La fuerza A,B es la voluntad puesta de manifiesto por el revolucionario para materializar la traslación revolucionaria (transferencia de la toma de decisiones a las comunidades organizadas). La fuerza A,B es una acción autogestionada decida por convicción y espontaneidad para actuar en los distintos campos operacionales que la coyuntura actual del Proceso Revolucionario demanda: (i) formación Ideológica, (ii) conceptualización teórica y (iii) cambio de estructura.
La fuerza A,B se compone de vectores, es decir, los
elementos energéticos del individuo, del grupo comunitario o de la masa revolucionaria que generan la energía morfogenética (centrifugadora de acciones múltiples) para transformar las realidades (cultura, pensamiento y naturaleza humana), elevar la conciencia, transferir el poder a las comunidades y alcanzar el máximo nivel de consolidación de la revolución: materializar la plenitud del Bien común del colectivo.
Considero que los vectores que constituyen esta fuerza A,B son dos: el 1,2 que comprende la espiritualidad del ser humano; y el vector 3,4 que está referido a la racionalidad del individuo.
El vector 1,2 lo identificamos como la potencia interior del ser que lo mueve, lo incentiva, lo empuja a alcanzar, decididamente sin dejarse vencer por las adversidades, los objetivos revolucionarios. Es lograr un nivel de absoluta disposición para luchar por sus creencias, sus ideas y sus razones. Esa vitalidad interior pujante es consecuencia de los factores espirituales que intervienen en el yo interior del individuo. Factores que deben ser madurados, trabajados internamente por cada revolucionario. Los factores espirituales tienen que entenderse para asimilarlos o, si no se ha alcanzado ese nivel de claridad todavía, descubrirlos y procesarlos a fin de hacerlos parte de su vida cotidiana.
Considero cuatro factores como los básicos generadores del dinamismo que el individuo necesita para ser un aliado incondicional de por vida al Proceso Revolucionario. A esos factores los clasifico por su atributos valorativos en rangos jerárquicos de la siguiente manera: (i) los principios y virtudes del individuo; (ii) la unidad colectiva, creadora del espíritu de cuerpo; (iii) el sentido de pertenencia al Proceso; y (iv) el pleno compromiso con la revolución.
El vector 3,4 entendido como la racionalidad del individuo (razón basada en un marco conceptual teórico), se bifurca en dos direcciones: conciencia y talento. La conciencia es el resultado de la producción intelectual generada por el estudio disciplinado y permanente, la investigación creadora y la elaboración de conocimientos procesados. Se identifica este nivel cognitivo del ser, cuando se construyen los juicios por la vía de la asociación de conceptos cuya relación y sumatoria final conduce a la organización del pensamiento crítico. Condición necesaria para objetar el efecto de la alienación cultural. Punto de partida para producir cambios en el sistema cultural heredado de la IV República.
El establecimiento de la Revolución, se elevará a dimensiones de franco desarrollo cuando se produzca, domine e internalice íntegramente la Fuerza A,B.
jueves, 19 de junio de 2008
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