El mundo se mueve con ideas. El
pensamiento reflexivo del ser humano es lo que permite la evolución y
desarrollo de la ciencia, la tecnología y demás manifestaciones culturales del
hombre. Tanto el poeta más sensible como el más plástico de los pintores o el
más erudito creador, recurre al mundo de las ideas para producir su obra, su
arte o su invento. Por las ideas se vive, se lucha y hasta se muere. La
concepción del hombre, la posición ante los medios de producción, la actitud
ante el cambio político, todo esto se fundamenta en un conjunto de ideas,
generador de su propio sistema de valores individuales, para permitirle a cada ser
viviente asumir posiciones teóricas y prácticas en la vida.
Esta reflexión la hago porque hace 47 años experimenté el cambio más auténtico que me haya ocurrido en mi vida. Para
ese entonces, mayo de 1967, era sub-teniente piloto con 20 años de edad. Tenía
2 meses de haberme graduado en la Escuela de Aviación Militar y ya formaba
parte de la tripulación de un helicóptero militar artillado que operaba en
Destocaribe, Teatro Antiguerrillero de Oriente, ubicado en Altagracia de
Orituco. Era época de guerrillas y de efervescentes ideas revolucionarias en
Venezuela y en América Latina.
Un día muy temprano en la mañana, se recibe la noticia de un desembarco de
guerrilleros en las playas de Machurucuto. Había un detenido, era un oficial
cubano. No recuerdo su apellido, probablemente Teniente Briones Motonto, pero
al llegar al sitio el Comandante del Teatro me pide que lo interrogue, con el
objeto de obtener información acerca de la aviación cubana y los planes
comunistas para acabar con la democracia de nuestro país. Cumplo la orden y
entro a la carpa donde se encontraba el detenido. Cuando me enfrento al oficial
me sorprende su figura y porte marcial, su buenos modales y gestos, su claridad
de expresión y sus profundas reflexiones. Las respuestas a mis preguntas fueron
precisas y de un hondo contenido social. Me impactó la sensibilidad con que
trató el tema de la lucha revolucionaria. Finalicé el interrogatorio y salí
confundido. Mi patrón de pensamiento formado bajo el rígido sistema militar,
cuya concepción de la democracia era ser anticomunista, no cuadraba con lo que
acababa de presenciar. El molde ideológico tuvo su primera fisura. Los
conceptos del bien y del mal que había asimilado al pie de la letra,
comenzarían, a partir de ahora, a revisarse y a cuestionarse. El germen de la
duda prende la inquietud y, en consecuencia, obliga a indagar más de lo que se
sabe hasta ese momento, para satisfacer el ansia de alcanzar la verdad.
Tres meses después, en otra misión antiguerrillera en el TO-5, en Yumare,
logré culminar este período de duda y cuestionamiento. Fue allí en donde logré
obtener la claridad que buscaba. El hecho se dio por casualidad. Un día, a la
caída de la tarde, los presos políticos estaban fuera de sus celdas de madera.
La guardia militar estaba más relajada que de costumbre. La tripulación acababa
de finalizar su última misión de vuelo. El ambiente invitaba a la plática. La
curiosidad por ver de nuevo a un preso guerrillero, comunista, enemigo de la
democracia, me condujo hasta el sitio de recreo donde ellos estaban. Me acerqué
a una mujer de piel blanca, cabello corto amarillo, ojos claros, de unos 30
años de edad. Era médico pediatra, muy culta y aguerrida combatiente de
profundas convicciones ideológicas. Su fino hablar, unido a sus sabios argumentos
teórico-prácticos fueron fulminantes a mi incertidumbre. La pediatra, a quien
20 años más tarde le conocería su identidad, no supo lo que había logrado hacer
con mi vida en ese instante. Ella, sin
proponérselo, había sensibilizado las ideas y pensamientos reflexivos de un
oficial que la combatía. Su enemigo pasó a ser un defensor de sus más nobles
ideales. Como ser pensante, esa tarde en Yumare culminaba para mí, una fase que
se había iniciado una mañana en Machurucuto. A partir de ese momento comencé a
consolidar un pensamiento más sólido producto de nuevas reflexiones,
enriquecidas con múltiples lecturas de textos que me eran afines a las más
profundas inquietudes de orden político-social y militar del momento.
Mi mundo cambió. Jamás pensé que influirían en ello 2 guerrilleros.
Guerrilleros de alto nivel intelectual y de fuertes convicciones políticas. Las
ideas hicieron desplazarme hacia nuevos escenarios nunca imaginados. Aún hoy en
día, la evolución de mi pensamiento continúa su curso sin saber su destino
final. No obstante, lo que siempre lo identificará será su fundamento
revolucionario.