Cuando
se erigió el nuevo paradigma para hacer la revolución, me refiero al acto
electoral como método para consolidar los cambios de estructura que hasta ese
momento se planteaba alcanzarlos por la vía violenta (irrupción popular con
apoyo de las Fuerzas Armadas para la toma del poder), cuando se decidió por
unanimidad ir a las elecciones de 1998 con el candidato Hugo Chávez, en ese
momento se establecía que ese acto electoral sería asumido como acto revolucionario.
El 19 de
abril de 1997, punto de arranque del Proceso Revolucionario Bolivariano
liderizado por Hugo Chávez, la Asamblea Extraordinaria del MBR-200, realizada
en Valencia en el Club Social Mañongo con 1.000 delegados, estableció en
la Tríada Conceptual que la forma de hacer la revolución sería por la vía
pacífica y electoral. No obstante, lo electoral como acto revolucionario
significaría tomar el poder (inicio de su gestación con el triunfo electoral)
para transferirlo al colectivo nacional organizado en comunidades o entidades
de participación político-social. Concepción antagónica con la que prevalecía
en las fuerzas del "statu quo" de ese entonces (modelo de democracia
representativa, cupular y reformista) que lo asumían como acto burocrático;
valga decir, ganar las elecciones para usufructuar el poder (beneficios para la
cúpula y sometimiento del colectivo).
Este
episodio, que sigue vigente ya que el MBR-200 nunca fue disuelto sino que
permanecería vivo como foco de iluminación, guía y orientación de la Revolución
Bolivariana, hay que traerlo a la realidad concreta de 2013 a tres meses del
acto electoral del 8D.
La
Revolución es cambio de estructura; es crear un nuevo modo de vida. La
Revolución no es continuar perpetuando la base de funcionamiento de la sociedad
materializada en el modelo político de la reforma (aquellos reparos inocuos que
estimulan la continuidad del capitalismo fundado en las leyes del mercado).
La
Revolución es cambiar de modelo político-social bajo los postulados de la tesis
del Socialismo Bolivariano en el Siglo XXI; que si bien no se concretará por
decretos y en un acto violento, si se requiere que como proceso tengamos que ir
avanzando por fases y etapas continuas y permanentes.
Si el
acto electoral del 8D no se asume como acto revolucionario (transferir la toma
de decisiones al colectivo organizado para dirigir su destino); la revolución
se estanca; se desacelera y no se cumplirá con la razón de ser del Proceso
Bolivariano. Si se continúa haciendo del acto electoral un acto burocrático,
seguiremos en reforma y prevalecerán las relaciones que se generan para
mantener la estructura capitalista en todos sus alcances y dimensiones.
Si el
acto electoral del 8D se toma como acto revolucionario entonces se iniciará una
etapa de aceleración de la Revolución que irá estableciendo nuevas fases
para avanzar en el cambio de estructura y en la implantación del socialismo del
siglo XXI dentro de las especificidades de la realidad venezolana.
Por lo
tanto, le hago un llamado a las autoridades constituidas (pivote que sirve de
palanca generadora de la direccionalidad colectiva) que se involucren con el
espíritu del 19 de abril de 1997 vigente como imagen objetivo del MBR-200
impregnado de la acción del inmortal Chávez, para que establezcan de manera
inequívoca que estamos en un proceso revolucionario (no reformista), que busca
el cambio de estructura y que las elecciones marcan puntos de inicio de
momentos temporales de la revolución para la transformación de los entes de
dirección de la sociedad en Vocerías Populares y generar los mecanismos del
ejercicio del autogobierno.
A los
candidatos a Alcaldes y Concejales (binomio estructural que sirve de base para
concebir las acciones futuras de autogobierno) les recuerdo (si no lo saben puedo desarrollar
acciones para que se enteren de estos
conceptos) que la Tríada Conceptual se deriva del punto de partida de este
Proceso Revolucionario, el 19/04/1997, donde se incluye que el acto electoral
será asumido por todos como acto revolucionario. No sean continuadores de la
reforma política; ni sueñen con la fascinación del poder (sin ideología
revolucionaria) que se concreta en ser cúpula para mandar (imponer su voluntad)
y llenarse de la gracia que otorga la cuota de poder, al ser electo autoridad
de un espacio territorial contribuyendo a la manutención estructural
capitalista.
Los
candidatos de la revolución bolivariana no pueden pensar como elemento aislado
del proyecto colectivo. No es su potestad individual ejercer como cúpula del
poder. Se es candidato para tomar ese poder y transferirlo a la comunidad. Se
toma el poder para crear una nueva génesis y transformarse en Vocero del
colectivo, quienes a su vez decidirán las acciones para la conducción del
destino de esa entidad empleando el método de las Asambleas Populares o Asambleas de Ciudadanos. El
Vocero se convierte en la voz de la asamblea para seguir sus instrucciones.
De
compenetrarse con la esencia de la Revolución y el nuevo paradigma establecido
por el MBR-200 ese 19 de abril de 1997, tanto los elementos de intermediación
(partidos políticos principalmente) como sus autoridades y candidatos
seleccionados para el 8D, deberán planificar el año 2014 como el período que
inicia la fase de preparación de las condiciones para la conversión de los
entes de dirección de la sociedad en Vocerías Populares. Durante todo ese año,
ahora los candidatos convertidos en Alcaldes y Concejales, además de dar
cumplimiento a las tareas cotidianas del ejercicio de la entidad, tendrán que
planificar las actividades propias para la conversión las cuales deben
sustentarse en los siguientes factores innovadores que incidirán en el cambio
de estructura:
(i)
enseñar la metodología para crear la Vocería
Popular y preparar al colectivo en el ejercicio del autogobierno;
(ii)
diagnosticar la realidad jurídica de las
entidades para proponer su transformación fundamentada en la autogestión
colectiva;
(iii)
transmitir, inculcar y definir al colectivo del
ámbito de la entidad la teoría que explica el SBSXXI en la realidad venezolana;
(iv)
crear en ese colectivo los valores y las virtudes
de la buena voluntad del ser y del Bien Común para fortalecer el ímpetu de
lucha inquebrantable a fin de consolidar la revolución y el socialismo;
(v)
generar las condiciones para que ambos elementos
involucrados en la transformación de la estructura (autoridad y colectivo) se
posesionen de la conciencia que permitirá la formación de la coraza ética y
moral socialista anti-corrupción y antagónica a los vicios
contrarrevolucionarios.
No es
tiempo de vacilaciones cuando la oposición contrarrevolucionaria actúa en el
escenario político buscando liquidar a la revolución. No es tiempo de incertidumbre:
o nos quedamos a nivel de un modelo político reformista y tomamos el acto
electoral como acto burocrático; o asumimos desde los fundamentos conceptuales
la revolución como cambio de estructura para ir a las elecciones a convertirlas
en acto revolucionario.