Energía Morfogenética

Energía Morfogenética
Fuerza de los Revolucionarios para luchar de manera inquebrantable por consolidar la Revolución Bolivariana

III Curso para Difusores e Investigadores del Socialismo Bolivariano

III Curso para Difusores e Investigadores del Socialismo Bolivariano
Se iniciia el 31.05 a las 08.30am en la UBV de Caracas, Los Chaguaramos, Piso 10, Sala Cruz Diez

Hacia la Capilla ardiente de 10 días

Hacia la Capilla ardiente de 10 días
Fueron cientos de miles quizás millones...no se sabe cuántos desfilaron frente a Chávez para darle su adiós

El Comunismo en Venezuela en 2017

El Comunismo en Venezuela en 2017
El comunismo hoy en día en el siglo XXI lo interpreto como el modo de vida que se fundamenta en la espiritualidad (razón política de energía morfogenética para luchar por transformar el mundo) del ser para organizar a la sociedad en componentes comunitarios que buscan alcanzar el Bien Común (racionalidad de justicia), la producción socialista y el poder popular expresado por vía del autogobiernC

Táctica y Estrategia de la Revolución Bolivariana en la coyuntura del 12 de Octubre

Táctica y Estrategia de la Revolución Bolivariana en la coyuntura del 12 de Octubre
Quienes creen en el Socialismo Bolivariano (Revolución), como otro modo de vida diferente al capitalismo, buscan la realización de actos dirigidos a transformar el capitalismo y generar una nueva estructura de relaciones humanas que invente el otro mundo posible.

El MNOAL y el Socialismo Bolivariano

El MNOAL y el Socialismo Bolivariano
La coyuntura en que se encuentra Venezuela al realizarse la Cumbre de los Países del MNOAL es una oportunidad, para el país que sigue de manera inexpugnable alcanzar la viabilidad de construir el Socialismo Bolivariano

La Revolución Bolivariana es un paradigma que guía a los movimientos emancipadores del mundo

La Revolución Bolivariana es un paradigma que guía a los movimientos emancipadores del mundo
La fuerza interior se crece para transformarse en ímpetu imbatible al dominar las ideas que proyectan el modo de vida sustentado en el socialismo, razón del reto contra las fuerzas de USA, de la derecha mundial y la globalización universal.

Talento, Bien Común y Virtud vs Fascismo, Odio y Destrucción

Talento, Bien Común y Virtud vs Fascismo, Odio y Destrucción
El Bien son los principios, la ética, la moral de la justicia, la razón del espíritu. El Bien es el amor al prójimo y la Buena Voluntad. El Mal es el odio, la devastación consciente, la intención de hacer daño, la negación de la idea, del pensamiento y de la Revolución.

La Carta Democrática Interamericana, instrumenrto de USA para mantener su hegemonía

La Carta Democrática Interamericana, instrumenrto de USA para mantener su hegemonía
No puede uno de sus miembros (OEA) invocar la aplicación de la Carta cuando se carece de moral política por ser violador de su articulado.

El Partido Político tiene que transformarse en estructura para la emancipación

El Partido Político tiene que transformarse en estructura para la emancipación
Democracia Directa es el nuevo estadio que tiene que asumir la Revolución Bolivariana una vez que el pueblo venza a la GNC, a la desestabilización, a la derecha mundial, al Comado Sur, al Departamento de Estado, a los gobiernos de la derecha mundial y al Presidente de USA.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Energía, conciencia e ímpetu para vencer el Mal por William E. Izarra


"Si tengo que morir por las ideas que sustentan la Revolución moriré feliz por Chávez y Bolívar. Inmortales de paz"

La energía de la fuerza espiritual cuando es parte de la razón y el alma trasciende la vida material y va al plano del universo infinito. Cuando se une razón y espíritu en el ser, emerge la energía morfogenética lo que hace que la lucha para batir las adversidades se haga acto; cambia su esencia y de una expresión posible como algo potencial se transforma en lo concreto de la acción.

La acción puede adoptar la fuerza de la lucha, la cual en el plano material contra el fascismo, por ejemplo, se hace exponencial (aceleración infinita) al imprimirle energía, conciencia e ímpetu para vencerlo. El fascismo como factor psicológico empleado para aterrorizar y liberar el pánico en la colectividad se somete con la firme y aguda convicción ideológica de la razón de lucha,
de la fuerza de la conciencia, de la inquebrantable decisión de consolidar un nuevo modo de vida social. 

Se lucha por ideas, sueños, amor por el prójimo, transformar la realidad. En la lucha, por naturaleza y praxis de la humanidad en nuestro planeta, siempre ha existido la confrontación entre el Bien y el Mal; es como una ley natural existencial. El Bien es la virtud más elevada del acto humano; por el contrario el Mal es la expresión más baja del ser que manifiesta perversidad, vileza, crueldad. 

El Bien son los principios, la ética, la moral de la justicia, la razón del espíritu. El Bien es el amor al prójimo y la Buena Voluntad. El Mal es el odio, la devastación consciente, la intención de hacer daño, la negación de la idea, del pensamiento y de la Revolución.

El Bien es la Revolución Bolivariana. El Mal es el fascismo que intenta castrar un nuevo modo de vivir en sociedad como lo es el socialismo. El Bien es la Patria, es Bolívar, es Chávez. El Bien es la energía que manifiesta el revolucionario para el Bien Común. 

La Ley Existencial de la Humanidad de la confrontación entre el Bien y el Mal siempre se ha inclinado a favor del triunfo del Bien. Esa ley existencial que opera induciendo conciencia, justicia y amor al prójimo en nuestra realidad de hoy hará vencer a la Revolución. La Leyes Existenciales no dependen de la voluntad del ser humano, ni de los poderes terrenales. Son designios de la energía universal cubierta aún por los misterios metafísicos, indescifrables por la inteligencia y talentos de la humanidad. Pero así ha sido y así se comportará mientras existamos en esta era de la vida en que nos ha tocado vivir.

sábado, 8 de noviembre de 2014

El Estado nuevo es la Comuna por Iván Padilla Bravo


Acabo de leer y retuitear la reflexión pública que hace nuestro camarada Fernando Buen Abad Domínguez (@fbuenabad) y que tituló “México: ¿Estado fallido?”. El filósofo mexicano y comunicólogo se ha detenido varias veces en algunos de los asuntos que derivan del monstruoso asesinato de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero (México), por lo que la recomendación de sus lecturas es una forma militante de hacernos solidarios con familiares y condiscípulos de los estudiantes defenestrados por el Estado burgués mexicano y su alianza con las transnacionales del narcotráfico y del sicariato.

Sin dejar ni un solo instante de lado el tema central que ocupa a los pueblos del mundo, la masacre más impactante en México, después de la de Tlatelolco en 1968, nos proponemos abordar en esta nota de opinión el asunto del Estado y la Comuna.

Al desglosar el tema del Estado fallido, el camarada Buen Abad señala que “el Estado burgués debe ser tomado por los trabajadores para ser transformado íntegramente y sin demoras”. Es aquí donde nos queremos detener hoy, porque cuando el proletariado toma al Estado burgués ocurre lo que en la Comuna de París, el año 1871. Es decir, desaparece el Estado y nace la Comuna.

La Comuna, en el sentido de los hechos y de las reflexiones y estudios de Carlos Marx, es un no-Estado. La sociedad posterior a la dividida en clases entre explotados y explotadores, entre proletarios y burgueses, la sociedad postcapitalista debe ser una sociedad sin Estado.

La razón es muy sencilla. El Estado es la justificación política del dominio y de los dominadores, mediante la represión y el consenso. No puede el socialismo, como sociedad de las y los iguales, perpetuar la represión como instrumento de contención de todos los riesgos que representa la clase de los proletarios para el dominio de clase burgués. Pero, además, tampoco puede perpetuar el consenso, porque éste no es otra cosa sino la vía hegemónica de “convencimiento” para que el explotado se sienta “conforme” con su estatus de tal.

Las transformaciones, por muy profundas que sean, corren el riesgo de quedarse detenidas en la escala de las reformas y no alcanzar jamás la radicalidad de una revolución como la socialista. Reformas del Estado se han planteado a todo lo largo de su existencia dentro del capitalismo. Pero no solo se han planteado, sino que se han aplicado y desarrollado con “éxitos temporales” en aquello de cambiar para que nada cambie. Frente al Estado, a todo Estado, no hay más que dos opciones: la de perpetuarlo, utilizando diversos subterfugios a los que se han prestado confundidos izquierdistas o “socialistas” en muchas formaciones sociales, o la opción de destruirlo, la cual es la proletaria.

Tratando de apretar un poco la reflexión y apurar una síntesis, diremos que ni el Estado ni la Comuna surgen por decretos sino por necesidades de clase en el desarrollo de determinados procesos. El Estado nace y se justifica en las sociedades divididas en clases. La Comuna nace cuando el proletariado se hace poder y establece su propio gobierno, como consecuencia de una nueva manera de producir los bienes materiales.

Mirando de nuevo las razones que motivan este artículo de hoy, observemos cómo Ayotzinapa, el lugar donde se creó una Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”(hay otras 18 en todo México), para la formación de maestras y maestros, crea una contradicción en el propio seno donde nace y empieza a plantearse una relación nueva y diferente a la que se les había impuesto hasta entonces. Ayotzinapa, sus estudiantes y ese pueblo se hacen incómodos para los poderes establecidos (que son los del capitalismo), por lo que estos harán todo cuanto esté a su alcance para no permitirles avanzar. Lo intentan por la ideologización escolar, pero cuando no lo consiguen, recurren a métodos más expeditos, como el del las balas, el exterminio, las masacres, como esta que se acaba de ejecutar en la ciudad de Iguala, contra 43 estudiantes (emblemas de Revolución y de Comunas) que fueron amedrentados a tiros de fusiles del ejército, capturados, torturados y quemados vivos por prácticas muy características de los grupos paramilitares vinculados con el narcotráfico mundial.

En fin, los hechos planteados sirven para confirmar que la lucha es de clases. Que el Estado administra la división entre las mismas a favor de las clases dominantes, mientras que la Comuna administra la victoria del proletariado hacia la organización de la sociedad de las y los iguales.

martes, 4 de noviembre de 2014

Remuneración Compensable por William E. Izarra

La remuneración compensable sería entendida como la retribución por los servicios prestados o productos elaborados, correspondiente al estipendio que resulta de:

1. la suma de los costos y la gratificación (estímulo material siempre y cuando se refleje lo más exactamente posible el pago por la calidad y cantidad de trabajo aportado) no especulativa ni usurera (contrario a la acumulación del capital sin límites) para satisfacer esfuerzos (energía y talento) y expectativas de objetivos individuales o grupales justos y razonables.

2. La gratificación se fracciona en dos partes porcentuales:
(i) Una, la mayor, va al individuo o grupo correspondiente a sus esfuerzos (energía física, espiritual y necesidades biológicas propias de la condición humana)
(ii) la otra, menor, a la comunidad o entidad a la cual pertenece y que le ha facilitado incorporase al circuito productivo.


La remuneración compensable debe incidir en la eliminación de la competencia despiadada del sistema capitalista vigente. El trabajo no está en relación directamente proporcional al lucro, sino al crecimiento acelerado de la productividad hasta lograr que sea superior a la del capitalismo y, como objeto fusionado a éste, el desarrollo del hombre en todos sus aspectos materiales y muy especialmente el espiritual.

viernes, 31 de octubre de 2014

Una Situación aún más riesgosa para la Revolución Socialista por Homar Garcés


 La construcción del socialismo revolucionario nunca debiera verse como un asunto u objetivo extraño y diferenciado de la experiencia y de la cotidianidad práctica de los sectores populares y, más concretamente, de los trabajadores. Esto obligaría a quienes se planteen la transformación radical del actual modelo civilizatorio a recurrir a un constante debate teórico -sin olvidar por ello la praxis- con la finalidad inmediata de contrastar el discurso frente a la realidad de las cosas, con lo que se logrará, sin duda alguna, eliminar y evitar todas las deficiencias, los errores y las debilidades durante el proceso de cimentación de la revolución socialista. Sin embargo, a pesar de reconocerse la necesidad de tal debate, muchos de aquellos que ejercen el poder en nombre de la revolución socialista prefieren ignorarlo y descalificarlo sin disponer de muchas razones de peso. Algunos de ellos simplemente aducen que ésta es una artimaña de los enemigos de la revolución para debilitar y dividir las fuerzas revolucionarias, lo que les facilita salvaguardar el poder conquistado para beneficio propio e inculcar en los sectores de base el convencimiento generalizado que nada podría cambiar y que, por consiguiente, cualquier esfuerzo tendente a ello resultará completamente inútil.
 
            A simple vista, dicha situación es aún más riesgosa que las producidas por la contrarrevolución, ya que desmoraliza y desmoviliza a la militancia revolucionaria, restándole un importante apoyo a la revolución en marcha. Muy escasamente, quienes se hallan frente a esta situación llegan a comprender cabalmente la necesidad de la organización y de la difusión masiva de sus propuestas respecto a la revolución, forzando así al debate a sus detractores. Esto permite que prevalezca una dirigencia de estirpe reformista, cuyo interés fundamental es la preservación y ampliación de sus cuotas de poder, muy contrariamente a las expectativas creadas entre el pueblo, de tal manera que pocos llegan a creer que exista algún tipo de socialismo revolucionario en todo lo que se hace desde las esferas de gobierno.
 
            No obstante, los únicos modos de asegurar el avance y la consolidación del proceso de cambios revolucionarios en cualquier latitud de nuestro planeta siguen siendo la toma de conciencia, la organización autónoma y la movilización permanente de los sectores populares. No hay otros. Esto, por supuesto, exige producir una forma política que garantice y vele por la emancipación colectiva y no solamente asumir el control de todas las instancias del viejo Estado liberal-burgués al cual estamos todos acostumbrados. La idea primordial en cada uno de los revolucionarios conscientes es que la construcción del socialismo revolucionario no es nada abstracto sino expresión viva de las experiencias acumuladas en la lucha de clases y de la acción práctica emancipatoria de todos los sectores populares. Al plasmarse esto en nuestra realidad cotidiana, su consecuencia visible tendría que manifestarse de lo interior de cada persona a lo exterior de la vida social, dando origen, por tanto, a una revolución de contenido e inspiración verdaderamente socialistas.-

miércoles, 29 de octubre de 2014

Brasil: victoria pírrica y después, Por: Atilio Borón | Lunes, 27/10/2014


Difícil y angustiosa victoria de Dilma en el balotaje de ayer, la más estrecha jamás habida en la historia brasileña, según consignan varios periódicos en sus portales. En el balotaje del 2006 Lula derrotó al candidato del PSDB Geraldo Alckmin por más de veinte puntos: 61 a 39 por ciento. En el 2010 Dilma doblegó en la segunda vuelta al también tucano José Serra por unos doce puntos: 56 versus el 44 por ciento. Ayer derrotó a Aécio por apenas tres puntos: 51.6 a 48.4 por ciento. Angustiosa e incierta no tanto por la escasa diferencia con que derrotó a su rival como por las agónicas tres semanas de campaña en donde, por momentos, el PT aparecía condenado a emprender un humillante regreso al llano luego de doce años de gobierno. Y si esto estuvo a punto de ocurrir fue más a causa de errores propios que de los méritos de su muy conservador oponente.

Como lo hemos señalado en numerosas oportunidades, los pueblos prefieren el original a la copia. Y si el PT hizo suya -en sus grandes líneas, aunque no en su totalidad- la agenda neoliberal de la derecha brasileña nadie puede sorprenderse que en una coyuntura tan complicada como la actual un significativo sector de la ciudadanía hubiera manifestado su predisposición a votar por Aécio. Es cierto que hubo algunas heterodoxias en la aplicación de aquella receta, la más importante de las cuales fue la creación del programa Bolsa Familia. Pero en lo tocante a las orientaciones económicas fundamentales la continuidad de la tiranía del capital financiero y su reverso, la fenomenal deuda pública del gobierno federal, unida al raquitismo de la inversión social ( ¡aproximadamente una décima parte de lo que paga por concepto de intereses de la deuda pública a los banqueros!), la deliberada despolitización y desmovilización popular que marcaron la gestión del PT desde sus inicios más el retraso en el combate a la desigualdad y en atender a problemas como el transporte público -entre tantos otros- que afectan al bienestar de las clases y capas populares (en especial a sus grupos más vulnerables como los afrobrasileños, los marginales de la ciudad y el campo, la juventud) terminaron por empujar al PT al borde de una catastrófica derrota. Contrariamente a lo que sostienen algunos de sus publicistas el “posneoliberalismo” todavía no se ha asomado en el Planalto. 

El alivio ofrecido por el veredicto de las urnas en el día de ayer será de poca duración. A Dilma le esperan cuatro años durísimos, y otro tanto se puede decir acerca de Lula, su único posible sucesor (al menos hasta el día de hoy). Una de las lecciones más ilustrativas es la ratificación de la verdad contenida en las enseñanzas de Maquiavelo cuando decía que por más que se le hagan concesiones los ricos y poderosos jamás dejarán de pensar que el gobernante es un intruso que ilegítimamente se inmiscuye en sus negocios y en el disfrute de sus bienes. Son, decía el florentino, insaciables, eternamente inconformistas y siempre propensos a la conspiración y la sedición. La tremenda ofensiva desestabilizadora lanzada en las últimas tres semanas por los capitalistas brasileños desde la Bolsa de Valores de Sao Paulo, por el capital financiero internacional (recordar las más que notas arengas de The Economist, y el Wall Street Journal, entre otros) y la potente artillería mediática de la derecha brasileña (red O Globo, Folha, O Estado de Sao Paulo y revista Veja, principalmente) es aleccionadora, y demuestra los equívocos en que cae un gobierno que piensa que cediendo terreno a sus demandas logrará al fin contar si no con la lealtad al menos con la tolerancia de los poderosos.

Dilma corre el riesgo de ser asfixiada por rivales cuya extrema belicosidad se hizo patente en la campaña electoral y que no parecen muy dispuestos a esperar otros cuatro años para llegar al gobierno. Por eso la hipótesis de un “golpe institucional”, si bien muy poco probable no debería ser descartada apriorísticamente, lo mismo que el desencadenamiento de una feroz ofensiva desestabilizadora encaminada a poner fin a la “dictadura” petista que según la derecha cavernícola reunida en el Club Militar estaría “sovietizando” al Brasil.
Lo ocurrido con José Manuel Zelaya en Honduras y Fernando Lugo en Paraguay debería servir para convencer a los escépticos de la impaciencia de los capitalistas locales y sus mentores norteamericanos para tomar el poder por asalto ni bien las circunstancias así lo aconsejen. Para no sucumbir ante estos grandes factores de poder se requiere, en primer lugar, la urgente reconstrucción del movimiento popular desmovilizado, desorganizado y desmoralizado por el PT, algo que no podrá hacerlo sin una reorientación del rumbo gubernamental que redefina el modelo económico, recorte los irritantes privilegios del capital y haga que las clases y capas populares sientan que el gobierno quiere ir más allá de un programa asistencialista y se propone modificar de raíz la injusta estructura económica y social del Brasil. En segundo término, luchar para llevar a cabo una auténtica reforma política que empodere de verdad a las masas populares y abra el camino largamente demorado de una profunda democratización. 

El Congreso brasileño es una perversa trampa dominada por el agronegocio y las oligarquías locales (253 miembros del Frente Parlamentario de la Agroindustria, que atraviesa casi todos los partidos, sobre un total de 513) producto del escaso impulso de la reforma agraria tras doce años de gobierno petista y las interminables piruetas políticas que tuvo que hacer para lograr una mayoría parlamentaria que sólo se destraba desde la calle, jamás desde los recintos del Legislativo. Pero para que el pueblo asuma su protagonismo y florezcan los movimientos sociales y las fuerzas políticas que motoricen el cambio –que ciertamente no vendrá “desde arriba”- se requerirá tomar decisiones que efectivamente los empoderen. Ergo, una reforma política es una necesidad vital para la gobernabilidad del nuevo período, introduciendo institutos tales como la iniciativa popular y el referendo revocatorio que permitirán, si es que el pueblo se organiza y concientiza, poner coto a la dictadura de caciques y coroneles que hacen del Congreso un baluarte de la reacción.

¿Será este el curso de acción en que se embarcará Dilma? Parece poco probable, salvo que la irrupción de una renovada dinámica de masas precipitada por el agravamiento de la crisis general del capitalismo y como respuesta ante la recargada ofensiva de la derecha (discreta pero resueltamente apoyada por Washington) altere profundamente la propensión del estado brasileño a gestionar los asuntos públicos de espalda a su pueblo. Esta es una vieja tradición política, de raíz profundamente oligárquica, que procede desde la época del imperio, al promediar el siglo diecinueve, y que ha permanecido con ligeras variantes y esporádicas conmociones hasta el día de hoy. 

Nada podría ser más necesario para garantizar la gobernabilidad de este nuevo turno del PT que el vigoroso surgimiento de lo que Álvaro García Linera denominara como “la potencia plebeya”, aletargada por décadas sin que el petismo se atreviera a despertarla. Sin ese macizo protagonismo de las masas en el estado éste quedará prisionero de los poderes fácticos tradicionales que han venido rigiendo los destinos de Brasil desde tiempos inmemoriales. Y su consecuencia sería desastrosa no sólo para ese país sino para toda Nuestra América porque tanto Aécio como el bloque social y político que él representa no bajarán los brazos y no cejarán en sus empeños para “desacoplar” a Brasil de América Latina, liquidar a la UNASUR y la CELAC, promover el TLC con Estados Unidos y Europa y el ingreso a la Alianza del Pacífico y erigir un “cerco sanitario” que aísle a Cuba, Bolivia, Ecuador y Venezuela del resto de los países de la región. Un programa, como se comprueba a simple vista, en sintonía con la prioridad estratégica fundamental de Estados Unidos en la turbulenta transición geopolítica global que no es otro que regresar América Latina y el Caribe a la condición en que se hallaban la noche del 31 de Diciembre de 1958, en vísperas del triunfo de la revolución cubana. 

Es que cuando el imperio ve peligrar sus posiciones en Medio Oriente, en Asia Central, en Asia Pacífico e inclusive en Europa su reflejo inmediato es reforzar el control sobre lo que tanto Fidel como el Che caracterizaron como su retaguardia estratégica. Es decir, nosotros. Lo hizo en la década de los setentas, cuando era socavado por el efecto combinado de la crisis del petróleo, la estanflación y las derrotas en Indochina, principalmente Vietnam. En aquella coyuntura su respuesta fue instalar dictaduras militares en casi toda América Latina y el Caribe. Y tratará de hacerlo nuevamente ahora, cuando su situación internacional está mucho más comprometida que en aquel entonces.

lunes, 27 de octubre de 2014

La Perseverancia por William E. Izarra

Mantenerse firme en una actitud, en una búsqueda, en la consecución de los más altos ideales soñados por nosotros, en consolidar posiciones ante los nuevos retos que se nos presentan en la vida; en fin, conservar la lucha de lo posible y hasta de lo imposible es lo que vamos a entender como perseverancia.

La perseverancia representa la fuerza de voluntad y la energía que disponemos para marcar conductas y alcanzar metas viables y factibles. Recalco lo de la viabilidad ya que no todo, a pesar de ser perseverante, puede obtenerse en la concreción de los fines esperados. Por eso la racionalidad, como expresión de la inteligencia humana, marcará las pautas que permitan definir aquellos asuntos de la realidad objetiva que exhortan el esfuerzo de la perseverancia. Pensar, por ejemplo, que podemos caminar sin mover las piernas aunque lo deseemos con toda nuestra voluntad, es algo imposible. Así como, insistir en rescatar los sentimientos ya agotados que fenecen por cumplimiento de su ciclo vital, es un esfuerzo inútil por muy noble que sea la actitud de perseverar. Sin embargo, hacer un trabajo político para convertirnos en líder en una determinada región es perfectamente posible. En este caso sí cuenta la perseverancia como factor determinante para obtener el éxito.

Permítaseme describir un breve episodio de mi vida que ilustra  la situación que he sostenido arriba. Para mi ascenso al grado de Teniente Coronel (1981) se presentaron fuertes inconvenientes en la junta de generales. Para el momento que mi expediente llegó a esta instancia, luego de pasar satisfactoriamente la evaluación de la junta técnica, yo estaba calificado como un oficial de tendencia "socialista", crítico en sus planteamientos y severo ante la inmoralidad de los jefes. Por ese motivo la recomendación para el ascenso fue negada. Me enteré de la decisión unos 30 días antes del acto el cual se realizaría el 30 de diciembre de 1981; y a partir de entonces, comencé a desarrollar todo un plan de entrevistas y gestiones para hacer cambiar esa decisión. Así llegué al 17 de diciembre cuando me recibió el Comandante General de la Aviación, quien luego de escuchar mis argumentaciones me prometió que arreglaría todo para que se diera mi ascenso. Confiado en su promesa me mantuve a la expectativa y con frecuencia verificaba en la dirección de personal acerca de mi situación. 

Con esta preocupación latente en mi ánimo, llegó el 29 de diciembre un día antes del acto de ascenso. Esa mañana entregué la guardia como Jefe de los Servicios del Ministerio de la Defensa y me comuniqué de nuevo con la Fuerza Aérea para conocer la resolución de los oficiales que serían ascendidos. Yo no aparecía en la lista. Por lo tanto, tenía que actuar. Me quedaban menos de 24 horas y en ese lapso debería lograr algo que parecía imposible. Me fui a la Comandancia de la Aviación y busqué hablar con el Jefe del Estado Mayor. Me recibió y me enfatizó que yo no iba a ascender, pero que intentara hablar de nuevo con el Comandante General; éste, no se encontraba en Caracas, estaba en Maracay. Su regreso sería a las 3 p.m. Que decepción. Sentía que mi vida profesional se acababa. Para mí era imposible seguir la carrera con un retardo en mi ascenso. Me sentí abatido y derrotado por el adversario. Mi estado anímico estaba en sus niveles más bajos. 

Frustrado y en "agonía" llegué a mi casa. Mi familia me esperaba. Mi esposa se asomó por la ventana del apartamento y desde abajo le hice seña que todo estaba perdido. Subí y me acosté para tratar de dormir. Había “tirado la toalla”. Cerca de las 3 p.m., ella me despierta e insiste que vaya a ver al Comandante. Yo no quería hacerlo, pero ante su reiterada solicitud, retomé las pocas fuerzas que yacían en mi espíritu y fui a hacer el último intento de arar en el mar. Me presenté de nuevo y le hice una antesala de 2 horas al Jefe de la Aviación Militar. Espera que hice en un lugar que me permitió ver pasar los codiciosos del poder y los adulantes del momento. Me miraban como los que sienten desprecio por los caídos, los sin nada, los batracios que se arrastran en el subsuelo de la inmundicia. Al fin, salió el Comandante General y en menos de 3 minutos justificó la imposibilidad de mi ascenso. Yo intervine y haciendo un esfuerzo sobreponiéndome al estado anímico del derrotado, le hablé solo 1 minuto, destacando su promesa del 17 de diciembre cuando asumió arreglar todo para que yo ascendiera. Eso fue determinante para aceptarlo. Me indicó llamar al Director de personal para que elaborara la resolución, a su ayudante para que lo comunicara con el Ministro de la Defensa y que yo mismo fuera a la casa del Ministro en Montalbán para que me firmara la resolución. 

A las 7 p.m., la situación había cambiado radicalmente. Arrancaba hacia la victoria. Iba con la resolución elaborada a última hora, dejando sin efecto estudios y recomendaciones que las diferentes juntas de ascensos presentaron para la consideración y firma del Presidente de la República. A las 8 p.m., estaba en presencia del Ministro quien con cierta arrogancia tomo la resolución y al ver mi nombre se limitó a murmurar: "...y que le enseñan a ustedes en las universidades que los vuelven comunistas”. Firmó la hoja de papel y me la devolvió. A las 9 p.m., estaba de regreso en la Comandancia de la FAV entregando la resolución firmada y haciendo que se me anexara a la lista de ascenso. El acto era a las 8.30 a.m. del día siguiente.

Esa es la historia de mi ascenso a teniente coronel. Un gesto de perseverancia, que con sus altos y bajos en el estado anímico, siempre se mantuvo presente la voluntad de alcanzar el objetivo. Narro esto como un ejemplo de lo que significa ser perseverante en intentar objetivos viables aunque en extremo difíciles. La perseverancia es una cualidad que debe estar siempre presente en los hombres de buena voluntad. Las metas políticas que son en extremos difíciles, con la perseverancia que nos anima dentro del marco de los valores éticos y morales y con una gran dosis de sensibilidad social podremos ir siempre hacia la victoria.