Energía Morfogenética

Energía Morfogenética
Fuerza de los Revolucionarios para luchar de manera inquebrantable por consolidar la Revolución Bolivariana

III Curso para Difusores e Investigadores del Socialismo Bolivariano

III Curso para Difusores e Investigadores del Socialismo Bolivariano
Se iniciia el 31.05 a las 08.30am en la UBV de Caracas, Los Chaguaramos, Piso 10, Sala Cruz Diez

Hacia la Capilla ardiente de 10 días

Hacia la Capilla ardiente de 10 días
Fueron cientos de miles quizás millones...no se sabe cuántos desfilaron frente a Chávez para darle su adiós

El Comunismo en Venezuela en 2017

El Comunismo en Venezuela en 2017
El comunismo hoy en día en el siglo XXI lo interpreto como el modo de vida que se fundamenta en la espiritualidad (razón política de energía morfogenética para luchar por transformar el mundo) del ser para organizar a la sociedad en componentes comunitarios que buscan alcanzar el Bien Común (racionalidad de justicia), la producción socialista y el poder popular expresado por vía del autogobiernC

Táctica y Estrategia de la Revolución Bolivariana en la coyuntura del 12 de Octubre

Táctica y Estrategia de la Revolución Bolivariana en la coyuntura del 12 de Octubre
Quienes creen en el Socialismo Bolivariano (Revolución), como otro modo de vida diferente al capitalismo, buscan la realización de actos dirigidos a transformar el capitalismo y generar una nueva estructura de relaciones humanas que invente el otro mundo posible.

El MNOAL y el Socialismo Bolivariano

El MNOAL y el Socialismo Bolivariano
La coyuntura en que se encuentra Venezuela al realizarse la Cumbre de los Países del MNOAL es una oportunidad, para el país que sigue de manera inexpugnable alcanzar la viabilidad de construir el Socialismo Bolivariano

La Revolución Bolivariana es un paradigma que guía a los movimientos emancipadores del mundo

La Revolución Bolivariana es un paradigma que guía a los movimientos emancipadores del mundo
La fuerza interior se crece para transformarse en ímpetu imbatible al dominar las ideas que proyectan el modo de vida sustentado en el socialismo, razón del reto contra las fuerzas de USA, de la derecha mundial y la globalización universal.

Talento, Bien Común y Virtud vs Fascismo, Odio y Destrucción

Talento, Bien Común y Virtud vs Fascismo, Odio y Destrucción
El Bien son los principios, la ética, la moral de la justicia, la razón del espíritu. El Bien es el amor al prójimo y la Buena Voluntad. El Mal es el odio, la devastación consciente, la intención de hacer daño, la negación de la idea, del pensamiento y de la Revolución.

La Carta Democrática Interamericana, instrumenrto de USA para mantener su hegemonía

La Carta Democrática Interamericana, instrumenrto de USA para mantener su hegemonía
No puede uno de sus miembros (OEA) invocar la aplicación de la Carta cuando se carece de moral política por ser violador de su articulado.

El Partido Político tiene que transformarse en estructura para la emancipación

El Partido Político tiene que transformarse en estructura para la emancipación
Democracia Directa es el nuevo estadio que tiene que asumir la Revolución Bolivariana una vez que el pueblo venza a la GNC, a la desestabilización, a la derecha mundial, al Comado Sur, al Departamento de Estado, a los gobiernos de la derecha mundial y al Presidente de USA.

martes, 31 de enero de 2012

Las lochas de Tatá

Tatá le dejaba todos los mediodías una locha en una latica de mantequilla, curada de uso y adornada con unas pinceladas de acuarela que trazaban su nombre: “Egor”. Lo hacía al acostarse para la siesta. Egor abría la puerta del cuarto con mucho cuidado, de puntillas daba pasos hasta alcanzar la mesa de noche, agarrar la locha, besar su mejilla y salir hacia la escuela. El segundo turno de clases comenzaba a las dos. Cuatro cuadras era el recorrido hasta Las Linajes, escuela integrada para niños de 4 a 7 años. Con esa locha, Egor compraba una sorpresa y dos caramelos de leche. Aseguraba así la chuchería del día.

Tatá fumaba tabaco negro y era Egor quien se los buscaba en la bodega de la esquina de arriba. Tatá le daba un medio y con eso le pedía a Don Valarico le despachara dos Pielroja, cigarrillo colombiano que se distinguía por la imagen del indio con su tocado de plumas. Egor también le traía a Tatá las papitas de leche desde la otra bodega, la de la esquina de abajo. Ella se sentaba en su mecedora en la entrada de la casa con sus dos Pielroja y las papitas de leche. Con Egor sentado a su lado en un banquito de madera, inhalaba el humo contagioso y mordía pedacito a pedacito las papitas de leche. Placer que disfrutaba viendo los carros que transitaban a esa hora y la gente que salía a pasear para ventilar su cuerpo con la brisa vespertina.

Tatá era la madrina de Eusebio, tío y padrino de Egor. Quizá por esta relación afectiva de preferencia familiar, Tatá se sentía tan unida a él. Ella era quien lo vestía en la mañana para ir a la escuela. Esperaba su llegada y le daba el almuerzo. Lo enseñó a cepillarse, a lustrar sus zapatos, a peinarse con brillantina. Le enseñó a compartir y dar a quien lo necesitara. Egor estaba atado a ella. Era una relación de profundo afecto y de asimilación de principios, morales y éticos. Le hablaba de la vida y sus cuentos de joven, de mujer adulta soltera admirada y cortejada por tantos caballeros por el derroche de hermosura, simpatía y frescura de juventud lozana. Le hablaba también de su nueva etapa en la vida como vieja madrina y los momentos tan gratos que pasaba con él. Hecho que le daba más ganas de vivir. Ser eterna, pues.

Un día la mamá de Egor, Ursulina que así se llamaba, lo despierta muy temprano, lo viste apuradita y lo lleva fuera de la casa. Llama a su vecina, una cuadra más allá, rumbo al Este de la calle y le pide que se quede con Egor. Deonilde, amiga de la infancia de Ursulina, sabía del apego de él con Tatá. Lo toma de la mano y abrazándole le dice: “…Egor, aquí también te queremos”. No se sorprendió por el abrazo. Eso le sucedía con frecuencia. Las amigas de su mamá cada vez que lo encontraban lo hacían. Pero si le intrigaba por qué tan temprano lo sacaban de su casa sin llevarlo a la escuela. Caminó hasta la sala y en la mesa vio una latica muy parecida a la de las lochas de Tatá. Avanzó hacia ella y la agarró. En efecto, comprobó que era la latica de los mediodías. La volteó sobre la mesa y cayeron diez lochas y una moneda de dos bolívares de plata. Se le aceleró el corazón. Presintió que algo pasaba. Corrió hacia la ventana y empinado mirando hacia donde quedaba su casa logró distinguir una caja negra grande que salía del zaguán. Deonilde le dijo que ese cajón era la urna de Tatá quien amaneció muerta; y que ella, Tatá, sabiendo que moriría, había dejado su herencia en esa latica que Ursulina le dió. Tatá dejó dicho que él, Egor, entendería su significado.

Egor sintió el dolor de la muerte; y, sin verter lágrima alguna, manteniendo la imagen fresca de Tatá sentada en su mecedora fumando su pielroja y comiendo sus papitas de leche, colocó las monedas en el bolsillo de su pantalón. Salió al patio de la casa, solo, sin que nadie lo viera sacó las monedas mientras las frotaba en sus manos, plata y cobre se fundieron para que en esas manitos el metal fundido dibujara la imagen de Tatá y en voz baja le dijo: “…daré las lochas al mendigo del mercado que siempre me pide cuando voy a Las Linaje, pero no le puedo hacer porque llevo solo una; y los dos bolívares a la señora que limpia la escuela que no tiene para comprarle ropa a sus hijos. Compartir con el más necesitado, eso tu me lo enseñaste…” Inmediatamente escucha otra voz que no es la de él. Un susurro, ronco pero muy claro que le suena a Tatá: “… desprendimiento, eso eres tu, compañero de mis últimos años. Por ser así, a ti nunca mientras vivas te faltará la plata…”

Egor cumplió su compromiso, solo que en lugar de dar las 10 lochas lo hizo con 9. Él se quedó con la décima locha. La guardó en la misma latica de mantequilla y nunca la gastó. Esa locha era como su cordón umbilical con Tatá. Cuando estaba en situación crítica frotaba la locha y escuchaba a Tatá que le decía ”…Egor, tu sabes que nunca te faltará la plata. Haz lo que tienes que hacer”. Solo eso y a Egor ese mensaje le encendía la inteligencia y veía al solución en su mente. Egor confiaba en su energía espiritual para solventar todo. Sentía también, lo palpaba en el alma, que debía compartir la parte que la indicaba Tatá con el menesteroso que se le presentara. Cuando necesitó adquirir una nueva vivienda por el crecimiento de su familia y no tenía los medios, acarició su locha y Tatá le dijo: “…ve a hablar con el Presidente el Banco Industrial de Venezuela…”; pero, cómo…si no soy político ni tengo amigos en el gobierno, replicó Egor. “…confía en mi bendición…encontrarás el camino”. No había transcurrido una semana cuando recibió una llamada de Polonio Robira, su compañero de estudios desde la época de Las Linajes treinta años atrás, para manifestarle que había sido nombrado Vicepresidente de Créditos Hipotecarios del Banco Industrial de Venezuela. Ahí estaba el camino que Tatá le abrió a Egor. Y así como en este caso, Egor era iluminado por la luz que le daba soluciones. Él y su familia siempre serían bienaventurados por el espíritu de Tatá.

En su buena voluntad de ayudar al prójimo y en contacto con la gente más humilde, Egor se infectó de Rinitis Contagiosa, enfermedad respiratoria de muy rara frecuencia en el adulto de buena salud; pero el vínculo directo con todos los menesterosos en las condiciones en que se encontraran le produjo la contaminación mortal. Aunque no quería morir, era inevitable el desarrollo de la enfermedad. Invocó a Tatá y ésta le dijo que era la decisión del Ser Supremo. Como última concesión le pidió no desamparar a su familia. Tatá le recordó a Egor que su familia era también la suya.

Al morir, el día de su velatorio, a su esposa Clarencia se le acercó una bella dama derrochando hermosura, simpatía y frescura de juventud lozana; y, sin decir palabra le entregó un cofre muy pequeño que agarró con sus manos, lo abrió y había una moneda adentro, la tomó y reconoció que era una antigua locha cubierta con unas gotas de plata de una vieja pieza de 2 bolívares, levantó la cara para preguntarle a la mujer el significado de esa moneda, pero la joven dama no estaba. Había desaparecido, solo dejó un aroma a tabaco negro mezclado con el sabor dulce de las papitas de leche…

jueves, 26 de enero de 2012

Annunziata

Una mañana muy temprano Giusta le pidió a Annunziata acercarse hasta el puerto a esperar la llegada de Filippo. Regresaba a casa, después de haber pasado un mes en alta mar. Se encontraba en plena temporada de pesca larga.

Mientras Annunziata esperaba a su padre, sentada a la orilla del muelle, dos marineros borrachos que salían de la taberna “Buca di Bacco “ la raptaron. Los marineros no eran del pueblo. Habían llegado a Salerno, la tarde del día anterior para entregar su pescado a una de las procesadoras. Iban hacia su barco cuando se tropezaron con Annunziata.

La frescura de una niña de trece años, la abstinencia de la noche anterior y la soledad que reinaba en el ambiente, crearon las condiciones para desatar lo más ruin de su alma. La red de pesca que llevaban consigo se la lanzaron a Annunziata para inmovilizarla. Le taparon la boca y entre los dos, la cargaron hasta el patio posterior de la taberna. Allí le amarraron las manos, le taparon la boca con un pedazo de tela y la desnudaron. Procedieron a besarla y acariciarla por todo el cuerpo. Le lamieron sus piernas, pechos y genitales. Sedientos de sexo, sin importarle el dolor y el daño que le causaban a la niña, la poseyeron. Al acabar con su crimen, la dejaron amarrada en el mismo sitio y emprendieron en veloz carrera su huida.

Todo el pueblo se estremeció al conocer la noticia. Giusta acudió a la policía; pero, la indolencia que caracterizan a los funcionarios de los pueblos del sur de Italia, obstaculizó una acción de pronta respuesta. La denuncia se procesó sin mayores resultados. Giusta fue también a la iglesia para pedir consuelo y reclamar la justicia de Dios. El párroco, el padre Agripino, la invitó a orar y “…pedirle a Dios que se apiade del alma de los pecadores”. Pero, más allá del reforzamiento espiritual, Agripino no podía hacer nada.

Por su parte, Filippo se fue a Éboli, su pueblo natal. Allí acudía con cierta regularidad a compartir las sesiones espiritistas que conducía Alessio. Por lo menos una vez al mes acompañaba a su comunidad en el ejercicio de sus creencias. En esta ocasión su concurrencia obedecía a una razón muy particular. Quería pedirle a Alessio su ayuda, para castigar a los culpables del crimen cometido contra su hija.

Alessio era famoso por sus poderes mágicos y capacidad adivinatoria. Éboli cobró renombre nacional a partir de los “milagros” realizados por Alessio. El más destacado fue el rescate de una niña que se había caído al río. No se sabía su paradero. La búsqueda fue infructuosa. La comunidad del pueblo la daba por muerta. Habían transcurrido tres días y seguía desaparecida. Los padres acudieron a Alessio. Éste, accedió a ayudarlos y con ellos se dirigió a una de las orillas. Se embarcaron en una pequeña canoa y enfilaron río bajo. A unos minutos de travesía, Alessio ordenó detenerse. Cruzaron la otra orilla y vieron a la niña recostada de una de las inmensas rocas arrastradas por el río. La niña no respiraba. Alessio la cargó con mucho cuidado. La abrigó con una manta de la madre, la colocó en la arena y le abrió la boca. Con fuerza le insufló su aliento energizado. La dejó en reposo y, al cabo de unos minutos, la niña abría los ojos, estiraba sus brazos y de su boca salía una fuerte luz resplandeciente. Los padres corrieron a abrazarla.

Otro de los milagros fue el de una señora que había sido declarada muerta por una obstrucción respiratoria. Los médicos no llegaron a operarla. Cuando ingresó al pabellón no tenía signos vitales. El esposo de la señora acudió a Alessio, quien aceptó acompañarlo a la morgue. Vió a la muerta, cerró sus ojos para concentrarse. Invocó a su espíritu y recibió el mensaje que necesitaba. Le abrió la boca a la muerta, le aspiró las vías respiratorias y logró extraer un grano de maíz que había echado raíces en la garganta. Ese era el motivo de la obstrucción. Botó la pequeña planta y volvió a la boca de la muerta, pero esta vez le vació su aliento que llevaba su energía. Repitió la operación tres veces. A la tercera vez, la muerta recobraba la vida. Se levantó y caminó.

Alessio escuchó a Filippo y de inmediato entró en trance. Recibió al espíritu de Cinzia, una mujer que en vida fue maestra de escuela en Pozzuoli, al sur de Nápoles. Ella había sido víctima de una violación similar a la que le ocurrió a Annunziata. Le dijo a Alessio que los culpables eran los hermanos Ettore: Davide y Danio. Eran unos hombres malos, pescadores de Punta Licosa, un pueblo pesquero de la costa del Golfo de Salerno. Habían sido poseídos por un par de espíritus malignos que deambulaban en busca de almas débiles. Le dijo que esa noche, ellos iban a estar en la taberna “Vernazza” ubicada en los alrededores del puerto. Le dijo también que tenía que castigarlos porque, además de hacerles pagar su crimen, esa acción constituía un acto de Dios para liberarlos de los malos espíritus que llevaban por dentro.

Punta Licosa quedaba cerca de Salerno. Era un pueblo más pequeño que Éboli donde todos sus pobladores se conocían. Filippo fue allá en compañía del Alessio y cuatro pescadores más se dirigieron al puerto y localizaron la taberna “Vernazza”. Uno de ellos entró y confirmó con el tabernero la presencia de los hermanos Ettore. Aguardaron en las afueras la salida de Davide y Danio. Bien entrada la madrugada, salían borrachos y dando tumbos. Con dos redes de pesca, los atraparon. Entre ellos seis, tres para cada uno, los dominaron. Les taparon la boca, les amarraron las manos y se los llevaron a la playa solitaria del mar del puerto.

“…He sido misionado por la fuerza divina del Ser Supremo para aplicar el castigo por los crímenes que ustedes han cometido”, dijo Alessio. Ellos en actitud de inocencia hacían señas con la cabeza indicando que no sabían nada de lo que le hablaban. “…Son dos tipos de penas las que tengo que aplicarles. La pena espiritual y la biológica material. La primera, queda en mis manos. La otra, en el padre de Annunziata. La criatura que ustedes vilmente violaron en Salerno”. De inmediato le dijo a Alessio que procediera con su castigo, quien, con ayuda de los pescadores y sin sentir remordimiento, cumpliría su encomienda. Portaba un cuchillo de hoja larga. El mismo que usaba en el Mar Tirreno. Su filo era más agudo que cualquiera de las facas destinadas a despedazar tiburones. Lo desenvainó y sin temblarle el pulso, de un solo tirón castró a los hermanos Ettore.

Alessio, con los cuerpos de los hermanos Ettore desmayados, les sopló a través de sus bocas la energía de su aliento. Les inyectó las partículas portadoras del hechizo mágico. Cuando recuperaran del todo su conciencia ya no serían los mismos. Se transformarían en viejos débiles; no podrían caminar sin ayuda; la artritis de los huesos los haría inútiles; tampoco beberían licor más nunca y jamás podrían realizar el acto sexual. Pasarían a ser vegetales vivientes. Sufrimiento que se extendería hasta la edad de cien años y más. El infierno no estaba en su muerte sino en su misma vida de la Tierra.

Salerno y Éboli celebraron la acción de justicia realizada por Filippo y Alessio. Eran vistos como héroes. Ellos habían dignificado el honor de sus pobladores. Filippo ganó la reputación de hombre valiente y correcto. A Alessio se le elevaba a una nueva dimensión de su prestigio como milagroso. El espiritismo ganaba nuevos adeptos. La policía no dio señales de ningún signo de alegría. El padre Agripino sólo dijo: “…los milagros son obra exclusiva de Dios. Ningún mortal puede usurpar en su nombre la Fuerza Todopoderosa del misterio divino”. Palabras que no fueron bien recibidas. Algunos comenzaron a dudar de las bondades de su párroco.

Por su parte la mas afectada, Annunziata, ya no fue más ella misma. Después del drama vivido no se supo de su existencia. Coincide su desaparición con el misterio de la “Dama de la Daga” . Cuentan los pobladores que una bella mujer salía todas las noches en busca de marineros y pescadores borrachos en las cercanías de las tabernas. Los pescaba con una red tejida con cabello de hombre y cosidas sus puntas con filamentos de sangre. Los ataba de pie a cabeza con mecate de cuero humano y así, sometidos implorando clemencia, desenfundaba la cuchilla de los tiburones y con la fuerza de la mujer que domina a los hombres, zarandeaba su mano de experta cazadora de peces, reptiles y batracios para caparlos con la satisfacción de quien hace justicia por causas de lucha eterna. Annunziata seguía la ruta que le indicaba Cinzia.

martes, 24 de enero de 2012

Ayunga y Shaka

Ayunga era una negra culta, de buenos modales, inteligente y con muchos deseos de superación. Buena maestra y excelente estudiante. Soltera, menor de treinta años y con suficientes hombres que la cortejaban. Responsable y solidaria con su comunidad. Todas estas cualidades se unían a sus rasgos personales para hacer de ella una negra muy especial. Una linda negra que se diferenciaba del tipo que caracterizaba a la comunidad. Era la reencarnación de Agiri, la más hermosa de todas las esclavas en la época de la Colonia cuando los dioses castigaron a los blancos. Agiri había muerto degollada por uno de los blancos opresores. Ahora, reencarnada en Ayunga, venía a la Tierra a cumplir otra misión.



Shaka era un blanco nacido en la comunidad de Ayunga. Aventurero, mantenía su vida con un jeep sin lona para los truristas que buscaban aventuras y emociones novedosas. A Shaka le gustaba Ayunga. Le excitaba su presencia. El cuerpo juvenil de ella, portando pantalones cortos, ajustados hasta la mitad de los muslos y blusas ceñidas al pecho, eran una tentación inevitable. Le fascinaba verle las piernas, la curvatura de su cintura, el pelo corto liso que le caía al cuello. Su rostro expresaba la sensualidad más pura que mujer alguna le había transmitido. Muchas veces cuando estaban solos, conversando sobre sus metas existenciales, estuvo a punto de morderle los pezones de su busto. Eran tan libidinosos y provocativos que había que tener mucha fuerza de voluntad para contenerse. Pero, él tampoco quería enamorarla. Sabía que le podía hacer daño. Con él, ella que empezaba a madurar en la vida, no tenía futuro.

Un día Shaka le pidió a Ayunga irse de paseo a las playas del entorno. Ayunga se negaba, presentía que algo deseado pero no declarado pudiera ocurrir. Shuka elaboró un plan de salida por rutas de aventuras, diferentes a las que diariamente tomaba con los turistas. El placer que le producía andar con Ayunga le excitaba. Se arriesgo y la montó en su jeep sin decirle lo que había planeado. Tomando atajos y caminos de tierra, lodo, vías silvestres y selva se llegaba a Punta Celeste sin ser detectados por la comunidad. Punta Celeste quedaba entre Puerto Tuy y Tacarigua de la Laguna, atravesando el corazón montañosos de Barlovento. Era una playa salvaje, solitaria y virgen. Casi nadie la conocía. Pero de una belleza exótica, como todos los lugares de Venezuela a donde no ha llegado la civilización.

Al alcanzar la playa, la tarde caía y la marea comenzaba a subir para cubrir la arena blanca. El paisaje se tornaba romántico. La brisa fresca pegaba en sus cuerpos. El trance natural entre la luz que no termina de morir y la oscuridad que no se hace todavía, los obligó a lanzarse al mar. Shaka la agarró por la mano y así, de las manos tomadas, se zambullían juntos cuando la ola agitada pretendía batir sus cuerpos.

Avanzaron hasta más adentro del rompeolas. Se pararon en el punto donde circulaba una corriente de agua caliente. Aún con las manos agarradas miraron hacia la orilla y vieron el atardecer que se desvanecía. La tranquilidad del agua y la hora del regocijo crearon un ambiente sereno que los envolvía a los dos. Shaka captó la magia del momento y abrazó a Ayunga. Ella, que también lo deseaba, le cruzó los brazos por el cuello y lo besó en la boca. Gesto que encendió la chispa explosiva de los deseos contenidos de ambos. Él, más atrevido, le quitó el sostén del bikini. A ella se le erizó la piel. El placer de sentir en sus senos desnudos el tacto de Shaka y la brisa salubre que soplaba hacia la costa, le obligaron a entregarse al amor. Cerró los ojos y siguió los impulsos que el momento erótico le inducía. Shaka le besó los senos. Firmes y grandes senos oscuros como su piel; pero, tan apetecibles que era imposible dejarlos de agarrar, de mirar, de hundirse dentro de ellos. Verlos era incrementar el deseo carnal. Shaka quiso satisfacer sus ansias acumuladas, muchas veces tentado a desahogarlas: morderle los pezones. Más erotismo les causó. A él, sentir en la punta de su lengua y el filo de sus dientes la piel espesa del círculo redondo del pezón. A ella, experimentar la saliva que lubricaba las excitantes puntadas que le ocasionaban los dientes de él.

Shaka se dejó llevar por el incontrolable apetito sexual y la besó en la boca con desesperación. Le bajó la parte inferior del bikini hasta las rodillas, igual hizo con su traje de baño y, así mismo, en esa posición incómoda ignorada por la pasión, le hizo el amor. Desconociendo el vaivén que le ocasionaba el complaciente mar y manteniendo el equilibrio como pudo, penetró a la linda negra Ayanga. Ella gimió con fuerza. Lanzó varios gritos ahogados con lágrimas de placer en los ojos. Pero el acto de amor no terminó en el agua. Salieron a la orilla y en la arena, acostados completamente desnudos, remataron con ardor, delirio y furor lo que empezaron con el agua hasta la cintura. La noche apareció y los arropó con sus estrellas que brillaban para ellos.

martes, 17 de enero de 2012

La Escopeta de mi Abuelo

Dice Quintero en su cuento que mi abuelo tenía una vaca que se alimentaba de morocotas y que un buen día esa vaca amaneció muerta a la orilla del río y los zamuros se la comieron. Agrega Quintero que mi abuelo buscó la escopeta y se pasó el resto de su vida cazando zamuros. No les perdonaba que le hubieran comido a su vaca.

Entonces para alcanzar a tantos zamuros mi abuelo cambió de escopeta. La vieja Winchester de 2 tiros y corto alcance no era la apropiada. Con sus ahorros se fue al pueblo y en la armería le dijeron que en la capital podía conseguir lo que quería. Tomó el autobús y viajo toda la noche. Buscó la dirección indicada y la miró en la vitrina. Era la AA 12 con tambor de 32 cartuchos, automática, de largo alcance y mira telescópica. La “escopeta letal” la llamaban. Los zamuros no se escapaban de ser blanco fijo. Mi abuelo afinó su puntería y bajaba de las nubes hasta los 1.000 metros de altura, a todo zopilote que se asomaba en la mira. Pero se le presentó un problema: la recolección de los animales muertos. Pensó que un perro cazador sería la solución y recordó que otro conuquero, Blas, tenía un weimaraner ya no tan cachorro. Decidido a no frustrar su meta, fue de visita donde Blas a pedirle precio por Chano, que así se llamaba. Pero Blas no lo vendía. “…alquílamelo…” le dijo. Blas movió la cabeza negativamente y le respondió “…No, tampoco eso. Te lo puedo prestar por solo una semana…”

Mi abuelo enseñó a Chano a buscar a los zamuros muertos y a seleccionarlos: los de la morocota tenían una protuberancia entre el cuello y el vientre. Esos eran los que debía traerle. Los otros se quedaban donde caían. Chano, por ser un perro de inteligencia instintiva aprendió rápido, y además como buen observador vio como mi abuelo le extraía a los zamuros la morocota. Chano entonces, por lealtad con su amo, le llevó un zamuro a Blas y le mostró la protuberancia y como debía sacar lo que adentro estaba. Sorprendido por lo que encontró, le indicó que trajera más. Mi abuelo pilló lo que hacía Chano y lo siguió para saber que hacía con sus presas. Al descubrirlo apuntó la AA 12 contra Chano y Blas, y a punto de accionar el disparador apareció Gala, el Ángel de la Tierra, protector de la vida, justiciero de la matanza de animales y luchador contra la avaricia y de un suplido envió a varios kilómetros lejos a mi abuelo. Desde ese día no supimos más de él. Pero también desde ese día no deja de visitar el conuco un inmenso zamuro negro con una collarín amarillo idéntico al de mi abuelo.

lunes, 16 de enero de 2012

Raymond Robion

Ansiedad es lo que siente Raymond al entrar a la sala de juego. Verse en tan imponente sitio de lujo le produce tanta emoción que seduce a su ser. No deja de mirar a los lados y camina con pasos lentos para sentir el espesor de las alfombras rojas que cubren sus zapatos. Inhala el aire frio que sale de la turbina moderna de los equipos Carrier que recién acaba de instalar el Casino. Más alegría siente al contemplar los cuerpos hermosos de las mujeres con exóticos vestidos dejando ver las formas de sus libidinosos cuerpos que excitan por la exhalación de deseo y ambición. Más cerca de la mesa de ruleta siente el sonido cuando la bola de marfil después de engañar a los números rojos y negros se para en el cilindro y explotan tensiones retenidas de quienes han colocado un cúmulo de energía esperando su suerte.



Raymond toma las fichas y detalla cada una de las que le permite sostener su blanca mano. Ahora la ansiedad cede el paso al orgullo. Sentir al tacto de su piel en la misma sala de juego, de frente a la rueda que hace crujir fortunas y saber que ese pedazo de arcilla moldeado por compresión es obra de él, de su padre, de su familia que la ha trabajado desde que se inauguró el Casino en el siglo XIX le genera placer. Ese pedazo de materia que acarician sus dedos lo suministra Robion et Beuil Successeur, de la que su padre sigue siendo propietario. Él conoce el secreto comercial y sabe lo duro del trabajo que genera el proceso de la transformación de la arcilla y algunos aditivos para que puedan crearse las fichas en Montecarlo. Pero sabe también que en el mercado de tan exigente y elitista producto la tecnología va abriendo brechas y presentando nuevos compuestos que hacen de la ficha de juego un arte de colores, materia y peso. Así ChipCo International, Gaming Partners Interntional y Nevada Jacks compiten con Robion et Beuil Successeur introduciendo la ficha de cerámica de menor costo, más duración y mejor manejo por los apostadores. Detalle significativo que ha hecho reducir las ventas de Robion. Los últimos dos años fiscales de la empresa la utilidad que saltaba el 300% ha visto descender la curva de la acumulación hasta solo un 30%.



Raymond aún en posesión de las fichas no deja de pensar en la proyección de la utilidad de la empresa y su incidencia en el futuro negro que vislumbra. Sin dejarse abatir por esta realidad, el efímero momento de la depresión que le cambió la expresión de su rostro, sobrepone la adversidad y retoma la emoción que sintió desde que se aproximaba al corazón del Principado de Mónaco hacia las cercanías de Carlo´s Belle Epoque Opera y el mar Mediterráneo. Decidido a vencer se arroja a encontrar el éxito en la mesa de la ruleta. “…Hagan sus apuestas”, dijo el crupier. Raymond con su corazón paralizado se lanza a la batalla para ganarle a la banca. Va al grano y se enamora del 7. Gira la rueda y aquel sonido que brinca en la sien del apostador cesa indicando que se ha sentado en su número. Impactado por la alegría que siente el jugador al ganar tomó su recompensa, lo apilo en su mismo número, pidió un trago mientras veía rodar el marfil que insistió en detenerse igualmente en el sitio anterior. La alegría manifiesta le hacía sentirse un ganador predestinado. Recordó, en algún momento de esas dos horas continuas que llevaba en la mesa, a su tía Roxanne quien le pronosticó que si perseveraba en sus intentos por triunfar lo lograría: “…con plena convicción”, le dijo.



A la medianoche, cuando ya ganaba miles de euros, vibra su celular y extrañado por los impulsos que detectaba en su muslo derecho, Raymond responde. Era su madre quien por intuición debió llamarlo “…¿Dónde estás?”, preguntó Giselle. Raymond no supo que decir. Se quedó sin palabras. Sentía que un abismo se abría a sus pies y por ese precipicio caía dando tumbos. Pero la madre, aguda en sus percepciones, pudo detectar el característico sonido de la pequeña bola que inocentemente saltaba de número en número. “Estás en el casino…” expresó. Paralizado por sentirse descubierto cerró el teléfono y sin decir palabras tomó las fichas, se dirigió a la taquilla y temblando por los nervios que produce quien delata su secreto, no se inmutó al recibir un millón de Euros.



Dirigió su auto hacia el hogar de sus padres. En el camino iba pensando que lo ganado solventaría la situación crítica de la empresa eso les alegraría a ellos. Más calmado, estacionó el vehículo y sin dejar de sentirse alterado por los nervios entra a la casa siendo un poco más de la medianoche. Llama a su madre y ésta sale a recibirlo con un abrazo de lágrimas. “Es tu padre…” le dice. “Que pasó…” pregunta Raymond. “Acaba de morir. Un infarto le quitó la vida al enterarse donde estabas…” Raymond no dijo palabra alguna, solo repasó mentalmente la historia de la familia. Eugene, Su bisabuelo, fue estafado por el Alcalde de la Provincia Beuil en ese mismo centro de apuestas. Una noche de juego Carlon Garnier haciendo valer su condición de funcionario público compró por unos Francos a un crupier quien hizo trampa para quitarle su fortuna. Cuando Eugene comprobó que su ruina no fue por el azar del juego, buscó al Alcalde y al encontrarlo estafando a otro apostador, desenfundó un revólver y le descargó las 5 balas del cargador. Como no pudo demostrar que le tendieron una trampa lo sentenciaron a cadena perpetua. A la familia le sometieron al desprecio público: nadie los saludaría, ni visitaría, ni les hablaría. Esto hizo que Baylon, abuelo de Raymond, asumiendo los valores inculcados por la génesis de los Robion jurara en honor a su padre que ningún miembro de la familia visitaría un casino. El juramento incluía que aquél que no lo cumpliera tendría que pagar con su propia vida; así se mantendría limpio su honor, valor moral de duración eterna y principio fundamental de susbsistencia de la familia. Raymond al saber que violó el juramento y ver tendido en la cama sin vida a su padre Firmin, regresó a su auto y sin parpadear salió en ruda carrera hacia el mirador que presenta una vista espectacular de Montecarlo a unos 300 pies sobre el nivel del mar. Se estacionó a unos metros del borde y suspirando profundamente tocando en sus dedos una de las fichas del casino que encontró en su traje, aceleró hasta el fondo descarrilándose con su auto que fue a parar a las rocas espigadas del mar mediterráneo.

domingo, 15 de enero de 2012

El quinto de verde

En posición de firme, correctamente uniformado con la gorra sostenida en su lado izquierdo, como lo manda el reglamento militar, el Comandante Luciano a viva voz y mirando al frente solicita permiso para pasar a la sala. Antes pudo ganarse la confianza del ayudante del Ministro y entrar al recinto dos horas previas a la cita para colocar en posición estratégica la pantalla portátil, el retroproyector y las 5 carpetas gruesas que contenían todo el material que justificaba sus planteamientos. De no ser por la ayuda que le brindó el Mayor Dionisio no hubiese podido asumir su defensa con todos los gráficos y documentos que requiere una explicación argumentada para evitar su baja de las Fuerzas Armadas.

A Luciano lo delata un oficial subalterno quien al tratar de ser captado para su lucha, entró en estado de pánico y salió directo a confesarle a un compañero lo que le acababa de acontecer. Éste, que era agente secreto, levantó un informe y lo entregó a su agencia. La Dirección de Inteligencia Militar inició las averiguaciones y determinó que Luciano estaba implicado en algo contra la democracia, acusándolo de participar en una conspiración marxista-leninista en el seno de las Fuerzas Armadas.

En esa sala se reunía el Consejo de investigación que decidiría la suerte de Luciano. Tres expedientes le instruyeron los diferentes cuerpos que determinaron competencia para investigar sus andanzas; y los tres expedientes fueron revisados por los 5 miembros del Consejo. Luciano, al solicitar el permiso para entrar y mirar la mesa larga de madera con las poltronas ejecutivas donde se sentaban los cincos quedó sorprendido con lo que veía; pues dos estaban uniformados de color beige, dos de azul y el quinto de verde. Eso le dio plena seguridad de su triunfo. Supo entonces que la visión que tuvo con la gnóstica María la noche anterior se haría realidad. Los espíritus de luz que llamó María le indicaron que un hombre vestido de verde con mucho poder se lavaría las manos como Pilatos y cerraría la investigación por falsas e inconsistentes pruebas. Inaudito para él que alguno estaría de verde ya que 3 eran del Ejército y su uniforme es beige y los otros dos de la Aviación de uniforme azul. Sin embargo, el Ministro -oficial del Ejército- venía de una faena en uniforme verde y como Jefe máximo decidió asistir a ese acto vestido así. Luciano se iluminó. Se generó una fuerza interna centrifugadora que le dio el poder para salvar su causa. A su lado, sin ser percibidos por el ojo humano, estaban los espíritus de esa noche.