El beneficio es la savia del capitalismo. Si un capitalista no obtiene beneficio no sigue su trabajo, quiebra y se retira. La razón existencial es entonces obtener el beneficio de su producto y maximizarlo hasta el infinito. Es quizá esta afirmación la que nos permite entender por qué el gobierno de Obama le inyecta por la vía de la ayuda financiera a las corporaciones transnacionales millones de millones de dólares en lugar de estar dirigido a los miles y miles de habitantes norteamericanos que se ven estrangulados por no poder pagar las hipotecas de sus viviendas. He ahí la esencia del capitalismo. Si Obama no hace eso (proteger al capital, es decir, garantizar el beneficio) cruje el sistema y ocurre una revolución. Desaparece el imperio. Si ayuda a los pobres entonces estaría estimulando el socialismo y eso de verdad que no le cuadra a un Presidente de EE.UU. Eso no es lo que dicta el verdadero poder que maneja las decisiones de la dirección del mundo. Obama es un instrumento al servicio del capitalismo mundial. Él ya no es él. Es una pieza de las estructuras supramundiales que deciden el rumbo de la economía. Antes intuía que así era el manejo del mando de la Casa Blanca, pero ahora lo ha comprobado y se tiene que acoplar a la dinámica que le imponen.
Pero de eso no era lo que quería tratar en estos cortos caracteres que me permite dar una opinión. Lo que pretendo señalar es la necesidad del estudio por parte de los revolucionarios para ir dándole cuerpo, forma y sustento a las nuevas categorías que debe contener la tesis ideológica del SSXXI. Una de ella es el equivalente a beneficio capitalista. Su sustituto dentro del cuerpo de contenidos del SSXXI –-tremendo reto es el de crear conceptos con suficiente base científica y congruencia popular-- es el de remuneración compensable.
Lo explico así. El beneficio es el combustible del capital. Componente que potencia las leyes del mercado capitalista. Fin que justifica su verdadera racionalidad. En contraposición y atendiendo las metas y objetivos de la Revolución Bolivariana, la remuneración compensable sería entendida como la retribución por los servicios prestados o productos elaborados, correspondiente al estipendio que resulta de la suma de los costos y la gratificación no especulativa ni usurera (contrario a la acumulación sin límites del capital) para satisfacer esfuerzos (energía y talento) y expectativas de objetivos individuales o grupales justos y razonables. La gratificación se fracciona en dos partes porcentuales. Una, la mayor, va al individuo o grupo correspondiente a sus esfuerzos (energía física, espiritual y necesidades biológicas propias de la condición humana) y la otra, menor, a la comunidad o entidad a la cual pertenece y que le ha facilitado incorporase al circuito productivo. Dejémoslo hasta aquí como artículo, pero es apenas el inicio de la creación referida a este ámbito que tiene que cambiar paradigmas.
miércoles, 22 de abril de 2009
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