Acabamos de leer la noticia de la designación de la nueva comisión encargada de las negociaciones con Colombia para la delimitación de aguas marinas y submarinas en el Golfo de Venezuela. De los tres conozco a dos, ambos militares retirados: Arias y Maniglia.
A ellos me permito recomendarles tres asuntos. Lo primero, es lo concerniente a la revisión de todo lo que existe en esta materia. Estudiarlo con minuciosidad. Meterse de lleno en toda la historia de los procesos de negociación con Colombia. No sentarse a discutir con los vecinos sin antes manejar al pelo, con extrema precisión el tema a tratar. Despejar la dudas de ese cuento que corre en boca popular que una gran parte de la Guajira venezolana se perdió porque los negociadores se dejaron seducir por las pasiones de las mujeres y el licor. Cayeron ante la fascinación de la lujuria lo que le costó a Venezuela perder gran parte de esa porción territorial. Nunca olviden que lo que hagan ustedes hoy influirá en la historia de nuestra República para siempre. Sus nombres serán recordados para bien o para mal.
Segunda recomendación. Llevarse en su espíritu al momento de iniciar cada sesión de discusión, el resultado de aquel hecho trascendente ocurrido en el Teatro de la Academia Militar de Venezuela en Octubre de 1980. Era la primera vez que se le hacía una consulta de decisión de Estado al Estrato Subordinado de la Fuerza Armada por parte de la cúpula dirigente. Yo estuve sentado en uno de esos asientos para ser testigo vivo de lo que allí ocurrió. La consulta se hacía para saber la opinión de la Fuerza Armada acerca de la hipótesis de Caraballeda, la cual consideraba la tesis de la línea media que le daba a Colombia el derecho sobre la mitad del Golfo de Venezuela. Cuando el Canciller Luis Zambrano Velasco así lo planteó, tuvo que retroceder de su punto de exposición en la tarima por la contundencia del murmullo generalizado que manifestó un rotundo NO. Eso fue suficiente para que se cayera lo que estaba a punto de aprobarse. La expresión colectiva, unánime, espontánea del colectivo militar respondió al justo apego a la defensa de nuestra soberanía nacional y el firme convencimiento de no perder una vez más territorio venezolano. Significa también no ceder un milímetro de lo que por historia y legado de nuestros Libertadores le pertenece al pueblo de Venezuela. Tengan ustedes siempre presente la esencia de ese acto nacionalista para que su espíritu vibre de patriotismo y asuman los más altos intereses de nuestra Nación.
La tercera recomendación es informar. Comunicarle al pueblo lo que se está negociando y consultarle su opinión. Jamás discutan algo sin que la comunidad nacional lo sepa. Si ustedes no pueden difundir el avance de las conversaciones directamente por razones estratégicas, pídanle al Presidente que lo haga con precisión y sin ocultamiento de nada. Que en su conciencia repose la tranquilidad de saber que su virtud es la ser vocero del pueblo.
miércoles, 29 de abril de 2009
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