Los gobiernos imperiales de los EE.UU., no tienen amigos, sino socios. No tienen principios, sino intereses. Meta que logran con la palanca más poderosa del mundo: las fuerzas militares. El aparato militar mundial norteamericano, organizado con base en comandos estratégicos, actúa en cualquier parte del planeta a su entera discrecionalidad.
El plan maestro VC 2020, los documentos Santa Fé, los planes del Comando Estratégico del Sur, el Plan Colombia repotenciado y sus derivados hacia Venezuela, las maniobras tácticas conjuntas con militares de países latinoamericanos, como por ejemplo los ejercicios conjuntos Gaucho-Gringo 2008 que se efectuaran en Argentina la próxima semana, todos responden a la concepción estratégica del dominio del espectro global.
En esta línea hegemónica y vista la rebeldía del conjunto de países latinoamericanos (Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y posiblemente Paraguay) que apuntan a la emancipación de sus pueblos, al Comando Sur le asignan la tarea de reactivar la Cuarta Flota (desaparecida hace 50 años), como una fuerza naval en Latinoamérica para explotar el factor Psicológico y la coacción hacia los gobiernos que asumen posiciones soberanas y antiimperialistas. El propósito de la Cuarta Flota será preservar la seguridad continental, de acuerdo a lo señalado por el Almirante James Stravidis, quien muy claro lo dijo: “…servirá para enviarle un mensaje a toda la región, no sólo a Venezuela.”
Posturas que obedecen al paquete de intereses vitales, definidos unilateralmente desde la cúpula de la Casa Blanca. Tres de ellos son suficiente para relacionar la estrategia de dominio y sus planes militares: (i) prevenir la aparición de coaliciones regionales que sean hostiles a EE.UU. (Alba, Unasur, proyecto del Consejo Suramericano de Defensa, Socialismo del Siglo XXI Continental); (ii) asegurar el acceso incondicional a los mercados, los suministros de energía y los recursos estratégicos (Anzoátegui es blanco por sus reservas energéticas y capacidad de producción); y (iii) garantizar la libertad de los mares, vías de tráfico aéreo, espacio sideral, control de la información y de las comunicaciones. Intereses que demandan la libre acción de sus organismos de inteligencia, la CIA y la agencia de inteligencia del Comando Sur principalmente, en todos los espectros y dimensiones de las naciones latinoamericanas.
Preservar sus intereses vitales es cuestión doctrinaria de su principios hegemónicos. Dentro de ellos se inscriben los conceptos estratégicos de guerra preventiva, proyección de poder, presencia de ultramar, sorpresa estratégica y dominio territorial. Todos enfocados a determinar que el peligro más serio que atenta en su contra es a lo que denominan las “amenazas asimétricas”. En el contexto de su seguridad nacional, la asimetría se refiere a la acción que el oponente presenta para maximizar su ventaja, lograr la iniciativa, ganar la mayor libertad de movimiento y explotar las debilidades del imperio. Amenaza asimétrica es para ellos, la ofensiva de los palestinos; la guerra de guerrillas que libra el pueblo de Irak; la guerra santa del jihad, las operaciones de resistencia como Hezbollah y la conciencia ideológica. También es amenaza asimétrica, la emancipación de los pueblos, el desarrollo avanzado de los países que forman parte de su mercado y la instauración de sistemas políticos diferentes a los sugeridos para la región, como es el caso de Venezuela con su revolución bolivariana.
miércoles, 30 de abril de 2008
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