Vivimos tiempos tan confusos como
convulsos. La crisis estructural del capitalismo en la que estamos inmersos y
el nuevo escenario geopolítico rediseñan todas las variables de la ecuación.
Durante mucho tiempo la triada del poder mundial conformada por Japón, la Unión
Europea y Estados Unidos, bajo el liderazgo de esta última potencia, ha
dominado el mundo, diseñando un sistema político y económico que se ha ido
expandiendo por todo el planeta mientras construían todo un sistema cultural que
permitía el desarrollo de este sistema no requiriera en la mayor parte de los
casos del uso de la fuerza sino que se implementaba, salvo contadas
excepciones, por medio del consenso.
Estados Unidos comenzó su etapa de
hegemonía a partir de la caída del muro y del colapso de la Unión Soviética,
eventos que dejaron un mundo unipolar en el que paradójicamente la desaparición
de la alternativa que suponía el socialismo real, al mismo tiempo que convertía
el imperio norteamericano en potencia hegemónica, daba inicio al fin de la
misma pues una buena parte del mundo comenzó a desprenderse de la tutela que
ejercían los Estados Unidos ante el “peligro comunista”.
Hoy en día, con el impacto de la crisis
estructural del capitalismo en pleno centro del norte capitalista y con el
surgimiento de nuevos actores del tablero geopolítico, podemos afirmar que la
nueva triada del poder mundial está conformada por los Estados Unidos, China y
Rusia; en dos bloques que sin ser monolíticos si se muestran antagónicos en la
mayor parte de los casos. La transición poshegemónica ha parido un mundo
multipolar en el que uno de los posibles escenarios hacia los que nos
encaminamos es el de varios centros hegemónicos que compiten entre sí en un
equilibrio precario.
Ese declive de la hegemonía
estadounidense ha venido acompañada de una ofensiva en tres ámbitos, político,
económico y militar, con el objetivo de mantener el liderazgo, pero en la
medida en que este no puede ser logrado por consenso, debe ser alcanzado
mediante la dominación violenta en una buena parte del tablero geopolítico.
Ofensiva política
La reciente Cumbre de las Américas
simboliza perfectamente la ofensiva política emprendida por los Estados Unidos
en su intento por no perder, no ya la hegemonía, sino incluso el liderazgo que
mantenía en otrora su patio trasero. En un momento en que la hegemonía cultural
también se resquebraja, en que el modelo de capitalismo neoliberal comienza a
ser enfrentado en una América Latina donde el vínculo tradicional entre
democracia y capitalismo se ha roto, Obama trata de rescatar su viejo
Ministerio de las Colonias, una OEA moribunda y agonizante, presentándose ante
los países de América Latina y el Caribe con la carta del inicio de
negociaciones para el restablecimiento de las relaciones con Cuba.
Pero buscando el equilibrio interno, el
tachar de la lista negra a Cuba obligaba a tener otro enemigo externo, en este
caso Venezuela, en un enroque en la política exterior hacia America Latina y el
Caribe que probablemente supone el inicio del fin de la era Obama en el
subcontinente por subestimar el avance que se ha dado en los últimos años en la
unidad e integracion latinoamericana, aun entre países y proyectos políticos y
económicos muy diferentes.
La agresión contra Venezuela es parte de
un objetivo estratégico más amplio que pasa por desestabilizar a los países del
ALBA y desplazar acuerdos como Petrocaribe, que agrupa a países
centroamericanos y caribeños que tienen suministro de petróleo venezolano. No
es casualidad que Obama se reuniera con el Caricom justo antes de viajar a
Panamá, dentro de una estrategia definida como “Iniciativa por la Seguridad
Energética del Caribe”[1].
Y si bien el núcleo bolivariano es
objetivo de primer rango en esta ofensiva, el segundo anillo progresista también
es parte de esta ofensiva política. La Estrategia de Seguridad Nacional[2] de
los Estados Unidos por la que se ha regido la era Obama coloca a Brasil como un
“centro de influencia emergente” al que solo le superan en prioridades China,
India y Rusia, además de “guardián de un patrimonio ambiental único y líder de
los combustibles renovables”. No es casualidad por tanto que la mayor parte de
bases militares estadounidenses se encuentren rodeando la Amazonia. Argentina
también es mencionada de manera explícita en dicha Estrategia en cuanto a país
miembro del G20, y probablemente algún día leeremos en documentos
desclasificados el vínculo entre la CIA y los fondos buitre que atentan contra
la soberanía política y económica de este país.
Otro de los países que gozan de mención
especial en esta Estrategia de Seguridad Nacional que define la política
exterior de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono, es
México[3]. Reforzar México como frontera sur de los Estados Unidos como forma
de extender el control geopolítico del Caribe y la influencia en Centroamérica
es parte de la ofensiva estadounidense en el ámbito político. La reciente
aprobación de una ley[4] en México para dotar de legalidad a una realidad ya
existente como es la de los miles de agentes estadounidenses que portan armas
en territorio mexicano, es formalizar, como lo fue el Pacto por México y la
reforma energética, la entrega de soberanía mexicana a una potencia extranjera.
Frente a la integracion latinoamericana y caribeña, Estados Unidos se aseguran
un aliado fiel en la región.
También parte de la ofensiva política es
el financiamiento que se produce desde USAID, NED y otras organizaciones
ligadas al Departamento de Estado y la CIA a una oposición de derecha en los
países con gobiernos de izquierda o progresistas[5]. Una nueva derecha
reciclada que busca seducir no solo a las clases medias sino también a los
sectores populares con un discurso más despolitizado y light que la vieja
derecha gorila neoliberal. Una oposición “civil y democrática” que incluso no
tiene empacho en presentarse como de izquierda moderada frente a las izquierdas
“radicales” y “populistas”.
Ofensiva económica
En el ámbito económico es claro el
declive de la hegemonía que han ostentado los Estados Unidos durante las
últimas décadas debido a una reducción de la competitividad, de los
desequilibrios macroeconómicos en comercio exterior, del cada vez más grande
déficit fiscal, y de una deuda pública que ya supera el 100% de su PIB y los 60
billones de dólares. Pero a pesar de la pérdida de capacidad en el ámbito
comercial y económico, el ámbito financiero muestra todavía una superioridad
indiscutible de la principal potencia capitalista. A pesar de que desde 2007
China es la principal productora de software y hardware, el 84% de las
ganancias en este rubro siguen estando en manos de capitalistas
estadounidenses, y lo mismo sucede en el ámbito especulativo donde las
ganancias por servicios financieros han pasado del 47% de 2007 al 66% en
2013[6]. Al mismo tiempo, un 45% de las 500 principales empresas
transnacionales son de capital estadounidense, así como una buena parte de los
medios de comunicación con más impacto mediático en la población mundial.
La ofensiva económica pasa también por
garantizar la soberanía energética estadounidense a partir de la extracción de
gas de esquisto y el uso del fracking a pesar de los peligros para el
ecosistema que supone la fractura hidráulica. Pero esta técnica, más allá de su
peligrosidad a nivel ecológico, solo es rentable económicamente con un barril
de petróleo que oscile al menos entre 60 y 70 USD[7], y por lo tanto con los
precios actuales la dependencia de los países exportadores se mantiene.
El otro pilar sobre el que se sustenta
la ofensiva económica es el de los tratados de libre comercio. Por un lado
buscando reforzar el TLCAN y la integracion subordinada de México para
garantizarse el acceso a sus recursos naturales al mismo tiempo que negocia su
incorporación al Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica
(TPP)[8] para ampliar su influencia en la zona Asia-Pacifico además de intentar
frenar la creciente presencia de China en la zona. El otro tratado clave es el
de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP)[9],
tratado ultra secreto que se está negociando con la Unión Europea y que como ha
sido denunciado, ni los mismos europarlamentarios conocen su contenido salvo
borradores parciales. El TTIP supondrá, entre otras muchas cosas, una puerta
abierta para el fracking y los transgénicos, la eliminación de las barreras
sanitarias y la reducción de los derechos de los trabajadores destruyendo y
relocalizando empleos allá donde la legislación sea más flexible. Asimismo no
podemos olvidar el apoyo de los Estados Unidos a la Alianza del Pacifico, con
el objetivo de desgastar el proceso de integracion latinoamericana y caribeña;
alianza que como proyecto económico no logra avanzar pues a pesar de haber
liberalizado el 92% de su comercio intrarregional, el mismo solo representa un
3,5% del comercio total de los países miembros (México, Colombia, Perú y
Chile)[10]. Sin embargo hay que ser realistas y manejar un posible escenario
donde a pesar de que los proyectos de integracion política como UNASUR o CELAC
sigan profundizándose, proyectos de integracion económica como Caricom y SICA,
o herramientas de dicha integracion económica como el Banco del Sur o el propio
Sucre, sufran una ralentización, sobre todo por el escenario de guerra
económica al que es sometida Venezuela, uno de los principales impulsores de
estos mecanismos.
Pero probablemente es el principal icono
de los Estados Unidos, el dólar, quien mejor simboliza esta nueva fase. Un
dólar en declive como principal moneda internacional que a pesar de seguir
siendo la referencia, va perdiendo peso e influencia frente al yuan y el rublo,
que ya han comenzado a ser utilizados por China y Rusia en sus transacciones
comerciales, sobre todo en la venta y compra de petróleo y gas[11].
Ofensiva militar
En el plano militar, a pesar de seguir
manteniendo el liderazgo en el mundo fruto de un gasto 10 veces superior al de
por ejemplo China, que cuenta con 250 ojivas nucleares frente a las +-5000 de
Estados Unidos[12], que disponen además de 10 portaviones[13] frente a la única
nave china de estas características, ya no tiene el control geopolítico del que
disponía hace pocos años.
Estados Unidos puede hoy destruir
cualquier ejército o país si se lo propone, pero no puede mantener el control
territorial sobre el mismo. Se calcula que ocupar Irak y Afganistán le ha
costado al contribuyente estadounidense más de 3 billones de dólares[14], que
han provocado el enorme gasto público y déficit del país.
La potencia imperialista construyó su
hegemonía sobre la dominación militar, sí, pero también sobre un consenso a
escala planetaria con muy poca contestación. Ese consenso fue roto por Bush y
hoy difícilmente Obama puede restaurarlo.
Ucrania es probablemente el escenario
que metafóricamente simboliza el fin de una época. En Ucrania los Estados
Unidos sufrieron una derrota parcial a manos de Rusia, pues a pesar de
conseguir impulsar un golpe de Estado y poner un gobierno amigo que permita la
expansión de la OTAN hacia el este, no pudieron evitar la anexión de Crimea a Rusia.
Algo similar ha sucedido en Siria, donde obviamente contaron con los medios, la
financiación de la CIA y la tecnología para provocar una violenta guerra civil,
pero no han podido controlar a los “rebeldes” que financiaron se han terminado
convirtiendo en el Estado Islámico[15], fracasando también en su objetivo de
derrocar al legítimo Presidente Bashar Al Assad.
Los últimos acontecimientos les han
obligado asimismo a negociar un acuerdo con Irán, uno de los principales
estados del eje del mal, sobre la cuestión nuclear, con el fin de mantener una
cierta estabilidad en el tablero geopolítico de Oriente Medio. Incluso
recientemente China se ha atrevido a desafiar el control estadounidense en la
región mandando buques de guerra a las costas de Yemen a pesar del bloqueo
impuesto por Arabia Saudí.
A pesar de algunas derrotas parciales en
el campo de batalla físico, no podemos olvidar que los Estados Unidos siguen
dominando el otro campo de batalla, el del ciberespacio y el espionaje.
Y si miramos la geopolítica regional en
Nuestra América, tenemos un despliegue militar sin precedentes. Solo en Panamá,
sede de la última Cumbre de las Américas, existen 12 bases militares
estadounidenses[16]; en Perú se acaban de firmar acuerdos para autorizar el
ingreso de unos 3.500 marines con el pretexto de la lucha contra el
narcotráfico y el terrorismo[17]; y en Colombia, otro país clave para el
objetivo de mantener presencia en Sudamérica, el Comando Sur de las Fuerzas
estadounidenses (SOUTHCOM)[18] mediante el ejército y policía colombiana sigue
entrenando a miles de oficiales militares y policiales de diferentes
países de América Latina y el Caribe, en particular de México y Centroamérica,
República Dominicana, Perú y Paraguay. Bajo el pretexto de la lucha contra las
drogas o el lavado de dinero, los Estados Unidos seguirán teniendo presencia en
nuestra región mediante la Iniciativa Mérida, la Iniciativa Regional para la
Seguridad Centroamericana (CARSI), el denominado “Plan Biden para el Triángulo
Norte Centroamericano” y la Iniciativa de Seguridad para la Cuenca del
Caribe (CBIS).
El factor chino
El mayor responsable de la perdida de la
condición de potencia hegemónica de los Estados Unidos y su entrada en una fase
de dominación violenta es China, que algunos teóricos ya definen como un
Estado-civilización. Una China que a partir del desarrollo de un inmenso
mercado interno, y a pesar de un cierto estancamiento en el crecimiento, pues
en 2014 “solo” creció el 7’4%[19] (Estados Unidos creció un 2.4%, la Eurozona
un 0’8% y Japón un 0’2%), ya es el primer consumidor de energía del mundo[20] y
está a punto de superar el PIB nominal de Estados Unidos.
Precisamente esa necesidad de recursos
naturales para seguir creciendo hace que China haya desarrollado una política
de poder blando y relaciones internacionales en las que por un lado estrecha su
relación con Rusia reduciendo su vulnerabilidad energética, a la vez que
establece una serie de alianzas con África y America Latina para el suministro
de recursos naturales clave para el desarrollo de su economía. Pero todas las
relaciones económicas y comerciales están basadas en el respeto al sistema
político y económico de cada país y desde luego China no tiene intención de
instalar ninguna base militar en territorio africano o
latinoamericano-caribeño.
Pero quizás el principal escenario donde
China comienza a construir su propia hegemonía a costa de los Estados Unidos es
el económico-financiero mediante la creación del Banco Asiático de Inversión en
Infraestructura (BAII)[21], que junto con el Nuevo Banco de Desarrollo de los
BRICS, impulsa una nueva arquitectura financiera internacional que desplace la
hegemonía del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (donde la
potencia del norte tiene el 17’1% y poder de veto frente al 3’7% chino). El
BAII fue propuesto por Xi Jinping en 2013 y constituido formalmente en octubre
de 2014 en Beijing con 21 países fundadores (China, India, Tailandia, Malasia,
Singapur, Filipinas, Pakistán, Bangladesh, Brunei, Camboya, Kazajstán, Kuwait,
Laos , Myanmar, Mongolia, Nepal, Omán, Qatar, Sri Lanka, Uzbekistán y Vietnam),
pero a día de hoy ya cuenta con 57 países de los 5 continentes (34 asiáticos,
18 europeos, 2 africanos, 2 de Oceanía y 1 de América Latina, entre ellos todos
los pertenecientes a los BRICS) que tienen intención de formar parte, algunos
de ellos estrechos aliados de los Estados Unidos como Gran Bretaña, Alemania,
Francia, Arabia Saudí o Israel. El capital inicial del BAII para proyectos de
infraestructura, electricidad, agua potable o saneamiento básico estará
conformado por unos 100 mil millones de dólares, de los que China aportará un
50%[22].
China asimismo, con sus 4 billones de
dólares en reservas[23], según anuncio en la reciente cumbre China-CELAC su
Presidente Xi Jinping, va a invertir en los próximos 10 años 250 mil millones
de dólares en América Latina y el Caribe[24], región que ha pasado de dejar
atrás en buena parte de los países el Consenso de Washington, a moverse entre
el consenso bolivariano y el Consejo de Beijing.
Horizontes geopolíticos
Es más que probable que Estados Unidos y
China continúen durante los próximos años incrementando una disputa a modo de
guerra de posiciones en el ámbito del soft power, la combinación de disputa
cultural, ideológica y diplomacia. Pero pase lo que pase en las elecciones
presidenciales estadounidenses de 2016, no parece que el escenario de perdida
de hegemonía y ofensiva política, económica y sobre todo militar mediante la
dominación violenta en la que está inmersa la principal potencia capitalista e
imperialista del mundo, vaya a cambiar.
Deberemos seguir estudiando los
escenarios que esta nueva fase imperial puede traer para América Latina, que
dependerán también de la correlación de fuerzas y de los gobiernos de izquierda
y progresistas que se puedan mantener en las próximas citas electorales, además
de la capacidad que estas fuerzas y gobiernos tengan para seguir profundizando
un proceso de integración latinoamericana y caribeña no solo en el ámbito
político, sino económico, financiero, energético, tecnológico y cultural.
Notas:
[1] Conozca los alcances de la
Iniciativa de Seguridad Energética del Caribe que lanzó EE.UU. http://www.americaeconomia.com/politica-sociedad/politica/conozca-los-alcances-de-la-iniciativa-de-seguridad-energetica-del-caribe-
[2] National Security Strategy Report
(Página 44) http://nssarchive.us/NSSR/2010.pdf
[3] National Security Strategy Report
(Página 42) http://nssarchive.us/NSSR/2010.pdf
[5] A pesar de la existencia de leyes
nacionales que impiden este financiamiento, esta realidad se produce
especialmente en Bolivia, Ecuador y sobre todo Venezuela http://www.granma.cu/mundo/2014-07-18/eeuu-financia-a-la-oposicion-en-venezuela-revela-agencia-norteamericana
[6] Como señaló en la conferencia
impartida en el Senado de México el Coordinador del Grupo de Investigación
sobre América del Norte del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados
Unidos (CEHSEU) René Fernández Tabío http://www.idn.org.mx/idn1/images/idn/RETOS%20ACTUALES.pdf
[7] Tal y como han señalado numerosos
investigadores, entre ellos el compañero y maestro John Saxe-Fernández http://www.jornada.unam.mx/2015/03/19/opinion/028a1eco
[9] 7 preguntas sobre el TTIP cuya
respuesta deberías conocer http://www.eldiario.es/agendapublica/proyecto-europeo/preguntas-Tratado-Transatlantico-TTiP-respuesta_0_315669128.html
[10] Alianza del Pacífico, la nueva era
del capitalismo dependiente http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198228
[11] Según informó el portal informativo
ruso Regnum http://www.regnum.ru/news/economy/1881411.html
[12] Según World Nuclear Forces de
Shannon N. Kile http://www.sipri.org/yearbook/2011/files/SIPRIYB1107-07A.pdf
[15] Hillary Clinton: "Financiamos
mal a rebeldes sirios y surgió Estado Islámico” http://actualidad.rt.com/actualidad/view/136648-clinton-ayuda-rebeldes-sirios-estado-islamico
[16] Bases militares en América Latina y
el Caribe http://www.mopassol.com.ar/archives/351
[17] Los Marines preparan a militares
peruanos para combatir a los terroristas y carteles de drogas http://dialogo-americas.com/es/articles/rmisa/features/2015/01/05/feature-02
[19] Economía de China crece un 7,4 por
ciento en 2014 http://spanish.peopledaily.com.cn/n/2015/0120/c31620-8838588.html
[20] China se convierte en el mayor
consumidor de energía del mundo, por delante de EEUU http://www.expansion.com/2010/10/12/mercados/materiasprimas/1286895100.html
[21] Cronología de Banco Asiático de
Inversión en Infraestructura http://spanish.peopledaily.com.cn/n/2015/0401/c31621-8872170.html
[22] Cuatro datos esenciales sobre el
Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura http://actualidad.rt.com/economia/170833-cuatro-hechos-cobre-banco-asiatico-inversiones-infraestructura
[24] China invertirá 250 mil millones de
dólares en AL y el Caribe http://www.telesurtv.net/news/China-invertira-250-mil-millones-de-dolares-en-AL-y-el-Caribe-20150108-0049.html
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