Existe una obsesión (idea que con tenaz persistencia
asalta la
mente) en los seres del mundo
capitalista sobre el comunismo. La
intensa propaganda desplegada en
el mundo occidental durante
el período de la Guerra Fría, la
cual continuó con mayor empuje a
partir del Nuevo Orden
Internacional de la globalización iniciado a
partir de la caída del Muro de
Berlín, ha hecho del individuo un
ser alienado (estado mental
caracterizado por una pérdida del
sentimiento de la propia
identidad). La alienación como expresión
cultural de generaciones de seres
humanos que se atan al mundo
capitalista ha sido un instrumento
de dominio psicológico que ha
hecho al individuo de la
modernidad y, ahora de la
postmodernidad globalizada, presa
sumisa de los conceptos que
esa propaganda impone como verdad
siendo la misma aceptada
sin ningún tipo de reflexión,
meditación o verificación.
Cuando el centro de dominio del
mundo capitalista asume la
confrontación contra el incipiente
mundo socialista que
comenzaba a emerger después de la
II Guerra Mundial dispuso
de su capacidad maligna impregnada
de rapacidad, sometimiento
y opresión para inventar
realidades, ninguna verdadera o al
menos manipulada esa verdad
parcializada, y crear fantasmas
(figuraciones de la imaginación)
acerca de un modo de vida
diferente al generado por el
consumo y sus leyes de la
maximización de la ganancia (razón
del capitalismo). El
comunismo era entonces visto desde
la óptica del capital como lo
antagónico a democracia,
felicidad, libertad y justicia. Era
dictadura, opresión, subyugación
del pueblo, sometimiento al trato
cruel, inhumano y extirpador de
sueños y disfrute pleno. El
comunismo era el infierno;
mientras que el capitalismo era el
cielo.
Pues bien, de allí devino la
deformación del comunismo que ha
sido permanente, incrustándose en
la mente de generaciones
humanas para que se asuma
(consciente o inconscientemente)
como un mal del mundo al cual hay
que repudiar, refutar y negar.
En Venezuela esa cultura de la
alienación y, en consecuencia el
concepto de comunismo, generaliza
el anticomunismo, y lo
asume como una postura ante el
mundo y la vida; la cual sigue
viva con mucha fuerza al interior
del ser. Postura que demuestra,
por un lado, ignorancia masiva de
una gran proporción del
colectivo nacional, que incluye a
contingentes de rojos y rojitos
aún alienados; y por el otro, la
propaganda anticomunista se
convierte en un factor de estímulo
a la lucha contra la Revolución
Bolivariana la cual es
interpretada por la contrarrevolución (inculta
la mayoría) como una copia de la
experiencia comunista cubana.
En si, al investigar sobre el
concepto político de comunismo
tomamos para efecto de este corto
artículo la siguiente
conceptualización: “modo de
interpretar y hacer la historia de un
pueblo como lucha de clases regida
por el materialismo histórico
o dialéctico, que conducirá, tras
la dictadura del proletariado, a
una sociedad sin clases ni
propiedad privada de los medios de
producción, en la que haya
desaparecido el Estado”. Este
concepto en bruto sin otro tipo de
consideraciones lo tomó el
centro dominante para desvirtuarlo
e imponer de manera
deformada sus propias visiones
interesadas en preservar la
esencia del mundo occidental sin
influencia de ningún modo de
vida diferente al suyo.
Sin embargo, en la práctica de la
política actual en nuestro país y
con base en nuestra identidad y
fundamentándonos en los ideales
de los libertadores del siglo XIX,
e integrándolos a nuestros
propios pensamientos criterios,
juicios e ideas, el comunismo hoy
en día en el siglo XXI lo
interpreto como el modo de vida que se
fundamenta en la espiritualidad
(razón política de energía
morfogenética para luchar por
transformar el mundo) del ser para
organizar a la sociedad en
componentes comunitarios que buscan
alcanzar el Bien Común
(racionalidad de justicia), la producción
socialista y el poder popular
expresado por vía del autogobierno.
Es también comunismo el amor al
prójimo (lazos de afectos
surgidos del espíritu de cuerpo) y
la buena voluntad del individuo
para solidarizarse en las tareas
colectivas de los componentes
comunitarios. Es además, buscar la
sustitución del modo de vida
capitalista por el modo de vida
socialista y, en consecuencia,
generar el cambio de estructura
(nueva génesis) que conciba:
(i) transmutar las relaciones de
producción cuyo fin no sea el
mercado sino la satisfacción del
Bien Común del colectivo para el
buen vivir y la colectivización de
la propiedad de los medios de
producción;
(ii) cambio en las relaciones de
poder que asuma como
primera instancia de poder la
asamblea popular organizada desde
los colectivos de base cuya razón
fundamental de existir sea el
individuo y no la mercancía del
capital;
(iii) cambio en las relaciones
sociales entre los seres del
colectivo nacional para estructurar
la sociedad socialista
desalienada y culturalmente
emancipada. La sociedad de la
Patria, de la Patria Grande y del
legado de nuestros libertadores.
"El comunismo EN 2017” es una
respuesta al grupo de
contrarrevolucionarios que dicen
en las redes sociales y a menos
de 24 horas del llamado a
protestar que “…a los
comunistas del gobierno hay que
quitarles la bandera nacional a
carajazos”. Por eso digo, repito y
lo siento en mi corazón,
conciencia y alma viva el
comunismo hoy y siempre.
Comunista seremos hasta
la muerte.