El Pobre Libertador Simón Bolívar,
quien ahora debe estar revolviéndose en su tumba, y con toda la razón, de que
una parte de su amada Colombia, la Nueva Granada, hoy Colombia, por usurpación
del nombre que nuestro Libertador le diera en el Manifiesto del Congreso de
Angostura a la unión de Venezuela, Colombia y Ecuador, se esté aliando con los
enemigos de la Patria, la OTAN, expresión del modo der de los EEUUAA durante la
Guerra Fría, dizque para oponerse a la Unión Soviética, pero que todos sabemos,
que su continuidad revela que no era esa la razón de su existencia, sino la
genuina expresión del sionismo internacional para la dominación del mundo, tal
y como lo estamos viendo en estos momentos.
Si, queridos lectores, tendremos que
lidiar ahora con la maquinaria más destructiva, peligrosa y perversa que haya
existido en la humanidad, se trata de la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN); y todo ello, gracias a una nueva traición de Colombia a los
ideales de quien les dio la libertad, pero aun más grave una traición a la
UNASUR y a la CELAC, que deliberadamente han excluido a EEUUAA, como única
forma de desarrollarse y de dejar de ser sus colonias. Colombia, con exclusión
de su siempre sufrido pueblo, nació de una traición, por tanto, no es de
extrañar que pretenda crecer bajo el influjo de la perfidia. Acabamos de ver cómo
al recibir su, Presidente, al ex candidato
perdedor de las elecciones presidenciales del pasado 07 de octubre en
Venezuela, traiciona el Pacto de Santa Marta concertado entre él mismo y
nuestro eterno gigante Chávez, de no interferir en los asuntos internos del
otro País. Recordemos también, cuando toda Sur América se opuso a la creación
del ALCA por parte de EEUUAA, y salió Colombia, de inmediato a firmar el
tratado de libre comercio con el imperio, traicionando una vez más los
ideales Sur Americanos. Creo que llegó
la hora de abrir los ojos frente a ese régimen
oligárquico que ha gobernado a nuestros vecinos por más de doscientos años y
que tiene su raíz en el propio Santander.
Colombia ya ha anunciado su entrada a
la OTAN, y, a tal efecto, el Ministro de la Defensa de ese País ha notificado
la firma de un convenio de cooperación con dicha organización, y el propio
Presidente Santos ha señalado que Colombia ha solicitado su ingreso legítimo a la OTAN (Agencias EFE y
RT). Frente a este hecho, solo cabe preguntarse cómo nos va a afectar este
golpe bajo, tanto a nosotros como País limítrofe y a toda América Latina que ha
jugado a la formula unitaria como genuina heredera de la Patria Grande de
nuestros Libertadores. En principio, esto nos obliga a replantear nuestra doctrina de defensa,
porque no es igual enfrentarse a un grupo de paramilitares terroristas, que a
la más poderosa maquinaria de guerra en el mundo, que no es pacífica ni respeta
los derechos e intereses legítimos de otros países en su búsqueda de dominación
global. Tampoco podemos obviar la premisa de que poseemos la reserva más grande
petróleo del mundo y que, todo cuanto hagamos debe, forzosamente,
circunscribirse a esta circunstancia. No olvidemos aquella famosa frase que
dice: “Si Vis Pacem, Para Bellum”, atribuida a un escritor de la época del
Emperador Valentiniano II de fines del siglo IV, llamado Flavius Renatus, frase
tomada de su libro: “De Res Militaris”, De Las Cosas de la Milicia, y que conserva
toda su vigencia en los momentos actuales. Nosotros no queremos la guerra, la
guerra la quieren y la necesitan los de la OTAN, para saciar sus apetitos de
posesión. Nosotros queremos la paz, pero para lograrla y mantenerla debemos
prepararnos para la guerra que, con toda seguridad, nos vendrá.
Ya hemos dicho que no es lo mismo
enfrentarse a la OTAN, que a los paramilitares colombianos y a la propia Fuerza
Armada de Colombia o de cualquier otro País de Latino América. Ante todo,
debemos acallar las voces agoreras tanto de la oposición como de algunos
“libres pensadores”, que pretenderán argumentar que, al rearmarnos, como en
efecto estamos obligados a hacer, estaríamos creando una carrera armamentista
en el Continente. Nuestra lucha contra ello debe centrarse en que la carrera
armamentista la están creando quienes están trayendo a nuestras tierras todo el
poderío de guerra de la OTAN, y lo van a colocar nada más y nada menos que
frente a nuestras fronteras. Todo esto quiere decir, que debemos planificar y
activar una campaña de Guerra de IV generación defensiva para neutralizar la
artillería pesada de Guerra de IV generación ofensiva que generará,
ineluctablemente, las fuerzas imperiales de la OTAN. Ya están en camino, y es
deber nuestro como patriotas venezolanos tomar todas las medidas, de inmediato,
para no entregar nuestra soberanía y, sobre todo no dejar que nos la pisoteen.
En segundo lugar, debemos reequipar nuestra
Fuerza Armada con armamento sofisticado para su adecuada defensa frente a la
poderosa maquinaría de la OTAN. En una ocasión expresé que, 24 aviones de
cuarta generación como lo son los Sukhois que actualmente poseemos no
constituían una fuerza eficaz frente a la aviación imperial, donde un solo
portaaviones es capaz de operar hasta 120 aviones de combate de quinta
generación, capaces de acabar con nuestra Aviación Militar en una sola misión
de ataque. Si vamos a hacer frente a una fuerza de esa magnitud, estamos
obligados a poseer al menos 120 aviones de caza Sukhoi S-35, que es un avión de
caza de cuarta generación++ (++ significa casi V generación), en ocasiones
superior a los caza de quinta generación del imperio, dicho por sus propios
fabricantes. Tampoco es suficiente la adquisición de dos grupos del sistema de
defensa aérea S-300, porque dejaríamos muchos blancos estratégicos totalmente
desguarnecidos frente a ataques de la aviación enemiga y de sus misiles.
Igualmente, no son suficientes los pocos batallones de la Milicia que poseemos
en la actualidad, se requieren como mínimo unos 500.000 milicianos bien armados
y entrenados para llevar a cabo la defensa asimétrica de la Nación. Por otra
parte, hay que comenzar, ya, el entrenamiento de la población civil para las
misiones de defensa en apoyo a las Milicias. Hay que reforzar las armas
anti-todo; verbo y gracia: anti-blindados; anti-personal; anti-buques;
anti-submarinos; anti-aéreas; se debe entrenar a la población en la fabricación
y uso de minas anti-personal y anti-blindados. Se debe establecer un sistema de
alerta a la población, bien sea con sirenas o con emisiones radiales, que sean
entendibles por todos para que acudan de inmediato a sus refugios, los cuales
deben ser establecidos con antelación. Se debe profundizar la utilización de
aviones sin tripulación (Drones), tanto para la observación y reconocimiento de
blancos enemigos como para la destrucción de los mismos.
Todos sabemos que Colombia mantiene
pactos militares con Israel; sus aviones de combate son fabricados en Israel;
su fusil de uso de combate es israelí; las municiones de esos equipos son
también fabricadas en Israel; el entrenamiento de combate de la Fuerza Armada
colombiana, así como el entrenamiento de las fuerzas paramilitares de ese País
son ejecutadas por instructores de Israel. Por tanto, se hace imperativo una
alianza con Irán para la dotación de equipo de alta tecnología; tales como:
misiles anti-buques, embarcaciones pequeñas, muy rápidas dotadas de armamento
anti-buques, misiles superficie-superficie de mediano alcance capaces de llegar
a las bases militares del imperio en Colombia, en Aruba, Curazao, Trinidad
Tobago y Guyana; así como aviones sin tripulación (drones) de combate (para la
destrucción de blancos de superficie)
Venezuela debe solicitar su ingreso
al BRICS (Pacto entre Brasil, Rusia, India, China y Sur África), con una
cláusula de apoyo y defensa en caso de ser atacados por la OTAN o alguno de sus
miembros individualmente. Venezuela debe llevar este caso, de urgencia, a
UNASUR y plantear en su seno el peligro que representa para sus miembros el que
la OTAN tenga su poderío aéreo, naval y terrestre dentro de nuestro Continente
Sur Americano, sobre todo en la frontera con Venezuela, con Brasil, con Perú y
con Ecuador; lo que, por cierto, pone en peligro a varios Países de La Alba.
Colombia sabe perfectamente lo que
está haciendo y, sobre todo, el daño que le está causando a sus vecinos de Sur
América; por ello, Venezuela debe solicitar, de inmediato, la expulsión de Colombia del seno de UNASUR y de la CELAC, por
traicionar los ideales de unión continental que a tales pactos han servido de
inspiración.
Estamos en el preludio de la invasión
definitiva a nuestro País, no dejemos pasar un minuto más de inactividad,
obremos con prudencia, con astucia y, sobre todo, con contundencia. Hagamos lo
que tengamos que hacer; pero, por favor, hagámoslo rápido y con tino, seguir en
inactividad es traición a la Patria.
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