He hablado con cierta extensión sobre este tema en mi
trabajo titulado “Poder Mundial y Estrategias Económicas desestabilizadoras”.
Ahora quiero hacer ciertas precisiones:
1) Los intereses económicos fundamentales de los
grandes empresarios como Lorenzo Mendoza y Gustavo Cisneros, que son
empresarios transnacionales, no están en Venezuela. En Venezuela obtienen
ganancias relativamente marginales con respecto a las que obtienen en relación
al conjunto de sus empresas. Sin embargo, las defienden y las van a defender.
Pero me parece que su principal interés en las negociaciones es de carácter
político en la medida que utilizan y utilizarán todo su poder presión y
desestabilización para tratar de separar al proceso bolivariano de su base
popular impulsando medidas beneficiosas para el capital y perjudiciales para la
población. Esta es la desestabilización que se hace sin violencia callejera
(pero apoyándose en ella) tratando deliberadamente de torcer el rumbo de
nuestro proceso de cambios.
Conviviremos con ellos, pero resultan imprescindibles
los compromisos de fiel cumplimiento para otorgar créditos o divisas, que
implican el compromiso formal con metas económicas específicas en áreas
productivas concretas.
2) Como he reiterado una y otra vez son prioridades
los acuerdos para resolver el problema cambiario, impulsar la producción y
sobre esta base tratar de desactivar simultáneamente la inflación y la
recesión, pues estos procesos pueden debilitar seriamente la base de apoyo
popular del proceso bolivariano.
3) Los pequeños y medianos productores del campo y la
ciudad probablemente ofrezcan mayores posibilidades para establecer acuerdos en
función de incrementar la producción en términos inmediatos como parte de una
estrategia de corto, mediano y largo plazo para estabilizar el valor del
bolívar, el abastecimiento del mercado interno, la estabilización de los
precios eliminando algunas de las bases económicas de la escasez y la
especulación, que mientras se mantengan es muy difícil que nos podamos defender
de la desestabilización económica y de la Estrategia Imperial de
Ingobernabilidad Permanente, en sus más variadas manifestaciones.
4) El impulso a las empresas de producción y propiedad
social es clave para, a largo plazo, ganar la batalla por la producción en la
medida que se va construyendo una nueva sociedad. Hay importantes experiencias
en el país con participación del movimiento cooperativo, de empresas del Estado
como CVG-Proforca, PDVSA, consejos comunales, diversas organizaciones y
movimientos sociales, etc. Como he propuesto en otros escritos, debemos avanzar
hacia la urgente organización de un encuentro de las empresas de producción y
propiedad social. Puede ser nacional y por regiones.
5) El otro camino es la alianza con el capital
transnacional para establecer grandes unidades productivas en áreas claves para
el abastecimiento del mercado interno. Pero este camino nos conduce a la dependencia
del mercado mundial y a reforzar el dominio de la producción y del mercado
interno por parte de las grandes corporaciones ¿Cómo se hace compatible este
camino con la soberanía nacional, la cooperación solidaria, la integración
latinocaribeña, los principios de la cooperación Sur-Sur? ¿La Alba, la Celac,
Unasur, Petrocaribe? ¿Cómo se hace tomando un camino distinto al de la Alianza
del Pacífico y el relanzamiento del ALCA?
Este camino lo han tomado, entre otros países, China e
India, pero ha quedado asociado al crecimiento de la pobreza o a fenómenos de
pobreza crónica.
6) Creo que las diferentes organizaciones y redes
populares, deben asociarse estrechamente con localidades específicas y
simultáneamente extenderse como redes nacional-mundiales. Hay que ir
construyendo una base productiva para estas organizaciones y redes populares,
asociada a redes de consumo popular solidario (puede ser mediante la forma de
cooperativas de consumo apoyándose en la experiencia del movimiento
cooperativo), redes de ahorro y crédito popular (lo que se viene llamando las
finanzas solidarias, sobre lo que también hay una sustancial experiencia en el
movimiento cooperativo), en fin, una base económica para que las organizaciones
populares tengan sostenibilidad a largo plazo y puedan defenderse de la guerra
económica que mantiene el capital de manera permanente.
Uno de los movimientos campesinos internacionales más
importantes, Vía Campesina, tiene una experiencia muy relevante en estos
campos. Sobre las finanzas solidarias y el establecimiento de monedas locales
hay también aprendizajes muy significativos en Argentina, Brasil y otros
países.
Estas experiencias productivas y de
consumo solidario, deben contribuir también a ir revolucionando los patrones de
consumo y producción, los “modos de vida imperiales”, que el modelo petrolero
vigente ha contribuido a implantar.