manejo de los paradigmas ideológicos. No obstante, estimamos que debemos retomarlos para ordenar los análisis de la fase de Revolución Bolivariana en que se encuentra Venezuela. La izquierda nos permite identificar a quienes asumen los cambios desde una posición revolucionaria (Cambio de Estructura). Dependiendo del grado con que se esperan esos cambios, de un nivel mayor a otro menor, la izquierda puede ser radical o moderada. Será radical en la medida que la meta por la alteración estructural se haga total sin ninguna concesión a la flexibilidad. Moderada en tanto se atenúen los niveles de ese radicalismo.

Por su parte la derecha  es todo lo opuesto a los procesos de cambios. La derecha busca mantener lo establecido, las estructuras jurídicos y políticas sin alteración alguna y la defensa de un modo de producción capitalista sin que se introduzcan otros experimentos de producción social (Manutención Estructural). Es en síntesis lo que se denomina el statu quo. La derecha puede tener también grados de radicalismo. El centro, cuando se asume mantener  lo establecido aceptando reformas que no alteren la base funcional  del sistema político. La reacción, ya definida, cuando se opone de manera irracional a todo proceso de cambio.

Con este marco introductorio, paso a hacer la descripción de los tres elementos principales ya identificados como los componentes del sistema de transición.

El Chavismo o revolucionarios

El primer elemento es el Chavismo. El cual se conceptualiza como la postura ideológica, sentimental o fuertemente emocional de un individuo o grupos de individuos en relación al proyecto de cambio y reconstrucción de la Patria, representado por el liderazgo carismático de Hugo Chávez. Liderazgo que simboliza y sintetiza todo el proceso de lucha política que surge con la aparición del sistema de democracia representativa en la década del 60. El chavismo no es un bloque compacto y homogéneo del pensamiento de quienes lo asumen. No es tampoco una concepción ideológica única. El chavismo va más allá de Hugo Chávez. Es la acción espontánea del colectivo en base a una posición irreductible de cambio de sistema de vida. En el chavismo pueden coincidir las diferentes vertientes de la interpretación del mundo y de la política. Por eso es que dentro del chavismo identifico, hasta donde lo permite este proceso de transición, cuatro tendencias político ideológicas. La izquierda, la derecha, el clientelismo y la estructura de gobierno.

La izquierda en el chavismo, diferente a la izquierda del sistema de democracia representativa, coincide con el líder carismático en su intencionalidad por generar el cambio del sistema político-ideológico. No obstante, es mucho más radical en cuanto al entorno que rodea al líder y las propuestas de cambio estructural. El sector de izquierda del chavismo no está en el gobierno y con muy contadas excepciones ejerce alguna cuota limitada de poder. La izquierda en el chavismo tiene una base ideológica firma y una alta formación política. No es sumisa ni débil ante las tentaciones que ofrece el poder. por eso es que sus posiciones son irreductiblemente de lucha por las transformaciones que puedan lograr una verdadera revolución.

En la derecha por su parte, aparecen dos sub-categorías: el centro y la reacción. El centro es la tendencia predominante del sector que ejerce el mando y mantiene la autoridad dentro de los partidos y alianzas que apoyan al chavismo y a la Revolución Bolivariana. Considero que el Polo Patriótico, por las debilidades internas de cada grupo que lo compone y por sus indefiniciones ideológicas, se ubica en el centro de la derecha. Aunque hay elementos del PSUV y sus aliados que bien pueden estar colocados en la reacción. El centro es la actitud reformista ante los procesos de refundar la República Socialista. La reacción, tal como ha sido definida, es la práctica y concepción global de todo lo opuesto a la revolución. Para este sector ubicarse dentro del chavismo  y la Revolución Bolivariana significa la realización de sus expectativas de mandar para dominar, para usufructuar el poder con base en sus aspiraciones personales o retaliaciones políticas. En los sectores reaccionarios del chavismo no existen ideales de lucha, ni hay ningún tipo de meta para satisfacer expectativas del pueblo. Sólo cuenta su posición personal y sectaria de grupo.

La tercera tendencia, el clientelismo, representa la incorporación de quienes buscan el ejercicio del poder, sin ninguna posición ideológica, ni consideración a la crítica situación de la población. Muy parecida a la posición de reacción, aunque lo hacen más por su afán personal de figurar que de cualquier otro objetivo retaliativo. El clientelismo carece de formación política y no tiene ningún interés en ejercer la política como meta de vida. Agréguese también al clientelismo a quienes se suman a la corriente ganadora para lograr algún cargo público que le permita extender su subsistencia. En el clientelismo aparecen dos sub-categorías: los oportunistas y los adulantes. Los oportunistas se encuentran como “caimán en boca de caño”: esperando que se asome algún negociado o alguna migaja de pan para caerle encima sin ningún escrúpulo que lo detenga. Los adulantes son más sofisticados ya que, manteniendo la misma actitud de los anteriores, están muy cercanos a los que tiene el poder en toda la amplia gama de la burocracia estatal o de las cúpulas de los partidos que mandan. Son en extremo sumisos, obedientes y sin ningún valor ético que le permita autovalorarse sobre la base de la dignidad.

Finalmente, la cuarta tendencia dentro del chavismo es: la estructura de gobierno. En ésta, encuentro tres sub-categorías. El entorno presidencial, la subestructura militar y el grupo de la burocracia estatal.

El entorno presidencial constituido por el conjunto de hombres del Presidente. Son sus asesores y las personas de su mayor confianza. La substructura militar, que no son las Fuerzas Armadas, sino un grupo de oficiales activos que están de manera incondicional con el Presidente, tanto para suplir la ausencia de liderazgo en su cuerpo de ejecutivos, así como para brindar respaldo a las decisiones que toma el Presidente y que tienen incidencia en todo el país. La tercera sub-categoría de esta cuarta tendencia lo forma el grupo de la burocracia estatal. Directivos del aparato del estado, procedentes de los partidos de la alianza, amigos o no el Presidente, pero en funciones ejecutivas de la burocracia gubernamental quienes creen en mayor o menor grado en el Presidente y, a partir de esta afinidad, desarrollar su identificación con el colectivo para cumplir una tarea administrativa como parte de sus funciones.

Los Oponentes
Laos Oponentes son las fuerzas antagóncas que se confrontan con la Revolución Bolivariana para aniquilarla y sustiturla por la reposición operativa de la estructura reformista y neoliberal que mantiene relaciones con el poder establecido del capitalismo mundial.

Los Sectores sociales permanentes
Son todos aquellas instituciones que pasan a cumplir un rol de actor en la escena política. Instituciones que de alguna manera todavía mantienen una estructura que les permite convivir con el resto de los elementos. Aunque posiblemente con el surgimiento de la nuevas relaciones que se den entre la sociedad, el gobierno y el estado, puedan desaparecer o reestructurarse su funcionamiento interno. Esto sectores son: las Fuerzas Armadas, la iglesia, los gremios, las asociaciones, los medios de comunicación y los generadores de opinión.