Permítanme exponer mis apreciaciones acerca de algunos aspectos teóricos que posiblemente pueda ayudar a procesar para la fortaleza teórica conceptual y, por consiguiente, disponer de elementos para profundizar la revolución, impedir que la aniquilen y asegurar el tránsito hacia el socialismo.
He aquí mi análisis, no como verdad absoluta e inflexible; sino
como aportes para la reflexión de compatriotas y camaradas.
El beneficio es la savia del capitalismo. Si un capitalista no
obtiene beneficio no sigue su trabajo, quiebra y se retira. La razón
existencial es entonces obtener el beneficio de su producto y maximizarlo hasta
el infinito. Es quizá esta afirmación la que nos permite entender por qué el
gobierno del Presidente Obama le inyecta por la vía de la ayuda financiera a
las corporaciones transnacionales millones de millones de dólares en lugar de
estar dirigido a los miles y miles de habitantes norteamericanos que se ven
estrangulados por no poder pagar, por ejemplo, las hipotecas de sus viviendas.
He ahí la esencia del capitalismo. Si el Presidente Obama no hace eso (proteger
al capital, es decir, garantizar el beneficio) cruje el sistema y ocurre una
revolución. Desaparece el imperio. Si ayuda a los pobres entonces estaría
estimulando el socialismo y eso de verdad que no le cuadra a un Presidente de
EE.UU. Eso no es lo que dicta el verdadero poder que maneja las decisiones de la
dirección del mundo. Obama es un instrumento al servicio del capitalismo
mundial. Él ya no es él. Es una pieza de las estructuras supramundiales (OMC,
BM, FMI, ONU) que deciden el rumbo de la economía. Antes intuía que así era el
manejo del mando de la Casa Blanca, pero ahora lo ha comprobado y se tiene que
acoplar a la dinámica que le imponen.
Barak Obama es en todo caso la figura material, palpable,
tangible del capitalismo; y por lo tanto, el símbolo de la disfuncionalidad que
se proyecta en estos instantes por el mundo. Crisis que potencia el surgimiento
de otras formas de vida en el mundo. Si por un lado se estremece la base del
sistema capitalista, por el otro, se vigoriza la semilla creciente del
socialismo y, específicamente, del socialismo venezolano ya generalizado como
del Siglo XXI.
Al capitalismo podemos abreviarlo en tres rasgos globales que lo
caracterizan, como son:
(i)
relaciones de producción basadas en el mercado con sus leyes que lo determinan,
producto de la confrontación de los intereses específicos de las clases que lo
generan cuyo fin ulterior y razón de ser es la maximización del beneficio;
(ii)
sistema político establecido para mantener las relaciones de dominio de las
clases que se apropian del mercado, las cuales se expresan en una forma de
gobierno conservadora, reformista y cupular, cuya manifestación concreta es la
democracia representativa, modelo exigido por los EE.UU., para la América
Latina;
(iii)
la cultura, consecuencia del mercado y del control político del pueblo, como la
vía para perpetuar el flujo racional del mercado activando los mecanismos más
sutiles y talentosos de alienación al colectivo,
Si estos son los rasgos generales que definen al capitalismo,
(los cuales han sido quebrados por las fuerzas revolucionarias emergentes en
todo el continente, abriendo nuevos espacios al establecimiento del sistema
socialista y confrontándose con la hegemonía del Imperio de los EE.UU) podemos
sintetizar por oposición también en tres rasgos fundamentales, los signos que
identifican al socialismo: (i) modo de producción, (ii) modelo político; y,
(iii) sistema cultural.
Desarrollemos la idea:
(i)
primer rasgo del socialismo. El modo de producción se basa en el Bien Común del
colectivo nacional para alcanzar altos niveles en la satisfacción de las
necesidades materiales y espirituales del ser y así lograr una calidad de vida
superior;
(ii)
el modelo político es la democracia directa (sinónimo de protagónica,
participativa, auténtica, solidaria), cuya racionalidad es la transferencia de
la toma de decisiones a la comunidad organizada sin intermediación de ningún
ente complementario a fin de materializar el poder popular por la vía de la
traslación revolucionaria; y,
(iii)
como consecuencia de las dos características anteriores, surge el sistema
cultural sustentado en la emancipación del pueblo (ruptura de los paradigmas
que inducen dependencia, sometimiento y alienación), cuya meta es la de
construir una sociedad donde se practique de manera consciente y solidaria la
libertad, la autonomía, la independencia y la autosuficiencia. La alienación
induce a la pérdida de la conciencia crítica y hace del individuo un autómata.
Provoca respuestas masivas sin racionalidad ni lógica. Es la alienación
cultural una fortaleza del capitalismo para mantener su estructura intacta. No
obstante, en la medida que el individuo forma su conciencia y más si lo hace
basado en el pensamiento emancipador de carácter universal la crítica se
convierte en el primer factor que adversa y rompe esos mecanismos alienantes
que produce el mercado capitalista.
Tomando como marco referencial del sistema socialista emergente
en el Siglo XXI y le hacemos seguimiento a las ideas que promulga el Inmortal
Hugo Chávez y si nos adentramos en su intención filosófica de crear no solo la
nueva tesis política sino que además escrutemos su motivación innata de
inventar categorías que signen la historia con modos frescos y no marchitos
(disfunción del capitalismo) para interpretar el mundo y vivir la vida, me
atrevo a delinear algunas ideas que motiven y generen reflexiones y estudios de
los seres de buena voluntad para alcanzar definiciones apropiadas en la
coyuntura actual.
Esto me lleva a buscarle sustento a la diferencia expresada
arriba en lo que respecta a los modos de producción, dadas las condiciones
económicas, políticas y culturales muy particulares de la realidad venezolana
con respecto al concierto de naciones. Considero entonces que la producción
socialista basada en el Bien Común demanda a su vez desarrollar tres líneas
maestras:
(i) determinar las necesidades reales del colectivo
nacional a fin de redireccionar la producción. Esto se concreta al eliminar los
productos inventados por el mercado y se neutralicen los efectos alienantes de
la creación de necesidades ficticias que obligan a la sociedad a consumir de
manera compulsiva, inducida y etérea;
(ii)
reemplazar la categoría beneficio por la nueva condición de la producción
socialista como lo sería la de remuneración
compensable. Lo explico así, el beneficio como la más
significativa de las leyes del mercado capitalista que justifica su verdadera
racionalidad, estimula la neutralización de quienes traten de compartir
espacios afines (competencia) puesto que su racionalidad la encontramos
especificada en maximizarlo (el beneficio) de manera constante y exponencial.
Por el contrario y en contraposición a la esencia del socialismo y atendiendo
la etapa de traslación revolucionaria para transferir la toma de decisiones al
colectivo, la remuneración
compensable sería
entendida como la retribución por los servicios prestados o productos
elaborados, correspondiente al estipendio que resulta de la suma de los costos
y la gratificación (estímulo material siempre y cuando se refleje lo más
exactamente posible el pago por la calidad y cantidad de trabajo aportado) no
especulativa ni usurera (contrario a la acumulación del capital sin límites)
para satisfacer esfuerzos (energía y talento) y expectativas de objetivos
individuales o grupales justos y razonables. La gratificación se fracciona en
dos partes porcentuales. Una, la mayor, va al individuo o grupo correspondiente
a sus esfuerzos (energía física, espiritual y necesidades biológicas propias de
la condición humana) y la otra, menor, a la comunidad o entidad a la cual
pertenece y que le ha facilitado incorporase al circuito productivo. La remuneración compensable debe incidir en la
eliminación de la competencia despiadada del sistema capitalista vigente. El
trabajo no está en relación directamente proporcional al lucro, sino al
crecimiento acelerado de la productividad hasta lograr que sea superior a la
del capitalismo y, como objeto fusionado a éste, el desarrollo del hombre en
todos sus aspectos materiales y muy especialmente el espiritual.
Creo que en las profundidades del estudio del capital cuyo
máximo exponente es Carlos Marx podemos encontrar elementos suficientes que al
relacionarlos con la realidad concreta del siglo XXI (transición del sistema
capitalista hacia el sistema socialista emancipador), se invente la fórmula
para teorizar, verificar y materializar esta categoría de remuneración compensable.
Finalmente, la tercera línea maestra de la producción para el
bien común es la nueva forma de la distribución del producto que se haría con
base en la creación de las redes alternativas socialistas. Como sabemos la
distribución en el mercado capitalista se organiza en componentes unitarios,
individuos o asociaciones, cuya parcela de acción constituye en sí una
propiedad y en consecuencia permite la discrecionalidad de su juicio para
determinar los precios. El beneficio es prácticamente una decisión individual
basada en la dimensión de su ambición. Esto, por supuesto, que genera una
espiral ascendente y constante en la medida que el producto pasa de parcela en
parcela. Al llegar al comprador su precio se ha multiplicado tantas veces como
parcelas beneficiadas existan (la esencia de la plusvalía). En contraposición,
el mercado socialista debe estimular las redes alternativas de manera que el
producto llegue lo más directamente posible al genuino comprador. De allí la
necesidad de entender que el socialismo es un sistema de fundamentación
humanista y no pragmático materialista como el capitalismo y, por lo tanto,
prevalece el Bien Común que es la solidaridad, confraternidad y amor hacia el
prójimo.
Es la hora de poner las cosas en su justo lugar. La transición
de sistemas (muerte de uno y nacimiento del otro) por efectos de la situación
mundial del capital es un hecho. Condiciones objetivas irreversibles abren los
caminos para construir el sistema basado en el predominio de la propiedad
social, en el trabajo para el bien común de todos, en el colectivismo, en el
bienestar, la justicia social, en la cooperación y en la solidaridad. Los
valores del capitalismo están cuestionados y ni uno ni miles de Obama lo
regresarán a sus etapas de predominio mundial, esplendor y auge.
Camaradas y compatriotas no nos quedemos en el pragmatismo de la
fascinación del poder. Todos los que creemos en el socialismo puedemos ser
pioneros de la nueva génesis que busca el cambio de estructura. No olvidemos,
todos, que tenemos que derrotar el bipartidismo de la IV Republica; estamos en
el Proceso Revolucionario intentando construir la viabilidad del Socialismo
Bolivariano en el Siglo XXI.