El escenario económico adverso, externo e interno,
amenaza luego de muchos años a la revolución política y social en Venezuela. La
restricción externa es un hecho irrefutable. Aquello que muchos analistas
denominaran viento de cola a favor por los altos precios de las materias
primas, hoy se torna como viento en contra. El precio del petróleo se ha
reducido en 70%. Además, el estrangulamiento financiero internacional contra
Venezuela es constante. A pesar que el país pagó alrededor de 14.000 millones
de dólares el año pasado en concepto de deuda externa, el riesgo país jamás se
vio mejorado. La banca internacional asfixia para lograr su salida, la
neoliberal.
Este frente externo tiene claras consecuencias
directas a lo interno, fundamentalmente por la reducción de divisas
disponibles. No obstante, esto no significa que todos las dificultades
económicas casa adentro estén ocasionadas por la restricción de afuera. La
renta petrolera, reapropiada soberanamente con Revolución Bolivariana, no logró
realmente traducirse en un flujo virtuoso productivo. Hubo logros en estos años
de chavismo pero no necesariamente en el uso productivo de la divisa. La
política económica del chavismo consiguió humanizar la economía, garantizando
derechos sociales, y también obtuvo mejoras reales en los patrones de consumo para
las mayorías. Sin embargo, este nuevo músculo social y el pujante mercado
interno no fue aprovechado para consolidar un nuevo orden económico productivo.
¿Por qué? El rentismo importador se ocupó excesivamente de satisfacer la
demanda interna, y esto trajo consigo notables desequilibrios estructurales en
la economía venezolana.
Esta caracterización se complejiza aún más si se tiene
en cuenta los principios básicos de la economía política. Eso que llaman
eufemísticamente mercado se compone de actores económicos privados con
capacidad real para influenciar más de lo que cualquier manual de economía
neoclásica presupone. En medio de la guerra económica venezolana, los ganadores
han sido aquellos que fueron capaces de concentrar aún más la riqueza en sus propias
manos. En el año 2014, el 12% del tejido empresarial acumuló el 79% del
enriquecimiento neto en el país. ¿Tendrá algo que ver este dato con la
inflación? Según la ortodoxia neoliberal, todo es cuestión de emisión monetaria
o déficit fiscal. Por cada ejemplo que ellos encuentren para demostrar esta
relación directa, siempre se puede hallar otro que dice lo contrario. La
inflación no es resultado de ninguna ecuación matemática. Más bien es fruto de
una compleja algebra política-económica, en la que sí inciden las variables
macroeconómicas convencionales, pero también tiene mucha influencia quienes se
quedan con la mayor tasa de ganancia por cada eslabón de la cadena de valor. En
este punto, no puede pasar inadvertido el papel ineficiente-usurpador de renta
de los actuales sistemas de distribución en el país.
Entonces, a partir de este diagnóstico complejo, la
cuestión es preguntarse qué se puede para salir de este laberinto. La economía
venezolana está al borde de su punto bifurcación. O toma un camino u otro. Una
de las victorias de este cambio de época es que ahora el pensamiento único
neoliberal compite con otras alternativas cada vez que se afronta una situación
económica complicada. Las recetas de ajuste quedaron en evidencia en el siglo
pasado pero siempre tienen la virtud de resucitar cada vez que ven dificultades
a la vista. La diferencia con la época neoliberal es que en la actualidad no
están solas; rivalizan con otras opciones heterodoxas.
He aquí la decisión alrededor de esta pugna entre dos
modelos completamente antagónicos e irreconciliables. Del neoliberalismo ya se
conoce su libreto, y sus consecuencias. En cambio, la revolución bolivariana
hasta el momento nunca había tenido que afrontar sus propias tensiones
económicas internas en medio de una gran tempestad externa. Ahí radica el
verdadero reto en estos momentos: escaparse de la vía neoliberal al mismo
tiempo que se crea una nueva senda económica de respuestas efectivas en el
marco del horizonte estratégico trazado por el chavismo.
En este sentido, no sirven aquellas mismas recetas que
el chavismo usara para salir del laberinto neoliberal. Este es otro mundo,
tanto afuera como adentro, lo cual obliga a poner en marcha una batería de
políticas económicas para impedir que la restricción externa no se acabe
imponiendo como sacrificio interno para las mayorías. Algunos puntos claves en
esta nueva época de Gran Política Económica son los siguientes:
1. El Estado de las Misiones Sociales requiere de su
espejo económico; por cada misión social, una misión económica que desate
nuevas fuerzas productivas a nivel interno. Para ello, las compras públicas han
de servir como músculo económico a favor del nuevo metabolismo social
democratizador. Hay que procurar el efecto multiplicativo económico derivado de
la Revolución Social.
2. Es preciso ordenar lo que se puede producir y lo
que no. La Revolución Productiva exige ponerse manos a la obra con los nuevos
motores económicos, considerando: a) el verdadero valor agregado que se puede
generar internamente, y b) el límite externo impuesto por las cadenas globales
de valor. De nada serviría producir nuevos bienes si para ello se acaba
importando buena parte del valor agregado.
3. No todo es una cuestión de motores; también se
trata de actores. La democratización del aparato productivo es condición
necesaria y suficiente en la nueva etapa económica porque es la única manera de
romper con la dependencia oligopólica actual. El poder comunal ha de ser pivote
esencial en el nuevo orden económico, tanto en lo productivo, como en el tema
distributivo y comercializador. La comuna ha de dejar de ser marginal en lo
económico; la salida no neoliberal es indudablemente la salida comunal.
4. Hay que evitar caer en la trampa neoliberal de
abordar el tema de las divisas desde el enfoque exclusivo de lo nominal. ¿Es
importante discutir el tipo de cambio? Si, siempre y cuando antes se defina
cuál es la nueva matriz de asignación de divisas. En un momento de escasas
divisas, es más determinante elegir cómo se van a sembrar las divisas para que
florezca otra economía real en el menor tiempo posible. Se requiere de una
suerte de acupuntura de tal manera se le de un uso anti inflacionario,
productivo y pro crecimiento a las divisas disponibles.
5. Otro imperativo es una nueva matriz de captación de
divisas que rompa la dependencia exportadora petrolera. Hay que ser muy
consciente que esta tarea no es instantánea, pero hay que buscar respuestas
eficaces en algunas inversiones extranjeras directas, en el sector minero, bajo
control mayoritario del Estado. Hay que buscar formas legales para que la banca
privada repatrie sus dólares, y participe activamente en esta situación de
emergencia económica que existe en el país.
6. Ante la restricción de afuera, es imprescindible
avanzar en materia de soberanía tributaria. Hay margen suficiente para hacer
una revolución tributaria basada en principios de justicia social. Resulta
preciso implementar un plan de lucha contra el fraude y la evasión fiscal. Se
necesita recaudar adentro todo lo que se necesita para garantizar la inversión
social y productiva, e impidiendo que el shock externo tenga impacto negativo
internamente.
7. Otra respuesta es retomar a la senda regional en
forma efectiva. Habría margen seguramente de activar planes especiales Sucre
para importar bienes prioritarios evitando pasar por el dólar. Es fundamental
además buscar nuevas vías de importación sin dólar, en Mercosur, con algunos
métodos compensatorios, al mismo tiempo que se logra un nuevo mapa de inversiones
desde la región.
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