Revolución es cambio de estructura.
El modelo político del proceso
bolivariano, implantándose en Venezuela, es revolucionario. El cambio de
estructura significa la creación de un nuevo sistema político. La estructura es
la dimensión del funcionamiento de la sociedad, donde se dan las relaciones de
los factores genéticos que producen los actos visibles (hechos observables). La
estructura es la génesis de los fenómenos. Una revolución actúa sobre la
estructura. Mientras que la reforma opera solamente a nivel de los fenómenos
(lo visible y verificable). La reforma no transforma la estructura. Reforma es
contrario a revolución. El modelo político de la democracia representativa es
reforma. No busca el cambio del sistema político. La revolución se dirige a
crear un nuevo sistema de relaciones que establezca una nueva
institucionalidad. La democracia
representativa se fundamenta en la representación del pueblo. Por el contrario,
una revolución no tiene representantes. Solo voceros sin mando. En la
revolución las decisiones la toma
directamente el pueblo, no los representantes. Eso es Autogobierno. En
Venezuela, la representación devino es cúpulas que se apropiaron del poder y se
aislaron del pueblo.
El Estado de la democracia representativa
no es revolucionario. Ha sido concebido para satisfacer objetivos de las
cúpulas reformistas. Todo el aparato burocrático del Estado de la democracia
representativa –-gobernaciones, alcaldías, concejos municipales, institutos
autónomos y demás unidades políticas burocráticas-- es reformista. Su acción está destinada a los
reparos inocuos, débiles mejoras, pero sin tocar la base de sustento
(estructura). El Estado reformista impuso una cultura política basada en el
funcionamiento clientelar por vía de la alienación (pérdida de la concienia
crítica). El Estado reformista está vigente todavía. En pleno surgimiento del
modelo bolivariano, el Estado reformista es el órgano que regula al colectivo
nacional. Contradicción y antagonismo que produce la etapa actual de la
búsqueda y la transición hacia el Socialismo Bolivariano.
La revolución, para que pueda alcanzar
su propio camino --direccionalidad y
viabilidad-- tiene que operar a nivel de la estructura de la democracia
representativa. Tiene que cambiar y erradicar el Estado vigente. Tiene que
sustituir todas estas unidades políticas burocráticas que dominan al pueblo. (como
por ejemplo las alcaldías y demás entes de dirección de la sociedad). En la
revolución, las organizaciones del pueblo (colectivos y comunidades) tienen que
reemplazar al aparato burocrático. Los gestores del Estado (burócratas) no
serán quienes decidan. Serán solamente instrumentos del pueblo (estudiar “Tríada
Conceptual” como legado de Chávez). El poder de las decisiones recaerá sobre el
pueblo. El pueblo --todos los estamentos
sociales, organizaciones de la comunidad, expresiones natas del colectivo,
factores de intermediación-- concebirá
la nueva organización del Estado Revolucionario. El pueblo, además de las
expresiones de participación instituidas en la Constitución del 99, tiene que
inventar otras formas de organización y de decisión para la conducción de su
propio destino. La esencia de la revolución se fundamenta en el poder creativo
del pueblo.