Todas las acciones que en política
hacemos tienen que estar impregnadas de espontaneidad. Nada de lo que nos
proponemos alcanzar puede asumirse como algo impuesto, obligado o fuera del
contexto de nuestras expectativas más sinceras. Lo espontáneo esta íntimamente
ligado a la dosis de felicidad que nos produce hacer lo que verdaderamente
anhelamos. Lo espontáneo induce a cultivar el amor hacia la vida. La lucha por
lograr las metas trazadas es un acto humano de sacrificio y manifestación de
talento que nos demuestra la capacidad de perseverancia que poseemos. Cuando
asumimos una línea de conducta determinada, la cual se fundamenta en lo que
creemos, no podemos expresar queja alguna ya que lo hemos hecho por que
así lo quisimos. Si en el trayecto de la concreción de esas líneas de acción
las fuerzas adversas se imponen, no nos queda otra alternativa que
reestructurar la estrategia y retomar la acción por las nuevas vías que
surjan. Los que creemos en la reconstrucción de la Patria, no nos detiene
ningún tropiezo ni siquiera la caída más estrepitosa que nos ocurra. Por eso
somos revolucionarios. Por eso somos Guardianes del Destino de Venezuela.
Y eso es suficientemente alentador para sentirnos eternamente victorioso.
El concepto de guardianes del destino de
Venezuela, tiene una amplia implicación humana que permite la relación
constante entre teoría y práctica. El guardián es una persona que pasa a ser
vigilante permanente de las leyes y de la conducción del país, dentro de un
marco de honestidad y de cuidado permanente de la soberanía, de los bienes
patrimoniales y de la calidad de vida de los habitantes de la República. Las
metas de los guardianes del destino de Venezuela van más allá de alcanzar el
poder político. Quienes nos sentimos comprometidos con la rectificación del
rumbo que ha tomado nuestra patria, nos debemos convertir en vigilantes
persistentes por hacer cumplir los compromisos adquiridos ante el colectivo
nacional y para que la República construya su nueva historia basada en la
libertad, la justicia, la paz y la prosperidad, y, por supuesto, el socialismo.
Pero no se trata solamente de autocalificarnos de guardianes y asumirlo como
tal. El concepto tiene una fundamentación ideológica que se define no sólo por
los elementos implícitos en su propio objeto de vigilar a la nación. Sino,
además, en la interpretación del mundo, de la vida y del hombre bajo la óptica
del pensamiento de Bolívar, de Zamora, de Simón Rodríguez y de otros tantos más
que contribuyeron a forjar la Patria, la nacionalidad y el valor combativo para
defender al pueblo. Ideas que siguen vigentes y que se mezclan con las de otros
pensadores contemporáneos del Siglo XX y de la nueva intelectualidad revolucionaria
del Siglo XXI, para facilitar la elaboración de modelos de explicación de
nuestra realidad. Lo ideológico también va cargado de un conjunto de enunciados
principistas que enriquecen la concepción global del ser humano en su búsqueda
existencial: los principios rectores de la democracia directa. Principios que
definen la forma en que el hombre debe participar en la sociedad para
satisfacer sus expectativas en lo moral, lo material y lo espiritual.
Todos estos fundamentos filosóficos,
permiten construir la base que sostiene la acción concreta de quienes se asuman
como guardianes. Son seres revolucionarios, quienes asumen su capacidad de
desprendimiento y de amor al prójimo. Y en esto hay mucha afinidad con los
postulados del cristianismo que predican la hermandad de los hombres y de hacer
el bien para el beneficio del colectivo. El guardián es un ser que no puede
doblegarse ante cualquier placer cotidiano. Su clara percepción de su meta a
cumplir le debe llevar a mantener sus principios por encima de las intenciones
de fascinación pasional. En eso, sus principios morales, su ética y su entereza
de carácter, sobresalen por encima de los ciudadanos comunes. El guardián es un
privilegiado. Un escogido por el destino de la patria. Los que sientan que son
guardianes y puedan identificarse de esa manera, al descubrirse internamente,
pasan a constituir la legión de vigilantes de la Patria.
Guardianes
del Destino de Venezuela es un concepto nuevo que está en construcción
todavía. Por lo tanto debemos continuar desarrollándolo con todos aquellos
elementos que permitan reforzar su base de sustento. Los revolucionarios tienen
que estudiar su significado en toda su dimensión y asumirlo con verdadero
sentido de vocación política y de servicio a la nación. Sólo asi podemos crear
una clara diferenciación auténtica del resto de actores en la escena política.
Sólo asi el colectivo nacional creerá en la revolución y no perderá nunca sus
esperanzas en los postulados por los cuales luchamos. El destino soberano de Venezuela
estará asegurado mientras existan sus guardianes. Tremenda responsabilidad que
tenemos con esta generación de compatriotas y con las venideras. Pero no le
tememos a ese reto cuando nos acompaña la conciencia limpia, la voluntad de
acero templado y la sensibilidad social impregnada de amor. Por todo esto nos
sentiremos siempre triunfadores. Por eso somos los guardianes de la democracia
directa.
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