El escenario de la enmienda ha generado repuestas de las fuerzas oponentes que permiten apreciar la continuidad de la Contención Política, estrategia continental contra el gobierno de Chávez. Creemos que la inauguración de Barak Obama ha estimulado a los adversarios del Proceso a fortalecer su base de operaciones y reforzar la estrategia empleada en el 2007. Destaca la frase que expresó horas antes se su juramentación “…con respecto a Venezuela, Chávez ha sido una fuerza que ha interrumpido el progreso en la región”. Más claro no canta un gallo. Aún retumba en los oídos su eco que sella las implicaciones geopolíticas que arroja sobre Venezuela. De hecho, su alianza con Brasil va en esa dirección.
Gesto para las fuerzas oponentes que le moraliza y le aupa a continuar su objetivo de aniquilar el Proceso Revolucionario. No por casualidad están aplicando la misma táctica que usaron en el 2007: (i) medios, (ii) desabastecimiento; y (iii) desafío político, mediante el empleo de las disciplinas no violentas (fascistas).
Ahora, para la Enmienda, lo arrecian con los mismos rasgos de entonces. No obstante, su método carece de sustento racional. Prevalece, como en todas sus acciones, el afán por salir de Chávez y detener el Proceso Revolucionario. No existe un proyecto alternativo con fundamentos teóricos y mucho menos prácticos que se puedan oponer al de la sociedad que busca desarrollar la Revolución en Venezuela. Éste, tiene planteamientos de fondo y de forma que van desde la propuesta de un nuevo modo de vida al transformar de manera radical la estructura social hasta transferir la toma de decisiones a la comunidad organizada.
Si bien la lucha por esas transformaciones no ha finalizado, científicamente es verificable el avance de los cambios logrados hasta ahora. Alcanzar la meta de producir un cambio de estructura, estimulador de la traslación del poder, es una lucha de décadas. Lustros por señalar el escenario más favorable e inmediato. La lucha es contra el modo de producción basado en las leyes del mercado. La lucha es contra una cultura alienante incrustrada en la razón y el alma del individuo, producto de la búsqueda interminable del lucro, de la acumulación y de la maximización del beneficio. Revertir esa condición existencial demanda tiempo, razocinio, estudio, discernimiento por parte del venezolano. Erradicar la alienación para sustituirla por la nueva cultura de la emancipación y concebir la conciencia crítica en la cotidianidad exige dominio pleno de los principios ideológicos sostenedores del nuevo modelo de sociedad. Para combatir la alienación se necesita humildad en la concepción del poder a fin de entender y practicar la traslación revolucionaria.
La lucha contra todas estas resistencias de tipo estructural arroja resultados desproporcionados en cuento a la relación esfuerzo rendimiento que se produce. Valga decir, por cada 100 unidades de esfuerzo por romper la alienación se obtienen 10 unidades de rendimiento. Sin embargo, aún con esos indicadores hay masa orgánica en la estructura social para proseguir la lucha cotidiana por cambiar valores, costumbres, conceptos; porque prevalezca una nueva forma de entender la vida y el mundo; por ensanchar la base del nuevo sistema político-económico basado en el bien común y la espiritualidad en lugar de la codicia y el pragmatismo que caracteriza al capitalismo dominante en la Venezuela de hoy. De eso trata la traslación de poder.
miércoles, 4 de febrero de 2009
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