Camaradas, compañeros, amigos y militantes fraternos de lucha, desde hace un mes circunstancias estrictamente personales me han impedido regresar a Anzoátegui. No me ha quedado otra opción sino atender mis responsabilidades paternas y por lo tanto asumirlas de lleno hasta, por lo menos, 90 días más.
Se que un día que se deje de atender la situación política es un día que genera nuevos factores intervinientes en la coyuntura que la modifican. Es un día que permite la cesión de espacios a otros que se asoman. Pero es que las responsabilidades de vida, aquellas de ulterior trascendencia, tampoco pueden dejarse de lado no solo por el compromiso consanguíneo sino porque la propia razón de la existencia humana lo impide.
Ustedes saben que les hablo de mi hija. Esa justificación de hechos y solo esa es la causa del congelamiento de mis eventos políticos y de mi inamovilidad de mi hogar. Cargo, en consecuencia, con todas las derivaciones que se desprendan de esta realidad, incluso la del aislamiento y olvido de la escena política; pero esa razón supera todas las que nos planteamos ya que es, en esencia, la misma meta que buscamos y por la que luchamos día a día: crear vida y alcanzar su felicidad.
Si al cabo de este período de ausencia existen condiciones objetivas y subjetivas en ustedes, así como disposición anímica para desarrollar eventos dentro del trabajo de difusión y formación, yo les acompañaré. Caso contrario ya sabré que a todos nos llega un fin de camino y un nuevo comenzar por otros senderos de igual o distinta acción.
Como no tengo la dirección de correo de todo el equipo más cercano les agradezco le trasmitan este mensaje, el cual va dirigido exclusivamente a quienes se la batieron conmigo.
Mi agradecimiento eterno.
William E. Izarra
viernes, 23 de julio de 2010
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