Me llamo Oleg Gebre, escritor y militante de la revolución desde la época de la lucha armada. Converso con Daniela, dama púrpura, refinada, que acelera mi corazón. Aunque hablo también a todas las mujeres que seducen a los hombres. Hablo al universo que se enamora y se sensibiliza por asumir la lucha política que hace marcas en la sociedad. Te hablo entonces Daniela y te lo digo.
Ayer estaba en Cumaná. Fui a buscar el primer título de la serie “Libros de Bolsillo”. Edición de La Fundación “Castillo de su Eminencia” del Estado Sucre, dirigida por la pintora Palixena Escalante, impulsora de este trabajo a convertirse en serie. Tomé el No. 1 y dejé en prensa el libro No. 2. Lo buscaré dentro de diez días. Tiempo suficiente para acabar el borrador del No. 3. Cuando se trabaja inspirado y se tiene un bagaje de experiencia, teórica y práctica, en eso de andar buscando la revolución, se hace muy fluida la narración de hechos o creación de categorías a incorporar a la estructura de la tesis del Socialismo Revolucionario en Venezuela. Es más, se convierte en un placer escribir lo que se cree.
El plan es editar 10 libros en esta primera etapa del 2003. Buen trabajo el de Palixena. Se crece su resultado porque se establecieron las conexiones para que hiciera también un programa especial en una televisora local de Cumaná. "Nueva Fase del Imperio" lo denominé. Programa que analizará la génesis estructural de la guerra contra Irak. La doctrina de seguridad del imperio basada en la Guerra Preventiva permite determinar la intención de Bush. Postulados que no dejan por fuera a Venezuela.
Sin embargo, Daniela, de esto no era lo que quería platicarte. Estoy aquí esperando el cambio de aceite a mi carro en el Crucero de Lechería. Ventajas de la internet. Dos horas para completar el servicio de su mantenimiento periódico. Instrumento de transporte que me ha permitido movilizarme por todo el país a difundir la tesis ideológica del Proceso Bolivariano. Te decía que ayer me encontraba en Cumaná y de regreso, al final de la tarde, el paisaje de esa carretera peligrosa era sencillamente espectacular. Porque así como está de mala es fascinante su paisaje. Falda de la verde montaña que raya el límite del claro azul del mar. Preciosas playas orientales. Famosas muchas de ellas. De frente un sol inmenso que cae encendido en llamas. Momento de contemplación que invita a la reflexión. A dejarse llevar por los sentimientos que dicen lo que fue el día. Repasar esos instantes que dejaron sentir el sabor fugaz del éxito. Emociones combinadas con la placidez de la remembranza. Serena marcha del avance por esos caminos de asfalto que empezaron su historia en la mitad del siglo pasado. Melancolía que me llevó a la imagen de Aratz.
Se fue el martes. Washington es su destino inmediato. Vuelve al exterior. Es como su estado natural. Cuando en 1998 retornó para estar a mi lado, en las caminatas por el país difundiendo la ideología revolucionaria, cuando nadie hablaba de eso, venia de haber pasado 9 años recorriendo el mundo. Con su posición determinante y digna ante los dueños de ese canal de televisión, allá en el 2002, adquirió relevancia dentro del sector oficial. Múltiples veces fue objeto de halago por parte del Presidente; desde entonces pasó a ser referencia como figura descollante del Proceso. Ahora regresa a otras tareas profesionales. Al exterior, fuera de su Patria. Lo recordaba ayer con mucho cariño, con ese amor sereno que se siente por los hijos, con la preocupación de la lejanía y de ignorar su nuevo mundo real. El paisaje de ese ambiente me llevó a verlo en mi imaginación. Estampa imborrable. Marca permanente cada vez mas clara. Él, niño, corriendo con su pelo en la frente. Principios de lo años 70. Venía hacia mi en ese parque de El Cafetal en Caracas. A medida que corría le saltaba su cabello. Sube y baja con los pasos de la carrera. Posiblemente su franela era de rayas de colores variados. Pantalón jean de niño. Flaco y con el pecho que alojaba su incipiente asma. Parque infantil al que no he vuelto a saber de su existencia, pero que ahora mismo hago el propósito de visitarlo. Buscar su dirección. Lo voy a ver para sentir ese momento de hace 30 años atrás. Mi hijo, querido hijo, a quien amo. Sabes, esa imagen nunca se borrará. Es un emblema de amor, de instantes que pensaban un futuro lleno de ilusiones. Aratz, hijo y compañero a quien he visitado en todas las ciudades en las que ha vivido. Hay una simbiosis de unión peculiar. No expresiva golosamente, sino de admiración y afecto profundo. Lo que refleja respeto, esperanza, camino por recorrer todavía, concreción de metas para orgullo de ambos...
Así, Daniela, figura y afectos de Aratz salieron con la fuerza de la reminiscencia, (no sabía de él, desde que se fue. Además por lo de la guerra y las medidas de seguridad en EEUU, a él siempre lo encuentran parecido con el prototipo árabe. Hecho que me llevó a llamar tres veces en el día de ayer a Ainara. Quería transmitirle mi añoranza y la preocupación que afloraban por su hermano). Bueno, en esa hora y media de recorrido por las curvas cerradas, también evoco las colas pesadas como hilera sin fin, hilvanadas, tejidas y armadas minuciosamente por los camiones de carga, arrastrando consigo la lentitud del tránsito por las inmediaciones de los pueblitos de orilla, y su gente acostumbrada a ese paso obligado de viajeros y turistas, de comerciantes y funcionarios, todos transitan por el frente de sus casas. No salen secos del área, allí toman las bebidas que ellos les ofrecen y comen de sus platos que les venden al pie del “policía acostado”. Seguidilla que al cruzar por los Altos de Santa Fé nos hace respirar el aire de las proximidades de Guanta y su industria emblemática en Pertigalete.
Ese viaje de ayer me permitió también sentir satisfacción. Me sentía alegre, sin remordimientos por lo que he hecho en mi reciente pasado, aunque sin estar en el poder y haberlo dejado de manera abrupta, supe que todo había sido para bien, más ahora al dibujarse --aunque no tan nítidamente-- la antesala de recibir los reconocimientos del pueblo por las acciones de hacer una obra cuyo molde ha sido vaciado por principios, dignidad y moral.
Entonces, te decía Daniela, ese momento también exigía expresar mis sentimientos. Mis emociones acumuladas necesitaban desahogarlas con alguien. Siempre ha sido así. Cuando finalizo una actividad y ésta ha sido exitosa aparecen en mi, intensos deseos de transmitírselos a un ser querido. Momentos fugaces de felicidad...y no tenía a quien expresárselos. Por eso también llamé a Ainara y fue ella la receptora de mi caudal de sensaciones. Tu, amiga y más que amiga, admirada Daniela, lo sabes también, el amor hacia los hijos, sublime, intenso, profundo, único, nunca será igual al amor que nace, se reproduce, se consolida con una pareja. Dos dimensiones del misterio del amor totalmente diferente. Decirle a un hijo las emociones represadas, nunca tienen la misma vehemencia, ni el placer de la pasión que cuando se le confiesan a una mujer. Más aún cuando a ella se le ha susurrado al oído y arrullado con el goce oculto de la fusión de las almas entregadas en cuerpo entero.
Me han interrumpido múltiples veces...el celular no ha dejado de sonar. Grupos políticos, personas necesitadas, el pueblo pueblo que busca dejar su voz en quien la pueda escuchar. A veces ese es mi rol existencial y que me motiva a seguir ejerciéndolo. Vocero de las voces ahogadas que nadie las oye. Bien común como lo entiendo. Justificado está. Eso lo tenía que cumplir y lo haré hasta que termine mi vida material, biológica, humana. Me llevaré la gracia para la vida espiritual. Lo hice en este mundo y cumplí por convicción una misión no buscada. Más de eso sería ir contra la misión de mi paso por la Tierra…
Copia de esta nota la voy a enviar a mi computador, para trabajarla y dejarla ahí escrita. Tengo en mente otra novela. Y estos estímulos espontáneos y solitarios no pueden escaparse de lo que se concibió al escribirlos. Gracias, mi íntima Daniela, por estar ahí. Sin saber que pasará, ni que buscamos ambos en términos concretos de esta relación. Vas y voy. Giros y vueltas. Encuentros, brotes de ternura, esperanzas de algo que no llega, pero seguimos esperando el arribo de lo que no vendrá. A pesar de lo que ya he sentenciado, continúas con paciencia alimentando la esperanza. Qué bueno que sigues animada a escucharme en estos minutos. No en vano se ha regenerado mi energía y quizá sea esto un poema.
miércoles, 8 de febrero de 2012
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