Los intelectuales de la oposición crean sus propios modelos de análisis. Razonan el escenario que se abre a partir del 23/11 y las perspectivas para lograr la aprobación de la enmienda. Aportan elementos considerados como fundamentales para planear sus respectivas formas de acción. Sintetizo sus apreciaciones en estos diez puntos:
(i) el 23/11 es el coletazo del 2D;
(ii) el 23/11 quedó demostrado que la oposición puede batirle en la cueva al chavismo;
(iii) se agotó el discurso bolivariano;
(iv) el modelo político elaborado por el Presidente a partir del 2004 pierde vigencia;
(v) el fascismo gana terreno y avanza hacia el desplazamiento del gobierno en el corto plazo;
(vi) se inicia el espacio del retorno de la democracia representativa con la característica de unir a viejos líderes con los chamos emergentes de las organizaciones aparecidas a partir de 1998;
(vii) el escenario internacional no le será favorable a Chávez por lo de la crisis financiera y la caída de los precios petroleros;
(viii) Obama representa la referencia que unifica a la clase dominante del Imperio para retomar la hegemonía mundial de EE.UU., basado en el “Siglo Americano”;
(ix) un Obama a la disposición de los intereses imperiales podría ser más problemático que Bush en las relaciones con Venezuela; y
(x) el SSXXI no ha hecho ningún aporte científico o práctico para su avance hacia una sociedad postcapitalista.
De esta síntesis extraigo dos conclusiones. La primera es que el marco teórico de cada intelectual representa una verdad que no tiene que ser única. Sus referencias sustentadas en elementos que para ellos constituyen la verificación de sus hipótesis no es válida para un revolucionario cuyo marco teórico es diametralmente opuesto. El intelectual que cree en el mercado y que se ha instruido de los teóricos capitalistas, brillantes y hasta geniales, genera un modelo traducido en el escenario político divergente de otros pensantes que observan la vida y el mundo desde otras perspectivas. Por ejemplo, para ellos es muy importante la consideración de los asuntos macroeconómicos que los eleva a una dimensión muy por encima de la condición humana. En contraposición, para un revolucionario es más trascendente el Bien Común que las tasas de ganancias de las bolsas de valores. De allí que los modelos engendrados no tenga la misma valoración y peso por mucha estadística o imaginación que posean sus contenidos.
La segunda conclusión la refiero a la necesidad de producir intelectualmente las nuevas categorías políticas que le den sostén al SSXXI. Ellos lo denominan “…aporte científico y práctico a la sociedad postcapitalista”. Más allá del discurso, el Proceso no ha asumido todavía la cientificidad de la tesis de la Revolución Bolivariana. Y no es por falta de ideas, de capacidad y de talento. Eso existe. Es más, aprovechando el llamado a la conciliación, creo que es hora de llamar también a todos esos cuadros revolucionarios que ya están formados y que dan el todo por el todo por la instauración del Modelo socialista en Venezuela. Proyectos listos y hombres prestos acudirían al llamado de la República y del Proceso para abocarse a la creación del Centro de Investigación y Producción Intelectual del SSXXI. Unidad para estructurar la nueva base teórica de esta tesis y así: (i) proyectar por los siglos la propuesta mundial y (ii) callarle la boca a quienes se creen únicos poseedores del conocimiento universal.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
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