La oposición basa sus análisis políticos, proyecciones electorales y planes de acción en un marco teórico signado por los valores capitalistas. Su visión del mundo y la vida es totalmente opuesta a la revolucionaria. La oposición nunca podrá entender, por ejemplo, la propuesta de un solo gobierno. Para la oposición el poder le pertenece a las cúpulas sean económicas, políticas o intelectuales; pero jamás lo asumen como una elemento de la creación humana que permita la emancipación del pueblo. Eso se debe a la formación del marco teórico. Los oponentes al Proceso Bolivariano creen en la vigencia del neo-liberalismo como modo de producir los bienes y servicios que demanda el ser para subsistir hoy. Creen en el capitalismo estático, conservador de líneas de conducta excluyentes, pragmático y dominador de la mente del ser para que actúe como objeto o máquina consumidora. Defienden la democracia que pregona el Imperio y, en consecuencia, lo respaldan. Están convencidos que el modelo de vida impuesto a los pueblos de manera dogmática por los gobiernos de EE.UU., y sus aliados sumisos de Europa Occidental es el que debe imitarse en Venezuela. Importan ideas, costumbres y productos para cumplir las leyes del capitalismo y así maximizar las ganancia, razón única del capital. Po lo tanto, su marco teórico no es compatible con el modelo socialista que se está implantando en Venezuela. Los conceptos político-ideológicos hacen que co-existan dos mundos contrarios en una misma sociedad.
Ejemplo de las diferencias conceptuales ubicadas a nivel de la génesis del pensamiento es el referido al Estado. Habla la oposición de “la descomposición del estado actual”. Pues es así. Aunque no se trata de la descomposición sino de la sustitución de la base de funcionamiento del estado reformista por la nueva institucionalidad donde las leyes que va creando la Revolución le va dando un nuevo piso a lo que será el Estado Comunitario, Socialista y Revolucionario. Marcos teóricos diferentes conducen a la concepción ideológica distinta de la política, la cultura, el uso de los medios de comunicación, del lenguaje, de la cotidianidad y por supuesto de lo que manifiesta Chávez, cabeza del movimiento político-social-cultural-militar en el Continente. Por eso es que nada de lo que haga el gobierno, ni las organizaciones sociales de base e individuos emancipados ideológicamente, nada de lo que se concrete en acciones fuera de su marco teórico será válido para ellos.
Todos tienen razón, tanto la oposición como los revolucionarios al considerar el 23/11 como el punto crítico que definirá el desenlace de la coyuntura que ha generado el escenario del 2008. A partir de esa encrucijada entraremos en la nueva etapa de la Revolución. Les aterra a la oposición saber que la República será socialista y que a pesar de sus interpretaciones fuera de contexto, el 23/11 la Revolución se profundiza. El Socialismo del Siglo XXI, tesis inédita, fresca, sin comparación con ninguna otra existente, en fase de creación y consolidación, tomará nueva fortaleza. Nada que ver con comunismo, ni socialismo real ni utópico. El SSXXI es Venezuela emancipada, poder popular, Bien Común, Cristo, Bolívar, Ché, diferentes modos de propiedad, distinto modos de producción compatibles y en armonía. Es la vocería Popular en todas las expresiones del Estado. SSXXI es solidaridad internacional y tolerancia de esa oposición a pesar de su oquedad.
miércoles, 19 de noviembre de 2008
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