Era 1999, catorce años atrás, un día de esos no imaginados. Que a veces nos sorprende lo que es su rutina. Me meto en un día de esos para vivir lo que fue. Un día y un ayer que siento como hoy enterraron a su suegra. Lo vi abrazado de su cuñada. Lloró mucho. Desahogó un dolor dormido. Dolor que recogía unos 15 años de estrecha relación con esa familia. Su suegro, ahora viudo, le quiere también. Es el abuelo de su hijo, el padre de su ex–esposa.
Me conmueve verlo ahora saliendo del edificio. Aquel niño de pelo liso y pollina hasta la frente que el viento sacudía al ritmo de su carrera por el parque, ahora hecho hombre. Lo veo desde la ventana de mi cuarto. Ese Pent House de la residencia El Parque en El Marqués. Espacio que tiene historia, entre ellas, el nacimiento del MVR en su comedor con la mesa de madera caoba y el juramento del comité de los 5 en junio de 1997.
Allá va él, caminando, a buscar a su hijo, quedó solo mientras enterraban a su abuela. Lo veo alejarse por la calle, nadie lo acompaña, seguramente triste, sintiendo y extrañando la ausencia de un ser querido a quién más nunca en la vida volverá a ver. Desde aquí siento su dolor. Lo sigo hasta que desaparece de mi vista.
Esa imagen de hoy, desde mi ventana, del niño hecho hombre, enfrentando la rudeza de la vida, caminando por la calle, sintiendo un sufrir, no la olvidaré nunca. Ese niño hecho hombre…ese es mi hijo.
sábado, 18 de febrero de 2012
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