Richard Alí así se llama mi hermano menor. Dos ideas suyas muy claras y
de contenido ideológico transmitidas cuando vivimos parte de nuestra infancia y
adolescencia juntos, muy unidos, siguen flotando en mi pensamiento. La primera
es de profunda reflexión al cuestionar las causas, inexplicables para él, del
por qué nos sacaron del sitio al cual pertenecimos en Maracay (Casa No. 38,
Ave., Boyacá) para llevarnos a Caracas a vivir en una urbanización de clase
media (Santa Eduvigis y Los Palos Grandes) asimilando valores y modo de vida diferente
a nuestra esencia. La otra idea significativa la manifiesta
cuando comenzaba bachillerato en el Instituto Educacional de Altamira
influenciado por un docente progresista para esa época, Joaquín Marta Sosa, de
quien tomó sus conceptos básicos del socialismo: “cambia el hábito en la
Fuerzas Armadas, en lugar de hacer las formaciones en rectángulo hazlas
redondas…haz la revolución adentro” un simple ejemplo que traducía su motor rebelde el cual me contagiaba.
En esos años cuando aún era cadete (alumno de la Escuela de Aviación Militar),
entre 16 y 18 años, la formación conservadora a favor del statu quo dominante,
permitía sentir el impacto de las conversas que sostenía con él.
Nuestra relación nos hacía hermanos aliados. Nos identificábamos en
nuestras reflexiones existenciales. Su apego a la fotografía permitía, cada vez
que ocurría un acto de cierta trascendencia, disparar las fotos desde su mejor ángulo: mi
graduación de oficial; el nacimiento de mi hijo Andrés; el primer vuelo en el avión
F-86F; el acto de grado en el Aula Magna de la UCV.
Cuando se involucró con el equipo redactor de Reventón evolucionó su
pensamiento y, en consecuencia, sus actos. En 1971 se publica el primer número
de la Revista. Eso impactó por ser una publicación diferente a todas las que
existían; distintas a las de la izquierda tradicional. Reventón marcó un tipo
de periodismo que solo fue justo, apropiado y vigente el tiempo exacto que
estuvo viva. De allí su trascendencia y el hito que marcó sigue vigente. Era la
época del primer gobierno de Rafael Caldera con su Ministro de Defensa Martín
García Villasmil.
Para el número 2 de Reventón (Mayo 1971) Richard me hizo una entrevista
sobre la situación de las Fuerzas Armadas que la publicó como artículo, pues yo
como oficial activo no podía dar declaraciones, la cuales fueron muy
cuestionadoras dado el nivel de asimilación política en la que me encontraba. Ya
en mi estaban tomando espacio, en la estructura de mis ideas, los conceptos
revolucionarios.
Esa publicación (número 2 de Reventón) le costó un auto de detención y
fue detenido, preso en el Cuartel San Carlos; sitio de reclusión de políticos
alzados y guerrilleros de la lucha armada en las montañas de Venezuela. Hecho
que va a influir en mi vida en dos aspectos
(i)
radicaliza mis posiciones políticas al permitirme
ahondar en lo que significa su prisión interpretando con mayor rigurosidad la
realidad del poder del gobierno y sus implicaciones en los principios de los
derechos humanos y libertad de expresión; y, por el otro lado,
(ii)
al hacerle las vistas como preso en lo que llamaban
la “Cueva del Humo” pude entrar en contacto con los comandantes guerrilleros
que se encontraban allí recluidos, incluyendo con quienes mantenían relaciones
con Douglas Bravo, quien seguía clandestino y su nombre era parte de un mito
que se regaba por todo el país.
Este contacto con los guerrilleros y el posterior enlace con Douglas, me
ubican justo en la antesala de organizar una estructura política en el seno de
las FAN para planificar la toma del poder y hacer la Revolución en el país.
Cuando liberan a Richard de su prisión luego de una intensa campaña de
los sectores de izquierda, periodistas y familias que sentían como propia su
detención (se repartió por toda Caracas un afiche con su rostro pidiendo su
libertad donde aparecía con una expresión de mirada inocente ayudada por su
pelo largo liso que inducía a los que miraban el afiche, a sumarse a la
solicitud del perdón. Quien esto escribe se encargó de pegar esos afiches,
llevar cartas, convocar periodistas para que entrevistaran a nuestra madre y
crear una matriz de opinión en la cual el gobierno aparecía culpable de cometer
una injusticia con un joven de apenas 19 años), la Revista Reventón ya es un
medio que se conoce en toda Venezuela, estableciendo un modo de expresión del
pensamiento progresista y contestatario convertido en referencia anti-statu quo
y de oposición al gobierno socialcristiano.
Sin embargo, cinco meses después otro artículo sin firma que trataba
sobre los conscriptos en las FAN produjo un segundo auto de detención a toda la
redacción de la revista. En esta ocasión Richard no quiso ir preso de nuevo y
decide salir del país. La noche que supo lo iban a detener, se fue de Caracas y
pasó por mi casa en Maracay. Era medianoche. Hicimos un plan de salida
inmediata. Se iría por tierra hasta Cúcuta esa misma noche y me esperaría hasta
que yo pudiera ir a llevarle su pasaporte, dinero y ropa.
Richard decidió irse a Bogotá y allí esperar a su novia para viajar juntos,
como pareja, a vivir una nueva experiencia en el Chile de Salvador Allende. El
gobierno socialista iniciaba su gestión con un gobierno de Unidad Popular, constituido
sobra la base de una alianza de sectores de la izquierda chilena. Era el primer
Presidente socialista electo bajo el sistema regido por sus adversarios. Junto
con Cuba, se convirtió en la referencia de la izquierda continental y esperanzadora
de todos los movimientos anti-imperialista de la América Latina.
La madre de su novia negó su permiso. De manera determinante impidió que
su hija corriera la aventura de irse sin futuro, sin plan de vida, muy lejos de
su país a otro donde se iniciaba un período bajo un nuevo modo de vida: el
socialismo.
Supe de todo esto porque Richard en Cúcuta me pidió que al regresar a
Venezuela buscara a la novia, convenciera a la mamá y se la llevara a Bogotá.
Casi lo logré porque ella, la novia, estaba decidida a dejar todo por irse con
su amor, con su Richard. Pero la mamá actuando como “cabeza de familia” que
ejerce el dominio sobre sus hijas (eran 4 hermanas) impuso sus criterios y aplicó
su fuerza de madre para evitar el escape de esa niña a la libertad. Aunque con
mucha tristeza, Richard decidió irse solo a Santiago de Chile. Este viaje le
llevaría a emanciparse y a madurar mucho más su pensamiento y sus ideas. Vivió
dos años en el Chile de Allende y estuvo apoyándolo desde el periódico que le
dio trabajo “Puro Chile” hasta el golpe de Pinochet que le obligó a regresar a su Patria con
nueva pareja; pero se consiguió con el
auto de detención que no había caducado.
Nuevamente me involucré en su caso y acordé con el Ministerio de la
Defensa que a su llegada fuera de nuevo al Cuartel San Carlos para cumplir el
procedimiento legal y sobreseer su causa. A los 3 meses quedó de nuevo en
libertad.
Del período de Reventón y la
prisión de mi hermano (dos veces) asimilé nuevos elementos teóricos que adquirí
en la medida que me involucraba con el proceso de la revista y con el mismo
Richard; pero además, quedé conectado con los guerrilleros de la lucha armada
que me estimularon a asumir la causa revolucionaria. Fuero ellos desde el
Cuartel San Carlos que me pusieron en comunicación con Douglas Bravo; más
adelante, Douglas me ayudaría a captar militares para una organización secreta
que intentaría hacer la Revolución desde el seno de las FAN: R-83/Arma.
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