En los últimos días hemos conocido la noticia de la dramática situación en
la que se encuentran las más de 276 niñas nigerianas (algunos medios españoles
hablan de 200 niñas) que fueron secuestradas el pasado 14 de abril en una
escuela de Chibok, al noreste de Nigeria, por el grupo yihadista
Boko Haram (una derivación takfiri del movimiento salafista). No era ni mucho
menos la primera vez que este grupo cometía este tipo de secuestros y
otros atentados en la zona, como cuentan varios medios que repasan los orígenes de este grupo. De hecho este
mismo lunes varios yihadistas de este grupo entraron en el pueblo de Warabe
y secuestraron a otras ocho niñas de entre 12 y
15 años.
Llama la atención que, en estos tiempos de internet donde la inmediatez
absoluta es la característica principal de la información, un hecho de
esta magnitud no haya sido dado a conocer por los grandes medios hasta tres
semanas después de producirse. Resulta oportuno preguntarse quién
maneja los tiempos de la información de las grandes agencias de noticias. En
cualquier caso cuando ocurren este tipo de actos criminales, los
gobiernos, organizaciones humanitarias, artistas e intelctuales y medios
de comunicación occidentales inician una especie de competición por ver
quién se muestra más indignado y más activo en la condena de estos
aberrantes hechos. Es muy fácil criticar una acción de este tipo en la que el
consenso en su condena es total entre todos los actores sociales y políticos. Y
mucho más cuando nos quedamos en la superficie y no se profundiza en
los hechos y se va a la raíz de los problemas. Uno no se juega nada
alzando la voz en estos casos.
En este sentido incluso hemos podido asistir a la resurrección
política y mediática de Mª Teresa Fernández de la Vega, la ex-vicepresidenta
del gobierno neoliberal de Rodríguez Zapatero que ahora ocupa un sillón en el
Consejo de Estado, la misma que intervino para que la fiscalía no acusara
y se encarcelara a Emilio Botín por fraude fiscal (ver
vídeo). Curiosamente Fernández de la Vega es la presidenta de
la Fundación Mujeres por África, financiada en buena medida por el Banco
de Santander y de la cual es Patrono el mismo Emilio Botín. Favor con favor se
paga. Pues bien, la ex-vicepresidenta intervino este jueves en la cadena SER donde se expresó con
vehemencia:
“(…) se necesita una acción concertada, rápida e inmediata de los países de
toda la comunidad internacional” (…) “estamos ante un crimen contra la
ciudadanía global” (…) “un atentado contra los 7.000 millones de personas que
poblamos el planeta” (…) “hay que apoyar al gobierno de Nigeria (…) con todos
los medios que van desde los servicios de inteligencia, agentes de
intervención, fuerzas y cuerpos de seguridad, medios de comunicación… hay
que rodear a estos terroristas, a estos asesinos, y decirles hasta aquí hemos
llegado (…) en estos momentos lo que debemos es exigir una intervención
inmediata (…)”.
De la Vega está pidiendo claramente una intervención de la OTAN en Nigeria,
aunque esta vez (al contrario de los crímenes que cometieron en Libia en 2011,
con Carme Chacón de ministra de Defensa) será supuestamente en
apoyo del gobierno de Goodluck Jonathan (que mantiene al 60% de la
población en la pobreza más absoluta a pesar de ser un país rico en
petróleo) bajo la doctrina de “la lucha contra el terrorismo”. Sus
declaraciones, cómo no, van en la línea marcada por Washington después de
que Barack Obama llamara a movilizar a toda la
comunidad internacional para hacer algo en contra de esta “horrenda
organización” y de que anunciara que EE.UU enviará asesores del Ejército, de
inteligencia y de la policía a Nigeria. Sin embargo esta aparente y repentina
preocupación por los “derechos humanos” y “la lucha contra el terrorismo”
en Nigeria oculta otros intereses y demuestra de nuevo el enorme cinismo e
hipocresía con la que actúa occidente también en este caso.
Nos están ocultando, estos cínicos adalides de “la paz mundial” y sus
voceros mediáticos, que según una información publicada en 2012 en The Nigerian
Tribune la financiación del grupo terrorista Boko Haram provenía de
países “aliados” como Reino Unido y Arabia Saudita, a través de la
Al-Muntada Trust Fund y la Sociedad Mundial Islámica, respectivamente. Pero no
sólo eso, sino que Boko Haram ha recibido asistencia directa de la OTAN a
través de los mercenarios de Al Qaeda en Libia, a los que occidente
financió para derrocar a Gadafi en 2011, y de sus facciones en
Mali (leer artículo de Kurt Nimmo). Es decir, que buena
parte de las armas con las que actúa Boko Haram en Nigeria y con las que sus
miembros apuntan a las niñas secuestradas proceden de los mismos gobernantes y
potencias que ahora se muestran tan indignadas y tan preocupadas. Los gobiernos
occidentales y medios de comunicación nos ocultan esta realidad.
Tal y como ocurre en otros muchos conflictos mundiales, las potencias
occidentales – principalmente EE.UU - financian a toda clase de grupos
terroristas y mercenarios – incluido Boko Haram y Al Qaeda - para
lograr sus objetivos geoestratégicos y derrocar a gobiernos que no se
pliegan a sus intereses económicos (como está ocurriendo en estos momentos en
Siria, por ejemplo, o a otro nivel en Ucrania o Venezuela). Algunos de estos
mercenarios y grupos terroristas cuando dejan de recibir financiación y apoyo,
porque ya no son útiles a occidente o bien porque se
producen enfrentamientos entre los propios grupos, se vuelven en
contra de los intereses de aquellos que antes les financiaban. Occidente
alimenta monstruos para que les hagan el trabajo sucio, y luego esos monstruos
se vuelven incontrolables. También ocurre eso en Nigeria.
El secuestro de estas niñas nigerianas supone la excusa perfecta para
que EE.UU continúe incrementando su presencia militar en África,
utilizando para ello a su brazo armado imperialista en el continente, el AFRICOM
(leer artículo de Mikel Itulain), siempre bajo el
falso argumento de la “guerra contra el terrorismo” y la defensa de los
“derechos humanos”. Los intereses de los gobiernos de EE.UU y de Europa en
Nigeria son otros, y no tienen nada que ver con los “derechos humanos”. Si
fuera así, si esa fuera su prioridad y fueran coherentes con sus principios,
tendrían que actuar también contra Arabia Saudí donde entre otras
aberraciones hay más de 30.000 presos políticos, o contra Israel
donde además de sus crímenes contra los palestinos están encarcelados 5.000
presos políticos, o contra Barhein donde hay 4.000 presos
políticos, o contra México, Colombia, Paraguay… donde
diariamente mueren asesinados periodistas, campesinos y opositores políticos; o
contra Honduras, donde sólo en los tres primeros
meses de este año 2014 han muerto en condiciones violentas 270 jóvenes
menores de 23 años. Tampoco parece preocuparle mucho a EE.UU que el régimen de
Ruanda, dirigido por Paul Kagame, haya ocasionado millones de muertes con
sus ataques contra la República Democrática del Congo. Al
contrario, estos países son considerados aliados, ya que sirven a los
intereses políticos, económicos y comerciales de EE.UU y la UE. ¿Por qué ponen
tanto interés informativo en Venezuela o Cuba, y no dicen nada de estos
otros países donde no se están respetando los derechos humanos? Su doble rasero
delata su hipocresía. El interés de EE.UU en Nigeria tiene que ver
únicamente con la explotación de los recursos naturales de Nigeria (petróleo,
gas natural, estaño, hierro, niobio, plomo, etc.) y con la necesidad de frenar
la creciente influencia de China en África en los últimos años, que está a
punto de convertirse en el primer socio comercial del continente africano,
superando a Europa. Ellos mismos lo reconocen:
(…) En 2007 el asesor del Departamento de Estado estadounidense Dr. J.
Peter Pham habló acerca de los objetivos estratégicos de AFRICOM de “proteger
el acceso a los hidrocarburos y otros recursos estratégicos que África posee en
abundancia” una tarea que incluye asegurarse frente a la vulnerabilidad de
estas riquezas naturales y asegurarse de que ninguna otra tercera parte
interesada, como China, India, Japón o Rusia, obtiene monopolios o trato
preferencial (…) (leer artículo de Nile Bowie)
Más recientemente, en marzo de este año, el comandante general del
AFRICOM, David Rodríguez, reconocía que la intervención militar de EE.UU
en el continente se debía al control del petróleo y otros recursos naturales, y
que la creciente presencia de las potencias emergentes como China, India o
Brasil en el continente justifica un mayor incremento de la actividad militar
de EE.UU en África (leer artículo de Bill Van Auken).
Pero todo esto jamás será contado por los grandes medios de
comunicación, que seguirán ocultando la realidad presentándonos esta “campaña
internacional” como un gesto de solidaridad y compromiso con la paz y
los DD.HH por parte de occidente, siguiendo el
guión escrito por los criminales gobernantes al servicio
de las grandes corporaciones. ¿A qué están esperando Ana Pastor (CNN),
Jordi Évole (La Sexta), Carlos Francino (SER), Antonio Caño (El País)… y demás
estrellas del periodismo “progresista” español para contarnos toda esta
información? ¿a qué está esperando la izquierda parlamentaria, que cuenta con
más acceso a los medios de comunicación que el resto de las izquierdas y
movimientos sociales, para desenmascarar al imperialismo y a los
mercenarios mediáticos a su servicio? ¿en plena campaña electoral, además
de hablar de los asuntos económicos, no deberían estar debatiendo estos
asuntos de política internacional que afectan tan directamente a la UE y a
España?
Fuente – El Mirador